El entendimiento se apoderó de Mariana.Lo comprendió todo.Diego había cuidado su reputación, sin mencionar el incidente con el malnacido que casi...Por eso Dolores no tenía sospechas sobre el hijo que llevaba en su vientre.Pero había algo que le llamaba la atención: hace unos días, había compart
El teléfono de Dolores seguía sonando insistente.Visiblemente molesto, Diego llevó su teléfono al pasillo para contestar.—Madre, Mari no quiso decir eso, su teléfono tenía mala señal. Estuvo sin señal todo el tiempo.—Sí, sí, ya entendí. ¡Lo pensaré! Claro, claro... ese niño no debería nacer, lo t
Al escuchar a Mariana mencionar el divorcio, Diego entró en pánico.Llevaban muchos años juntos y aunque Mariana había amenazado con dejarlo en ocasiones, siempre había sido en tono juguetón.Nunca había sido tan seria antes.Diego, intentando calmar la situación, le dijo:—No es para tanto, ¿por qu
Ximena rápidamente la ayudó, preocupada de que pudiera lastimarse.—Mija, ¿qué hay de lo que me pediste investigar? —preguntó Mariana.Sofía suspiró con decepción: —No encontré nada sospechoso.—¿De verdad? ¡No aproveches que estoy en el hospital para mentirme!Acercando su rostro al de Mariana, Sof
Aquella noche, Diego no regresó. Mariana yacía sola en la cama del hospital, posando suavemente la mano sobre su vientre y con nostalgia habló.—Mi amor, papá, simplemente no está listo para ser papá todavía. No le guardemos rencor, cuando se acostumbre a tu presencia, no actuará así con nosotros.—
—¿De verdad puedo comer lo que hace mamá? ¡Siempre cocina cosas raras! ¡Mi estómago no lo soportaría!Ximena, herida por las palabras de su hija a la que había criado con tanto esfuerzo, fingió un enojo juguetón.—¿Qué pasa? ¿Mis platillos ya no son buenos? ¡Si te alimentaste con ellos y mira qué gr
Ximena quería explicar que todo había sido culpa de Antonio, pero los habitantes del pueblo Salazar no le dieron esa oportunidad. Se encontraba rodeada por gente gritando, señalándola como una asesina, acusándola de tomar represalias contra la familia Salazar. Los ánimos estaban caldeados, y la much
—Mateo, dime, si ahora mismo nos hundiéramos en el río, ¿crees que tu papi volvería para salvarnos?Elena miró el río frente a ella, con una determinación helada en sus ojos. Mateo, con el corazón palpitando con fuerza, intentó abrir la puerta del auto, pero no podía desbloquearla.—¡Mami, no hagas