Ximena no hizo caso del tumulto emocional en la mirada de Lisandro, habló fríamente.—¡Llévalo al hospital ahora mismo!Gael, conteniendo el dolor, tiró suavemente de ella con su mano ensangrentada, temiendo que irritara a alguien tan cruel y despiadado como Lisandro.—¡Si tiene agallas, que me mate
—De ahora en adelante, esta será tu casa.—¡Esta nunca ha sido mi casa!—¿Podrías dejar de ser tan terca? ¡Ningún hombre puede soportar eso! —Lisandro se irritó.Ella se giró, mirando al hombre que la superaba en altura por más de una cabeza, con una voz fría.—Nunca he insistido en que ningún hombr
Lisandro observó cómo se alejaba Ximena. La luz de la luna parecía cubrir su frágil figura con una capa de escarcha. En un arrebato de ira pateó una silla cercana. Daniel entró cautelosamente y comentó:—Jefe, si se fue, se fue. Has hecho mucho por ella últimamente. ¿Cuánto esfuerzo y dinero has gas
Ximena no dijo nada, vio que ya era tarde, saludó a Daniel con la mano y se fue. Esa noche, no durmió tranquila, su sueño fue intermitente, lleno de sueños constantes. El comportamiento de Gael había revivido sus malos recuerdos. Se levantó varias veces a beber agua, se acostaba de nuevo, y se revol
—¿Un secreto? ¿Qué tipo de secreto? Lisandro frunció el ceño, y un atisbo de irritación cruzó sus ojos. Siempre le había desagradado gente como Diego, que se comportaban como moscas oportunistas. Ahora, al descubrir su verdadera identidad, este tenía la audacia de centrar sus esquemas en él.» ¡Un
El niño bajó la cabeza, con la voz apagada. Elena lo abrazó y le dijo en voz baja.—¡Esa mujer manipuladora sabe cómo ganarse a la gente! Tu padre está cegado por ella, ¡no puedes dejarte engañar! Eres el tesoro de mamá, solo puedes ayudarme a mí.Elena, temiendo perder al niño como su as bajo la ma
Los ojos profundos de Lisandro se estremecieron de repente, su mirada, afilada como una cuchilla, se fijó directamente. Un escalofrío recorrió el corazón de Diego, quien apresuradamente continuó.—Felicia realmente es la hija del señor Mendoza, ¡es de la sangre de la Familia Mendoza! ¿El señor Mendo
—Tienes razón, lo admito, soy un tonto.—Hermano, espero que puedas reponerte. ¡Tu vida no debería detenerse por Rebeca! Ella te lastimó, te engañó; este dolor no debería ser una carga que te derribe, sino una fuerza que te impulse a seguir adelante. Puedes querer seguir pagando la pensión alimentic