Era evidente que Fernando había usado mucha fuerza al golpearla; el moretón era grande y no había disminuido en varios días.Marcela, sintiendo dolor, luchó para no llorar.—Mi vida ha sido dura, pero por suerte la tuya es mejor. Encontraste a un buen hombre como Lisandro —dijo Marcela con la voz qu
Ximena pensaba que Lisandro no quería ayudar.Preocupada por la gravedad de Yolanda y temiendo que fuera demasiado tarde para ayudarla, se apresuró a buscar una cita médica en línea.Sin embargo, conseguir una consulta con los doctores expertos era casi imposible.Justo cuando sentía que sus opcione
—Pero Rebeca está a punto de dar a luz. No puedo regresar a Nubiazura en estos momentos —argumentó Ximena.De pronto, una vocecita emocionada se escuchó desde la puerta. Era Felicia, que preguntó con ojitos brillantes: —Mamá, ¿podemos quedarnos unos días en Aurensia?Ximena la miró, sonrió y respond
El comentario de la enfermera dejó a Andrés y Ximena en silencio.No tenían idea de si había antecedentes de este tipo en su familia.Nunca habían conocido a su padre biológico ni a otros familiares cercanos; incluso ignoraban dónde podrían estar.Para evitar confusiones o preocupaciones innecesaria
—Quiero hacer una prueba de paternidad —dijo Ximena sin rodeos.La mirada de Lisandro se tornó más intensa y una sonrisa ambigua se dibujó en su rostro: —¡Está bien!Ximena lo miró de reojo: —¿También tú albergas sospechas?Lisandro alzó una ceja: —¿Qué sospechas? No tengo ninguna sospecha.—Siendo
—¿No sabías que se podía obtener resultados en tres horas si se paga un extra? —Lisandro preguntó retóricamente.—La verdad, no lo sabía. No tengo los medios ni el dinero para eso —Ximena tomó el sobre y comenzó a desenredar el cordón alrededor del botón.Lisandro se sentó junto a Ximena y sujetó su
Lisandro caminó con calma hacia Antonio. El sonido de sus zapatos de cuero brillante resonó en el piso de mármol con un «clac, clac, clac» característico. Se agachó, apoyándose en una pierna frente a Antonio y le advirtió con voz suave pero helada:—De ahora en adelante, cuídate de no señalar a la g
Ambos decidieron dirigirse al jardín del hospital.Ximena, con las fuerzas escurriéndose, se dejó caer en una banca. El informe de paternidad estaba hecho un bollo en su mano, aferrándolo como si fuera su único salvavidas.—Debes decirle a Andrés —sugirió Lisandro.—Es un hombre y, por dolorosa que