Mirando el número de Lisandro, Ximena murmuró: —Así se va a quedar la cosa, pues.De pronto, el timbre de su casa sonó. Era Teresa.Al ver a Teresa, Ximena se iluminó y la invitó a pasar rápidamente.Teresa dijo que había venido a Nubiazura por trabajo y aprovechó para visitarla a ella y a Felicia.
—¿Qué pasa entre ellos? —Ximena necesitaba saber.Quería entender la relación entre Elena y Lisandro, si acaso había sido engañada y conocer más sobre la personalidad de Lisandro.—No había ningún vínculo afectivo entre ellos, ¡era solo por el niño! El señor Mendoza no mostraba interés por Elena, pe
—Es por seguridad. Con una niña en casa y siendo todas mujeres, es mejor prevenir —explicó Teresa.Ximena sirvió dos vasos de jugo, ofreciendo uno a Teresa.Con la mente dispersa y llena de dudas, le preguntó si era prudente mandar un mensaje a Lisandro a esas horas.—¿Por qué no sería apropiado? No
—¡Ahora tenemos casa, carro y ambos trabajamos! ¿Cómo es que no podemos mantener a un hijo? —Mariana estaba muy enfurecida y no entendía qué pretendía Diego con esa actitud.Ximena, al no querer inmiscuirse entre los asuntos maritales, intentó calmar a Mariana, recordándole lo importante que es mant
Cuando Luis se enteró de que Ximena asistiría a la cena, le preguntó si tenía compañía masculina.Para evitar que Luis la acosara más, Ximena mintió diciendo que iría con su esposo.Luis, entendiendo la indirecta, no presionó más. Solo mencionó que si veía un buen proyecto, contactaría a Ximena para
Mariana, empujando a Ximena, ansiosa por ver al legendario y apuesto hermano mayor de Sofía, se preguntaba si sería como esos protagonistas de novela, tan atractivos que provocaban celos y envidia incluso entre los dioses.Estaban a medio camino cuando se encontraron con Isabella.Con una sonrisa y
Ximena se giró y vio a un hombre de elegante traje negro acercarse lentamente. Emitía un aura de distinción y sofisticación.Se detuvo frente a ella, mirándola con una dulzura en sus ojos.—Mi amor, siento la tardanza. Te he hecho esperar —le dijo.Tras más de medio mes sin verse, él había adelgazad
Lisandro volvió a acercarse y le susurró: —Recuerda que es el heredero de los Ortiz, tal vez no podamos cubrir esos gastos.—Vendemos la casa y juntamos todo el dinero que podamos. ¡Algo tendremos! —respondió Ximena.—¿Venderías tu casa favorita por mí? —preguntó Lisandro.—¿A quién le importa la ca