En ese instante en que sus miradas se cruzaron, Ximena sintió un torbellino de emociones en su pecho, como si algo quisiera salir.Felicia corrió hacia su madre y gritó con emoción: —¡Mamá, mamá!Ximena, sacudida de su ensimismamiento, tomó rápidamente la mano de Felicia y ambas se apresuraron a salir del restaurante.No quería encontrarse con Elena.Se sintió como si estuviera huyendo.Desde la arenera, Mateo, sosteniendo su carrito, observó cómo Felicia y su madre reían y jugaban. La sonr
Mariana no sabía cuánto tiempo había dormido.Sentía frío, un escalofrío recorría su cuerpo, y alguien la estaba tocando inapropiadamente.Pensó que era Diego y, con impaciencia, lo apartó diciendo: —Estoy tan cansada hoy...La persona se volvió más agresiva, causándole dolor sin preocuparse por cómo se sentía.Mariana se dio cuenta de que algo estaba mal y abrió los ojos de golpe.Todo estaba oscuro, no podía ver nada, sólo percibió la silueta de un hombre encima de ella.Mariana gritó as
Esa mirada…Por alguna razón, le resultaba familiar a Ximena.Algunos recuerdos venían y se iban en su mente.Se esforzaba por mantener la lucidez, decidida a no recordar el pasado.Justo cuando estaba dispuesta a dejarse llevar, sintió unas gotas caer sobre su rostro, con un ligero olor metálico.Sobresaltada, Ximena preguntó: —¿Por qué estás sangrando?—Es solo un rasguño, no es nada —respondió Lisandro con voz ronca, en ese momento, solo la deseaba y no se preocupaba por otra cosa.Se
Ximena rápidamente se levantó de la cama y comenzó a cambiar su ropa, con prisa buscaba algo por toda la habitación.—¿Qué buscas? preguntó Lisandro.—Mi teléfono está a punto de apagarse y no recuerdo dónde dejé el cable y el cargador. Cuanto más me apresuro, menos puedo recordarlo.Lisandro, abriendo el cajón de la mesita de noche, encontró el cargador y se lo pasó a Ximena mientras él también comenzaba a vestirse.Mientras Ximena conectaba su teléfono, le dijo: —¡Tú estás herido! Deberías
Ximena abrazó con cariño a Mariana. Después de un rato, cuando Mariana se calmó un poco, Ximena la ayudó a levantarse.En ese momento, Diego llegó corriendo, evidentemente preocupado.Al ver el estado de Mariana, se detuvo por un momento, antes de correr hacia ella, preocupado.—Mi amor, lo siento mucho. Es mi culpa. Estaba en una reunión internacional y tenía el celular en silencio, no escuché nada.—¿Dónde está ese infeliz? ¡Voy a acabar con él! —gritó Diego con furia, intentando entrar a
—¿Por qué preguntas eso? —Lisandro la miró fijamente, tratando de descifrar lo que pasaba por su mente.—Sólo quiero saber, ¿dónde estabas ese día? ¿Qué estabas haciendo?—Estaba en casa —respondió Lisandro, evitando recordar aquel día.—Ya han pasado cinco años, ¿cómo puedes recordar con tanta claridad que estabas en casa? —Ximena lo miró con la misma intensidad, intentando leer sus pensamientos.—¿Qué es lo que realmente quieres saber? —preguntó Lisandro, visiblemente molesto.—¿Qué es lo
Durante los días siguientes, Lisandro no volvió, ni tampoco se comunicó con Ximena.Tampoco Ximena lo llamó.Lo que le pasó a Mariana le hizo darse cuenta de cuánto le importaba a un hombre la «virtud» de una mujer.Diego y Mariana habían estado juntos por ocho años, estaban a punto de casarse, y aún así, ocho años de relación no pudieron superar un solo incidente.Diego siempre insistía en que Mariana fuera al hospital para hacerse un chequeo completo, pero en secreto solicitaba una consult
Ximena llegó al centro comercial y Sofía, después de estacionar el auto, la alcanzó corriendo.Aún estaba preocupada por ser una buena amiga: —Diego no confía en Mariana. Como sus buenas amigas, no podemos dejar que Mariana siga sufriendo.—Ella necesita la confianza y comprensión de las personas que más quiere, especialmente después de lo que le ocurrió. Ya no hay confianza entre ellos, ¡no serán felices juntos!—¿Acaso eres una adivina? ¿Sabes de relaciones? ¡No hay nada absoluto en el amor