La casa tenía cuatro pisos, todos recién decorados y lujosamente amueblados.El patio era amplio, con un jardín elegantemente cuidado y un invernadero lleno de flores en plena floración.Mientras Ximena observaba todo a su alrededor, le costaba creer que esta mansión grandiosa y opulenta pronto sería suya.—¿Te gusta? —preguntó Lisandro, empujando la silla de ruedas de Ximena hacia el salón.Justo cuando Ximena iba a asentir, vio entrar a Daniel y rápidamente cambió su expresión a una de pre
—De acuerdo.Mientras se dirigían en su coche Nissan al kínder, Ximena le preguntó a Lisandro: —¿No te gustaba mucho aquel Maybach que tenías?Lisandro, queriendo aclarar cualquier malentendido, respondió:—Realmente me gusta ese auto, pero es el coche de mi jefe. A veces lo uso para ciertos encargos. Nunca he sido mantenido por nadie, pero si fueras tú, podría considerarlo.Las mejillas de Ximena se tornaron rojas, recordando lo que Isabella le había contado sobre el hombre que tenía dos ho
—Mejor hablemos en persona —añadió Mariana antes de colgar.La incertidumbre invadió a Ximena, que apretaba con fuerza los brazos de la silla.Elevando la mirada hacia el jardín, observó a Felicia jugando en el columpio, pidiendo que la empujaran más alto, mientras Lisandro la cuidaba con ternura y precaución.Aquella escena conmovedora le picó los ojos a Ximena.Por un instante, creyó ver un parecido entre Felicia y Lisandro.Podría haber sido un simple juego de sombras o quizá su mente le
Después de la cena, Ximena se dirigió al cenador del jardín empujando su silla de ruedas, seguida por Mariana.Una vez allí, Mariana revisó que no hubiera nadie cerca, y sacó un documento de su bolso.Ximena no necesitó mirarlo.El rostro de Mariana, lleno de conflicto y tensión, ya le había dado la respuesta que temía.Con calma, Ximena tomó el papel y lo dobló cuidadosamente hasta formar un pequeño cuadrado.—Ena, ¿qué vamos a hacer? —Mariana se arrodilló frente a Ximena, sujetándola firm
—¿Qué... qué pretendes hacer? —Ximena estaba visiblemente alarmada.Lisandro la arrinconó contra la pared, con una sonrisa traviesa.Sus grandes ojos brillantes y vulnerables la hacían parecer un cervatillo asustado.Una idea cruzó por la mente de Lisandro, y no quería contenerse más.—Deberíamos ac
Muchos la confrontaban, preguntándole cómo podía herir así a un hombre que evidentemente la amaba.Al leer los comentarios llenos de odio, Ximena sintió una indignación que le llenó el pecho.—¡Esta gente debe estar loca! —exclamó mientras intentaba borrar los mensajes, pero eran tantos que parecía
—En la familia de Marcela se valoraba más a los varones que a las mujeres. Siendo ella la hija menor, la menospreciaban. Fue expulsada de su casa cuando era muy joven y comenzó a trabajar.—Fernando le mintió diciendo que era soltero, tenía una casa y era dueño de un pequeño Bazar. Para Marcela, que
Lisandro tropezó un poco, pero de inmediato tomó a Ximena de la mano, intentando calmarla. Sin embargo, el celular de Ximena sonó de nuevo.Era Mariana.—Ena, ¡se complicó todo! ¡Gael intentó suicidarse, se cortó las muñecas!Ximena sintió que la cabeza le daba vueltas.—¡Ese Gael, si no arma un lío