Un silencio aturdidor se apoderó de la habitación mientras Roberto leía la nota. Su familia le miró con preocupación, preguntándose qué podría decir. —¿Qué pasa Roberto? ¿Qué dice esa nota? —preguntó Lacie con una expresión de preocupación en su rostro. —Si hijo, ¿Qué dice? —dijo a Renaldo cercánd
—Es un club nuevo que abrieron en Roma. —Deberían llevarse a Arion y Romeo —propuso Renaldo y los dos respondieron al unísono. —¡¡¡No!!! —gritaron los dos al unísono ante su negativa, su padre los vio con sospecha. —Cualquiera que los ve, diría que los aterra la idea de ir con sus hermanos ¿Estoy
Roberto reaccionó y se dio cuenta que quizás no era buena idea que se estuvieran exhibiendo, y aunque los presentes eran sus trabajadores, no siempre iba a poder conocer cuáles eran las intenciones de la gente.—Mejor subamos al salón VIP que es solo nuestro, desde donde podemos verlos a todos, pero
—No te preocupes, seguro es un charlatán que está allí, yo me encargo. Amor, espérame aquí sin moverte, déjame resolver la situación con ese par de idiotas, porque solo de esa manera se puede explicar su actitud. Roberto caminó con pasos firmes y cuando entró al salón se quedó sorprendido al ver de
Renella no podía creer que él le estuviera haciendo eso, sobre todo porque se lo preguntó varias veces y él negó saber la causa de porque había pocas personas en su presentación y en vez de aprovechar y ser sincero, le respondió que no se preocupara que quizás al día siguiente sería mejor.No podía
—Ya lo eché y no voy a dejarlo entrar otra vez —dijo Roberto con seriedad. —Hoy es un día para celebrar, Stefano Fisichella se coronó como campeón de la Fórmula Uno, es que él y Sandra se turnan ¿Lo conoces Roberto? —preguntó Karl. —Claro que si, nos hemos visto un par de veces, en la boda, en el
En ese momento, los médicos lograron llegar rápidamente al lugar y se apresuraron a estabilizar a Roberto, el cual sufría de una herida interna que lo incapacitaba para respirar, le inyectaron medicinas para intentar estabilizarlo. Mientras Renella seguía a un lado tomándolo de una de sus manos, sin
—Tengo miedo Fénix, no quiero perderlo.—No lo vas a perder, debes tener fe, por favor, no te derrumbes.En ese momento llegaron Taddeo y Camillo, este último caminó hacia Alonzo y lo tomó del cuello.—¡¿Qué carajos hiciste?! —le espetó sin contener la furia—. Te he dicho cientos de veces que los Fe