Ella tenía los ojos llenos de lágrimas, se tapó la boca, y cerró los ojos con fuerza, no podía contener sus emociones, eso les hizo pensar a los otros cuatro lo peor, hasta que pegó un grito que retumbó en toda la habitación.—¡Son compatibles! —dijo y los otros cuatro se alegraron y festejaron como
—Bueno, te tomaré la palabra y haré lo que dices… ahora me voy, cualquier cosa me llamas.Ambos hermanos se despidieron, y como Renaldo temía que Luke no terminara tomando su consejo, se encargó el mismo de contratar un investigador privado… así lo encontró Lacie, terminando la llamada. —¿Ocurre al
—Debes ir diciéndome cómo te sientes —pronunció ella sin dejar de observarlo, pero él estaba concentrado en su rostro, que la acarició con la yema de sus dedos.—Ser tan hermosa como tú debe ser un pecado —pronunció y ella se sonrojó.—Adulador esposo. ¿Te sientes bien? ¿Estás mareado? ¿Tienes náuse
—Gracias, Fénix, por todo. Deseo de todo corazón que este proceso se realice cuanto antes y hacer todo lo que esté en mis manos ¡La amo! Y mi solcito, se merece toda la felicidad del mundo. Se despidió de su cuñada, al mismo tiempo que su esposa se removía a su lado, mientras dormía hacía un pucher
—¡Ya basta Deje de ser tan infantil, esto es un hospital, ¿Se da cuenta de que aquí hay seres humanos que pueden morir? ¿Y usted qué hace? ¡Me está retrasando el tratamiento de mis pacientes! —los que estaban en el pasillo, no podían disimular la risa, porque era verdaderamente graciosa la situación
Lacie se negaba a aceptar esa realidad, se removía gritando a todo pulmón. —¡Renaldo! ¡Renaldo no me dejes! —vociferó Lacie, asustada, levantándose de su sueño, miró a un lado y allí estaba Renaldo a su lado con su rostro de preocupación. —¿Qué ocurre mi amor? ¿Por qué gritabas? —preguntó sin pode
Ese día se quedaron de nuevo en el hospital, mas al día siguiente el estado de Renaldo era tan bueno, que el médico les dio una gran noticia. —Señores Ferrari… vamos bien, la primera sesión no tuvo mayores consecuencias, por eso los dejaré ir a casa y regresar para la próxima quimioterapia —dijo el
Renaldo ni siquiera le dirigió una mirada más, giró su vista hacia su esposa con temor, quien observaba con una mueca de seriedad y de pronto intentó alejarse. —Quizás lo mejor será que los deje a solas, para que puedan hablar —dijo, sin embargo, cuando iba a alejarse, su esposo la detuvo. —Esposa