Ximena nunca había mencionado a Sofía la idea de divorciarse y ciertamente no deseaba que otros lo supieran.Sofía se encontró desorientada.Aquella mañana, Lisandro había visitado su habitación en el hospital, advirtiéndole que no debía hablarle a Ximena sin pensar, y mucho menos revelar que eran hermanos.No había explicado la razón detrás de esto.Para Sofía, el hecho de que Lisandro aún no hubiera revelado su verdadera relación a Ximena mostraba claramente que no confiaba lo suficiente e
Rebeca aprovechó para tomar la mano de Sofía y le susurró: —Señorita, Andrés es muy recto. Devolvió los tres departamentos, dijo que no quería tener deudas con la Corporación Mendoza.—Somos familia, ¿qué deudas podría haber? Entre familiares nos ayudamos. Andrés acaba de ayudarle, ¿verdad?—Rebeca agregó con una sonrisa forzada.Sofía, con una mueca de desagrado, soltó la mano de Rebeca. Cruzó los brazos y la miró altivamente: —Entonces, ¿estás insinuando que, como Andrés me ayudó, yo debería
En los días que Ximena estuvo hospitalizada, su habitación estuvo siempre llena de visitantes.Socios con los que había trabajado, estudiantes de su equipo, e incluso Marcus se presentó.La habitación estaba repleta de flores frescas. Sofía, al verlo, no pudo evitar expresar su sorpresa: —¡Qué popular eres!Luis también apareció, pero acompañado de Isabella.Al ver a Isabella, Margarita se levantó de inmediato, saludó a Luis y se marchó rápidamente.Ximena, dándose cuenta de la tensión, le
Apenas el día anterior, Elena había asistido a una subasta benéfica en Aurensia bajo el título de «la joven señora de la Corporación Mendoza». Había donado una joya con un valor cercano a los cien millones.Ahora, en los círculos elitistas se comentaba que Elena ya se había consolidado como la futura señora Mendoza y que su boda con Lisandro estaba a la vuelta de la esquina.Por otro lado, Ximena seguía en la oscuridad, sin saber nada de esta situación.Luis no podía soportar ver cómo engañab
—¿No estaban muy enamorados? Siete años juntos, ¿y de repente todo se acabó? —Sofía preguntó con incredulidad.—Diferencias irreconciliables —respondió Carlos, alzando una ceja con un tono juguetón—. ¿A ti te afecta?—¿Por qué me alegraría que hayas roto tu compromiso? —Sofía, un poco avergonzada y molesta, empujó a Carlos hacia la salida.—Me darán de alta esta tarde. Deberías irte ya.—Déjame quedarme contigo, y luego te invito a comer algo típico de Nubiazura.—No hace falta, tengo cosas
Ximena no entendía qué lo había irritado tanto.Ella intentó encontrar una posición cómoda para dormir cuando escuchó a Lisandro ordenar a Teresa que le cambiara de cuarto y que nadie podía visitarla.Una vez en la nueva habitación, Ximena se recostó y observó a los dos guardaespaldas vestidos de negro fuera de la puerta.Al principio, quiso preguntar a Lisandro de dónde había sacado a esos hombres, pero al recordar su ocupación y a los hombres que vigilaban el avión, decidió no hacerlo.Pro
Ximena empujó los tamales Gourmet hacia Samuel, instándolo a que comiera bien y estuviera energizado para su examen del día siguiente.Recientemente, Samuel había estado viviendo en la escuela y se veía aún más delgado que antes. Su uniforme escolar colgaba flojamente en su figura.En un intento de devolver el gesto, Samuel empujó el plato hacia Ximena.—Tienes anemia y tu nivel de azúcar en la sangre es bajo. ¿Cómo te cuidas a ti misma? Si no estás en buena salud, ¿cómo podrás cuidar de Feli
Los guardaespaldas, no atreviéndose a hablar, miraban discretamente el rostro de Lisandro y bajaban la cabeza.—No me he casado, así que no sé —comentó uno de los guardaespaldas.Samuel extendió su mano hacia Lisandro: —Dame tu tarjeta de nómina para que no estés gastando a lo loco afuera. Mi hermana te ayudará a ahorrar.Lisandro puso una cara de pocos amigos.¡Él no tenía una tarjeta de nómina!—¡Sam, apúrate y come! Debes regresar pronto y descansar. ¡Mañana tienes examen! —Ximena, debaj