Lisandro le revolvió el cabello a Ximena: —Entonces, trato hecho. Tú me mantendrás.Lisandro bajó del coche, le abrió la puerta a Ximena y, frente a todos, la besó suavemente en la frente.Ximena, con las mejillas rojas, lo empujó suavemente.—¡La gente está mirando!—Recuerda, eres una mujer casada, no atraigas a los admiradores —dijo Lisandro.—¡Yo no he hecho eso! —Ximena, cubriéndose las mejillas ardientes, siguió la mirada de Lisandro hacia Luis, que estaba de pie bajo un árbol de acac
Lisandro no le volvió a mandar un mensaje a Ximena, en lugar de eso, llamó a Marcus para preguntarle cuándo iban a programar la creación del mural artístico para los restaurantes restantes.—¡Ya estoy organizándolo! ¡Ando ocupado con el negocio de nuestro restaurante conjunta! ¿Estás tan impaciente? No será que te gusta la señorita, ¿verdad?—¡Si tú, que eres más duro que un árbol milenario, empiezas a florecer, avísame con tiempo! ¡Así compro cohetes para celebrarte!—¡Deja de decir tontería
—Señorita Castillo, ¿cómo conoció a Sofía? Uno de Nubiazura y otro de Aurensia, lugares tan lejanos, y ni siquiera son del mismo círculo.Marcus observaba detenidamente a Ximena, como si quisiera descifrarla por completo.Ximena prefería no hablar de Gael: —Por casualidad, simplemente, fue como si nos hubiéramos conocido de toda la vida.—¿Así de simple?—Así de simple.Viendo que Marcus no podría sacarle más información, decidió no presionar.Dentro de él, una sensación de incomodidad lo
En la tarde, Ximena había comprado los materiales y pinturas, y después de recoger a Felicia de la escuela, eligieron un restaurante con un castillo de juegos para niños que parecía bastante decente. Envía la ubicación en el grupo de chat.Mariana fue la primera en llegar, y apenas entró, comenzó a quejarse de lo difícil que había sido estacionarse por la zona. Al notar que Sofía aún no había llegado, le escribió en el chat apresurándola.Mariana: [He estado esperando esta cena desde la tarde
La familia Ramírez tampoco dejaría en paz a Ximena.Quizás sería mejor que Ximena retrocediera ahora.Después de acomodarse un rato en los brazos de Sofía, Mariana se llevó a Felicia.—¡Esta es mi ahijada! —dijo Mariana abrazando a Felicia y dándole algo de comer.Sofía sirvió una bebida y levantó su vaso.Ximena sirvió una cerveza: —Sofía, gracias por ayudarme a conseguir el trabajo con el señor Sánchez. Si algún día necesitas algo, puedes contar conmigo.Ahora, Ximena considera a Sofía u
—¿Por qué cambió de parecer? Ve y pregúntale a tu hermano, ¿cómo íbamos a saber nosotras? —Mariana apartó a Sofía, que sujetaba a Ximena por el brazo—. Tomemos, tomemos y olvidemos a los hombres. Siempre que hablamos de ellos, es un drama.—Somos reinas, los hombres son solo la sal y la pimienta de la vida. ¿Por qué preocuparse tanto? —Mariana levantó su copa.—¡Habla por ti! Tú estás bien con tu prometido, no sientes lo que yo —refunfuñó Sofía, tomando la botella y bebiendo directamente de el
En ese instante en que sus miradas se cruzaron, Ximena sintió un torbellino de emociones en su pecho, como si algo quisiera salir.Felicia corrió hacia su madre y gritó con emoción: —¡Mamá, mamá!Ximena, sacudida de su ensimismamiento, tomó rápidamente la mano de Felicia y ambas se apresuraron a salir del restaurante.No quería encontrarse con Elena.Se sintió como si estuviera huyendo.Desde la arenera, Mateo, sosteniendo su carrito, observó cómo Felicia y su madre reían y jugaban. La sonr
Mariana no sabía cuánto tiempo había dormido.Sentía frío, un escalofrío recorría su cuerpo, y alguien la estaba tocando inapropiadamente.Pensó que era Diego y, con impaciencia, lo apartó diciendo: —Estoy tan cansada hoy...La persona se volvió más agresiva, causándole dolor sin preocuparse por cómo se sentía.Mariana se dio cuenta de que algo estaba mal y abrió los ojos de golpe.Todo estaba oscuro, no podía ver nada, sólo percibió la silueta de un hombre encima de ella.Mariana gritó as