-Estas loco- gruñí con bronca. Él sonrió ampliamente como si le hubiese dicho un cumplido, mostrando sus dientes amarillentos de tanto fumar.-Loco de amor por vos- Me guiñó el ojo en un intento de seducción fallido. Por dios, pensé. Las cosas que tenía que escuchar, no sabía si lo decía para molestarme o realmente estaba mal de la cabeza y creía que me iba a conquistar.-basta- le advertí cansada de sus juegos- jamás me amaste, ni cuando éramos novios. Solo querías a alguien débil a quien manipular, tuviste suerte conmigo, pero eso no era amor.- Le piqué en el pecho varias veces- Y ahora ya no soy esa niñita. -claro- rió de forma sarcástica- tu esposo millonario si te ama ¿no?- Me miró detenidamente, yo simplemente desvié la mirada- Claro, ¡eso si es amor!-exclamó de forma teatral- El dinero te compró Carlita, tú no eres así. -Nunca me importó el dinero Pablo, lo único que quería es que fueras un buen padre- exclamé dolida- solo eso te pedí. -y lo era.- dijo con seguridad. Yo
Nicolás dio vueltas y vueltas por la ciudad, buscando alguna señal de su familia, mientras esperaba que su mejor hombre lo llamara. -Maldito enfermo- exclamó en voz alta- si le llegas a tocar un pelo a mi familia yo te juro que no va a quedar nada de vos- gruñó- Nadie va a reconocerte después de que te agarre- apretó con fuerza el volante. Marcó a Carla a su teléfono mientras manejaba, pero ahora cuando la llamaba lo llevaba directamente al contestador.-Hola, estás llamando al teléfono de Carla- habló el contestador, con la voz inconfundible y dulce de su esposa- No dejes mensaje porque no lo voy a escuchar- sonó divertida. Nicolás hubiese reído si no fuera por la situación. El contestador hizo un “Pip” para que dejara el mensaje. -Escúchame enfermo- habló apoyando su boca en el teléfono, como si lo tuviera ahí en frente- Si tienes a mi esposa y a mi hijo, porque sí. Es MI hijo maldito desgraciado- exclamó con bronca y deseos de asesinar- Yo te prometo que no voy a dejar de busc
Oh Dios, estamos saliendo de la ciudad. Pensé para mis adentros cuando vi que pasamos por debajo del cartel de “Vuelva pronto”-¿A dónde vamos?- pregunté preocupada pero tratando de no levantar la voz. -Tranquila, no falta mucho- dijo mirando constantemente los espejos con paranoia. Yo no quería mirar hacia atrás, pero rezaba con que nos estuvieran siguiendo el paso, cuando más nos alejamos de la ciudad más perdía las esperanzas de alguna vez ser encontrada. Miré la hora en el tablero del vehículo, ya se estaba acercando la hora de que Nicolás volviese a casa, rogaba que hoy no sea uno de esos días en los que llegaba tarde en la noche, ya sería demasiado tarde. -Mami…- me llamó mi niño desde el asiento trasero. - Mami mami-¿Qué pequeño?- me volteé hacia él. Estaba sollozando en silencio con pequeños hipos. -Oh mi amor, ¿Qué sucede? - pregunté con dulzura- ¿Qué le pasa? - exclamó mi ex esposo irritado. Yo lo fulminé con la mirada, no tenía paciencia con los niños, no tenía ide
Mirando hacia la ventana comencé a llorar en silencio, para no molestarlo, no quería más problemas. Ya habían pasado unos cuarenta minutos desde que habíamos salido de la ciudad y aún no parecía que íbamos a detenernos en algún lugar. Ya me imaginaba en otro país. Me limpié las lágrimas y me giré hacia él. -Tengo que ir al baño- mentí. Él no contestó y siguió manejando con la vista al frente. -Pablo- lo llamé- ¿Acaso quieres que orine sobre el vehículo?-Realmente no me importa, cuando lleguemos me tengo que deshacer de este auto- dijo como si hablara de algo normal. -¿Lo robaste?- exclamé en shock-Yo no tengo el dinero que tiene tu noviecito Carla- exclamó como si fuera excusa suficiente para salir a robar-Hay algo que se llama trabajar- lo enfrenté- Si tan solo lo hicieras una vez en tu vida, quizás se te quitaría lo borracho. -Claro- rió de forma escandalosa y yo volteé hacia el niño, que por suerte no se despertó. – Porque el trabajo de tu otro es digno ¿No? - me miró y yo
-Perdóname ¿Si? - le sonreí de forma fingida a mi ex esposo a través del espejo. Él me observó sin poder mantener la mirada en mis ojos, se veía nervioso, la mano que sostenía el arma temblaba, un movimiento en falso y pum, adiós vida para siempre. -Hiciste que matara a esa pobre mujer- exclamó asustado cayendo en la cuenta de lo que había hecho. Nunca lo había visto así, podía ser violento y un borracho, pero estaba segura de que él nunca había tenido las agallas para matar a alguien a sangre fría, hasta ahora que había hecho un clic. Había cruzado su límite y sentía que nada lo detendría luego de esto. -Tienes razón- dije levantando las manos para que ni siquiera se le pase por la cabeza que iba a defenderme- Es mi culpa, no tuya- traté de convencerlo- ¿Por qué no bajas el arma? - exclamé suavemente, pero sentí que la apretaba más a mi cien. Tragué saliva asustada, pero me mantuve firme transmitiendo tranquilidad- Y nos vamos de aquí. Él miró el cuerpo alarmado, que ahora había
- ¿A dónde vas? - solté mientras me sostenía del asiento por el movimiento brusco que hacía el viejo vehículo al pasar por los baches que tenían las calles gastadas del pueblo al que nos habíamos metido. -Lejos de esos mafiosos de segunda- dijo doblando una vez más en otra esquina. - ¿Ya se fueron? -me preguntó gritando, me volteé a mirar por el vidrio trasero.-Sí, ya se fueron- exclamé desilusionada. Parecía que sí, que los habíamos perdido porque no había rastros de ellos por ningún lado. Las luces del pueblo apenas funcionaban y otras titilaban, y con lo oscuro de la noche casi no se veía nada en el camino. Parecía un pueblo fantasma, con los locales tapados con maderas, algunos con diarios viejos pegados y otros con los vidrios rotos. Pilas y pilas de bolsas de basura decoraban las calles y en algunas esquinas había personas de la calle calentándose del frío de la noche en baldes de metal con cenizas dentro. Claramente no era un lugar acogedor para esconderse y menos para vivi
Nicolás alcanzó rápidamente en la ruta a sus hombres que iban en su otro vehículo, al ver que su jefe estaba detrás de ellos haciéndoles luces, pusieron las balizas y estacionaron a un costado de la ruta. El joven bajó rápidamente y alcanzó por la ventanilla a quien conducía antes de que siquiera pudiera bajar del automóvil.- ¿Sucedió algo? - preguntó con poca amabilidad- ¿Alguna novedad? ¿Ya tenemos la ubicación?Fueron tantas preguntas que el conductor lo miró un poco asustado sin saber qué contestar y fue su mejor empleado quien bajó del asiento del copiloto y se acercó hasta él para explicarle en nombre de todos. -Señor, los hemos perdido de vista por un momento- exclamó suavemente. - ¿Y eso por qué? - preguntó manteniendo la calma, para no asesinar en quien confiaba. -Hemos sido detenidos por la policía- informó avergonzado- Nos han visto como sospechosos del secuestro de su mujer. Nicolás caminó en círculos al costado de la ruta llena de polvo y pateó con fuerza una piedra,
Nicolás retomó la ruta, dejando las luces rojas y azules de las sirenas atrás en el horizonte, haciéndose más y más pequeñas hasta desaparecer.La ruta estaba oscura, no había iluminación, solamente los faroles del vehículo. Esta vez no manejaba él, su mejor hombre había insistido en conducir ya que había visto a su jefe bastante alterado como para hacerlo y temía que se estrellen antes de poder recuperar a su mujer y a su hijo. -Déjeme hacerlo a mí, señor- dijo con seguridad en su voz- Confíe en mí, soy muy bueno en esto. Nicolás lo miró seriamente, como si buscara en sus ojos una pizca de miedo o inseguridad, pero desde que había contratado al muchacho siempre había trasmitido confianza ante él, no le temía, como todos los demás. Le sonrió complacido. -Está bien, confío en ti- Exclamó sinceramente dándole la vuelta al auto y sentándose en el asiento del copiloto, como hace mucho no lo hacía. La última vez había sido cuando intentó enseñarle a manejar a Carla, sintió el corazón hu