Ximena se apresuró a aclarar que no era su intención, que solo quería resolver el asunto cuanto antes. Pero Ramón estaba convencido de que ella estaba insultando su honor.—Tu hija me derribó, tú te haces responsable, eso es lo correcto, ¿verdad?—¡Claro, claro! Sé que debo hacerme cargo, y ya hicim
Ramón se quedó dormido durante el suero. Ximena finalmente pudo respirar aliviada. Felicia seguía llorando, así que su madre la llevó afuera, temía que su hija quedara traumatizada y perdiera su felicidad y confianza. Después de mucho rato intentando calmarla fuera de la puerta, la niña seguía llora
Ramón se instaló en la habitación del hospital de Fernando, ambos habían sufrido hemorragias cerebrales. Sin embargo, Ramón se recuperaba mejor que Fernando, quien aún tenía dificultades para caminar y hablar con claridad. Los dos se convirtieron en compañeros de enfermedad, a menudo charlaban anima
—¡Así que crees que estoy tratando de inculparte! ¿Acaso no confías en mí? ¿Hubiera tropezado si tu hija no hubiera aparecido de repente? ¿Piensas que soy un sinvergüenza que quiere aprovecharse de ustedes, esperando que me mantengan en mi vejez?—Ay, señor, no es eso lo que quise decir.Cansada de
Ramón salió apresuradamente en busca de Lisandro. Ximena se interpuso rápidamente.—Señor, ¿qué pretende hacer?—¡No es asunto tuyo! ¡Apártate! —Le respondió bruscamente.—¡Hablemos con calma! La persona que chocó contigo fui yo, no mi esposo. Él no sabe nada de esto, no tiene nada que ver con lo su
—Abuelo, ¿por qué dices eso? —preguntó confundido.—¡Todos quieren verme muerto! Cuando yo falte, mi patrimonio será repartido entre ustedes. Lo sé, están deseando que me muera pronto, que ya estoy muy viejo para ustedes.—Abuelo, ¿cómo puedes pensar eso? Nunca hemos tenido tales pensamientos.—Sí l
Ramón insistió en quedarse, y Lisandro, sin más remedio, aceptó. Su abuelo, con una inundación de preguntas, quería saber por qué no estaba al tanto del matrimonio. Lisandro, reorganizando sus pensamientos, le explicó la situación de forma simplificada.—No estoy de acuerdo. ¡Termina ese matrimonio
Ximena trajo un balde de agua y lo puso en el suelo. Justo cuando iba a lavar los pies de Ramón, se detuvo, se levantó y llamó a un cuidador para que le ayudara. Descontento, pateó el balde y derramó el agua.—Te pedí que tú me lavaras los pies, ¿por qué mandas a un cuidador?—Señor, anteriormente s