Ximena había esperado a Lisandro todo el día, pero él no volvió. No respondió sus llamadas ni mensajes. Fernando no paraba de quejarse.—¿Qué clase de yerno es este? ¡Dijo que nos llevaría de vuelta y todavía no aparece! ¡Promete y no cumple! ¡Este hombre es inútil! ¡Qué desastre! Al final, solo se
—Eres el tesoro de mamá.Nicolás también se hospedó en el hotel esa noche, insistiendo en hablar con Andrés sobre el asunto de la cuenta. Lo veía como su única oportunidad de mejorar su vida. Hablaba de tener una novia y la urgencia de casarse para ganar dinero y sostener a su familia. Pero trabajar
Si Ximena hubiera tenido a sus verdaderos padres... Los padres siempre temían ser una carga para sus hijos. Si los hubiera tenido, ¿habría crecido como una niña en un ambiente más dulce? Ramón empezó a entender por qué ella, siendo tan joven, había trabajado en lugares nocturnos para ganarse la vida
La niña sonrió, iluminando sus grandes y brillantes ojos, mostrando una sonrisa tan radiante que parecía querer borrar cualquier mala impresión que Ramón tuviera de ella y su madre, esperando su pronta reconciliación.—Abuelito, te contaré un secreto. Si te quemas, solo toca tus orejas y ya no duele
Tras escuchar estas palabras, Ramón se sintió incómodo. Con casi noventa años, ¿cómo era posible que una niña pequeña lo estuviera reprendiendo?—Bueno, abuelo lo pensará, a ver si quiere ser tu amigo.Dijo con seriedad, aunque no pudo evitar pellizcar cariñosamente la mejilla de Felicia. «¡Qué incr
—Entre los colegas de nuestra empresa, es común llamarse cariño o amor. ¡Con ella no tengo nada!Diego se esforzaba en explicar, pero Mariana, sin ya razones para engañarse a sí misma, respondió con una sonrisa amarga.—¿Qué clase de etiqueta social básica es esa? ¿Por qué yo no llamo así a otros, n
—Mari, no peleemos delante de otros, ¡qué vergüenza! Vamos a casa.—¡No volveré! Si tenemos problemas, puedo entender y perdonarte si es por diferencias en nuestros valores, personalidades o sentimientos. Pero te dije, una infidelidad es suficiente para no necesitarte nunca más. Desde que tuvimos un
Desde que Ximena supo que Diego no era de fiar, estaba muy angustiada. Decírselo a Mari era hacerle daño, pero no decirle también. Quería respetar la decisión de Mari, permitiéndole engañarse, pero cada vez se daba más cuenta de que no era la decisión más sabia.—Señor, siempre he pensado que, en lo