—¡Ximena! ¡No me refería a eso! —exclamó Sofía con prisa—. Quiero decir que Rocío es peligrosa. Es mejor no provocarla. No me preocupa quedar involucrada.—¡Lo sé! —respondió Ximena, consciente de las intenciones de Sofía.Sabía que todo lo que Sofía hacía era con buena intención.Pero estaba cansad
—Pero no soy alguien de alta sociedad, solo soy una persona común y corriente. Tener una nana es demasiado lujoso para mí.Sentía que no merecía tener una nana.Teresa, intentando confortarla, respondió: —No debes pensar así de ti misma. Eres una mujer fuerte y admirable. Hay chicas de tu edad que a
—¿Qué estás diciendo? ¿Gustar? —Lisandro respondió con un tono elevado.—¡Vamos! ¡Es evidente! ¡Tú sientes algo por Ximena! —Sofía lo encaró sin rodeos.El enojo se dibujó en el rostro de Lisandro: —¡Nadie ha dicho que me gusta ella!«¿Cómo podría sentir algo por alguien que siempre me mira con desd
Ella deseaba más que nada que Felicia conociera a su verdadero padre.Antes, no quería que Felicia supiera quién era, creyendo que era el desgraciado Gael Torres.Pero desde que supo que era Lisandro, había deseado contarle la verdad.Incluso si no podía enfrentar los eventos pasados, esperaba que p
Antes de que pudiera hacer la llamada, Marcus le arrebató el teléfono. —¡Basta ya de causar problemas!Viendo la reacción de Marcus, Rocío señaló con el dedo y exclamó: —¡Lo sabía! ¡Esa zorra es la amante de mi primo!—¿Mi primo está loco? ¿Qué le pasó por la cabeza para andar con una mujer con hijo
—Conoces la tensión entre Lisandro y tu abuelo. Si causas una disputa entre ellos, será tu culpa.—¡No es asunto tuyo, lárgate! —exclamó Rocío, tomando una almohada y lanzándola con todas sus fuerzas hacia Marcus.Marcus esquivó la almohada y, con un movimiento brusco de su pie, pateó la almohada al
Al ver al recién llegado, el rostro de Lisandro palideció y, de forma instintiva, se puso delante de Ximena.Aunque Ximena no reconocía al anciano, por la tensión del ambiente, intuía que no venía con buenas intenciones.Lorenzo se detuvo frente a Lisandro, golpeando el suelo con fuerza con su bastó
Había cierta tensión en el aire cuando Marcela, con toda su valentía, enfrentó a Lorenzo.—¡No creas que porque seas el abuelo de mi yerno te vamos a tratar con guantes de seda! ¡Pensar que con tu edad actúas de esta manera! ¡Por respeto te llamo señor, pero si sigues con estas tonterías, serás simp