—¡Eso es! Para que todo tenga sentido, tendría que haber una tercera persona implicada, y Arturo estaría tomando la culpa por alguien más, para después culpar a Fabiola. —Ximena se quedó pasmada.—¿Pero por quién estaría Arturo tomando la culpa?—Habrá que preguntarle a Fabiola por qué está tan segu
Lisandro, llevando consigo a Ximena, volvió a encontrarse con Fabiola. En privado, Daniel le dijo a ella.—¡El jefe nunca ha querido meterse en los asuntos ajenos! La gente con alto poder, por lo general, es distante y carece de calidez humana. ¡No esperes que muestren un sentido de justicia frente
» Como estaba lloviendo fuerte y su amigo estaba borracho, mi esposo decidió llevarlo. Después de más de dos horas sin noticias de Arturo, la preocupación se apoderó de mí. Un presentimiento me hizo marcar su número y, entre estática y silencio, su voz me citó en la obra cerca de mi casa. La oscuri
Lisandro acariciaba la cabeza de Ximena con una mirada y un gesto llenos de ternura, casi derritiendo el corazón de ella. Se dirigieron hacia el auto. Daniel, quien conducía, no se atrevía a mirar atrás, manteniendo su cuello rígido como si temiera ser castigado con un «mal de ojo» por ver algo que
—Elena misma admitió que fue su hermano quien lo hizo.Lisandro estalló, su voz cargada de ira. Después de aquel incidente, había confrontado a Elena, quien insistió en que había sido Carlos, y al final, este también lo admitió con su silencio.—Hermano, desde niños ustedes fueron muy cercanos, sabe
Fernando había robado dinero de Marcela y se fue a Aurensia a jugarlo todo a lo grande. En menos de un mes, había perdido más de un millón de dólares. Afligido, se fue a ahogar sus penas en un puesto de la calle, donde tras una botella de vino, cayó desplomado al suelo. El dueño del establecimiento,
Samuel abrazó fuerte a Felicia y ambos derramaron lágrimas juntos. Ximena, por su parte, mantenía una expresión serena, sin mostrar demasiado sentimiento. Estaba dispuesta a tratar la enfermedad de Fernando, sin importar el costo. Pero llorar por él, preocuparse genuinamente por su bienestar, eso er
Los ojos antes apagados de Marcela se iluminaron un poco al agarrar la mano de Ximena, con la voz entrecortada dijo.—Tenía planeado guardar ese dinero para Sam, para comprarle una casa a Sam, ¡así sentiría que no le he fallado en esta vida!» ¡Ahora Fernando ha perdido todo el dinero en apuestas! Y