—¡Lacie! ¡Lacie! —gritó con toda su fuerza—¡¡Esposa!! ¿Dónde estás? ¡¡Mi amor! —gritaba todavía sin perder la esperanza de encontrarla. Todos corrían de un lado a otro, sus hermanos, sus padres, las personas del servicio de la casa, buscaron por todas partes y ninguno daba con ella, es como si la t
Lacie comenzó a navegar, mientras las lágrimas corrían por su rostro, con la mano libre se limpió al mismo tiempo que su cuerpo se estremecía, de pronto sintió el frío colársele hasta los huesos, un poco de temor empezó a surgir en su interior, giró la vista y en cuestiones de segundos la noche clar
—Seguramente está sin batería —susurró. Por unos segundos cerró los ojos y una lágrima resbaló por su mejilla, seguía llorando y su respiración empezaba a agitarse. Quiso gritar de la desesperación, pero algo iba a tener que hacer mientras no resolviera esa dificultad, retomó la banca y comenzó a
—¿Hola? Se me ha perdido la barca y tengo miedo, estoy embarazada, no tengo experiencia en las tormentas. Sintió una punzada, y algo pegajoso en la frente, se llevó la mano allí y vio que era sangre. Nadie le respondía, se recostó porque le dolía la cabeza, vio cuando el agua empezó a meterse en la
Lacie fue acostada por su hermano en la cama, enseguida entró su suegra y su madre. —Vamos a llenar el agua de la bañera, debemos regular la temperatura a tibia —dijo Camilla corriendo al baño. Entretanto, Maya iba donde su hija, sacaba a Aquiles de la habitación y la desvestía. —Mi pequeña tont
—¡No por favor! No hagas eso... ella corrió a salvarme, y no me cae mal… no sé si me entienden, no quiero hacerla sentir mal… sé que ella tiene su vida, su familia, es feliz… solo que me sentí desplazada cuando Renaldo fue a atenderla y todos ustedes se centraron en ella y nadie me prestó atención.
Acarició los pechos de su mujer, sus manos recorrieron cada centímetro de su cuerpo y con sus labios besó su cuello, su torso, sus pechos, su estómago, sus caderas, sus piernas, arrancando gemidos con cada caricia.—¿Te pido algo cariño? —preguntó entre jadeos.—Dime —respondió entre suspiros, mirán
Con torbellinos de sensaciones volviéndole loco, Renaldo comenzó a masturbarla con fuerza, sintiéndola temblar y retorcerse contra sus caricias, libre de su deseo.Renaldo introdujo un dedo en su núcleo y se frotó suavemente mientras seguía usando su otra mano para frotar el clítoris, estimulándola