Mariana cogió su bolso para irse con Ximena.Sofia, curiosa, preguntó adónde iban, pero Ximena no quiso decir, empujando a Sofia hacia la puerta.—Señorita, ha surgido algo urgente, ¡hasta aquí la reunión de hoy! Otro día, cuando tengamos tiempo, quedamos de nuevo, yo invito.Ximena no podía llevar a Felicia con ella a la casa de los Salazar, le pidió a Felicia que no abriera la puerta a nadie: —Si mamá llega tarde, vete a la cama a dormir, y si necesitas algo, llámame.Felicia, abrazando a
Los aldeanos, confiados en su número y armados, no retrocedieron.Fernando se enfureció y, blandiendo su botella rota, gritó: —¡Les diré la verdad! ¡Andrés no es mi hijo biológico! ¡Si no fuera por la vieja casa que dejó su verdadera madre, ni pensar en darles la casa del mercado!—¡Sam es mi verdadero hijo! ¡Si se atreven a querer la casa de mi verdadero hijo, lucharé contra ustedes!—¿Qué? ¿Andrés no es tu hijo biológico? —María, con una expresión de shock.—¡Soy su padrastro, su verdadera
Bajo la oscuridad de la noche, la luna brillaba radiante.Ximena vestía una falda blanca que le llegaba hasta las rodillas. Su cabello marrón ondeaba suavemente con el viento. Su rostro mostraba apatía y sus ojos, determinación.Fernando recordó repentinamente que, cinco años atrás, cuando Ximena había echado veneno para ratas en su vaso de agua, ella tenía esa misma expresión.Las piernas de Fernando temblaban. Suplicó a Ximena que dejara el encendedor.—¡Xime, por favor, escucha! ¡Papá ya
Esa noche, bajo el pretexto de enseñarle a cantar, Rebeca llevó a Andrés a un hotel, y sucedieron cosas que no se pueden describir.Al día siguiente, un video de Rebeca y Andrés, actuando de manera íntima, fue publicado en la red, y casi todo el mundo supo que estaban juntos.En ese momento, Andrés aún no estaba enamorado de Rebeca, pero para ser responsable, decidió estar con ella.Luego, Rebeca quedó embarazada y fue sola, en secreto, al hospital para abortar. Fue un amigo de Rebeca quien e
María, al tener a la policía de su lado, ya no tenía miedo de nada y se sentó en el suelo lloriqueando: —¡No hay justicia! ¡Los Castillo quieren apoderarse de la casa que dejó la madre de mi yerno, y expulsaron a mi hija embarazada de siete meses de su hogar!—¡Mi hija, con su gran barriga, no tenía a dónde ir y tuvo que volver a casa con su madre! ¡Y cuando el yerno viene a acompañar a mi hija, los Castillo vienen con violencia, exigiendo que mi yerno renuncie a la casa!—¡La vida de mi hija
Felicia había ido a la casa de Rebeca antes, así que le dio la dirección a Mateo.Mateo colgó el teléfono y, después de pensarlo bien, llamó a Dax Voss.El hombre con la cicatriz en la cara se llamaba Dax Voss, era el guardaespaldas de Lisandro. Si Lisandro estaba en Nubiazura, Dax también debía estar allí.Lisandro había instruido que Dax solo podía obedecer las órdenes de dos personas, Lisandro y Mateo.Lo más crucial era que Dax era mudo, no podía informar a Lisandro y además, era rudo y
—¡Soy un amigo de Felicia! Llámame Mateo —Mateo le dio su número de teléfono en su reloj inteligente a Andrés.—Si en el futuro hay tanta gente abusando de ti de nuevo, llámame.Andrés miró desconcertado a su alrededor, observó a Dax, que estaba en el asiento del conductor con una expresión feroz, y luego miró al hermoso y adorable niño a su lado.—¿Eres amigo de Felicia?Andrés estaba sorprendido, se preguntaba cuándo su dulce y obediente sobrina había conocido a un amigo tan impresionante.
Ni siquiera había dado las gracias por el regalo que le dio a Felicia. ¿Acaso esa mujer lo había ignorado completamente?Con el ánimo alterado, Lisandro dejó el móvil, se apoyó en el coche y encendió un cigarrillo.*Dentro del cuarto de interrogatorio.Ximena sabía muy bien que en ese lugar, sin evidencia para probar su inocencia, sería difícil salir.Cinco años atrás, sufrió por la falta de pruebas y fue encerrada medio mes como si fuera una puta.Ahora, realmente había derramado gasolin