Capítulo 4

Me encontraba en mi oficina pensativa aún en todo lo sucedido en el baño del restaurante con el señor Cabal hace exactamente unas semanas.

Aún mi cuerpo tiembla de nervios por haberlo tenido tan cerca.

Sus ojos, su cabello, su nariz, su boca. Haberlo tenido a centímetros de mí hizo que una ola de calor me recorrerá por todo el cuerpo.

¿Pero por qué?

Su cercanía hizo que mi cuerpo se sintiera indefenso, pero a la vez sentía el impulso de tocar todo su cuerpo.

No llevaba ni veinticuatro horas de conocerlo y ya había causado desastre total en mí, odio tener que aceptarlo, pero el muy maldito me atraía y mucho.

«Es un Mujeriego»

Desde aquel día, cada vez que nos topábamos me trataba indiferente y eran pocas las palabras que cruzábamos. Al parecer mi reacción no le agrado y era de esperarse. Está acostumbrado a tener a las mujeres rendidas a sus pies, pero yo era la excepción.

Estas semanas para mí habían pasado muy rápido, había hecho una excelente amistad con los chicos, incluso con Marta. La única la cual demostraba a cada rato que no soportaba mi presencia era la señorita Monte, era más que obvio su desagrado hacia mi persona.

Unos toques a mi puerta me sacan de mis pensamientos.

— Adelante...

La puerta se abre y entra el causante de mis pensamientos con una carpeta en sus manos y una leve sonrisa.

—Señorita Mejía, necesito firme estos documentos que son para el evento que se aproxima.

— ¿Ya no los había firmado?

—Mi asistente cometió un error en ellos y tuvimos que redactarlos nuevamente y por ende también firmarlos.

Los coloca sobre mi escritorio, tomó mi bolígrafo, abro la carpeta y coloco mi firma donde dice mi nombre. Cierro la carpeta, se la entrego y sigo observando en la computadora los estados de ventas.

La toma, se levanta de la silla, levanto la vista y lo observo sonreír mientras mira la carpeta.

—¿Sucede algo? —Frunzo el ceño —. ¿Qué le divierte tanto?

—Señorita Mejía, nos casamos dentro de cuatro meses. —Dice con una leve sonrisa y no puedo evitar soltar una carcajada.

—¿Se ha vuelto loco? ¿De qué me habla?

—Usted desde este momento es mi novia, próximamente mi prometida y muy pronto nos casaremos.

—¿Esto es alguna clase de broma, señor? —Mascullo negando —. ¿Alguna especie de cámara escondida o algo?

—No soy ese tipo de hombres, señorita Mejía —Camina hasta quedar frente a mi escritorio —. Dentro de cuatro meses nos casamos, mientras tanto usted es mi prometida frente a todos.

—¿Se ha vuelto loco? —Lo miro incrédula por sus palabras —. ¿Por qué me casaría yo con usted?

—Porque usted aceptó cuando firmó el contrato matrimonial.

Se inclina frente a mí abriendo la carpeta y colocándola sobre el escritorio.

Lo empiezo a leer detenidamente y mis ojos se abren exageradamente al ver que no leí por confiada nada de esto.

«Maldita sea»

Cláusula 1.1

Se compromete usted a casarse voluntariamente con el señor Bastian Alejandro Cabal por el Civil, al igual que por la iglesia.

Cláusula 1.2

De no cumplir con lo estipulado en la cláusula anterior, dentro de cinco meses a partir de la fecha firmada del contrato, tendrá que pagarle al señor Cabal la suma de un millón y medio de dólares, el cual deberá ser pagado en un lapso de quince días.

Cláusula 1.3

Una vez firmado el contrato no hay manera de deshacer dicho acuerdo y de hacerlo tendrá que cumplir con lo acordado en la cláusula 1.2.

«¡Que me lleve el diablo!»

Estaba por volverme completamente loca, todo me retumbaba a mi alrededor, ni siquiera podía hablar, sentía que había quedado muda.

¿Bromeaba?

Ni siquiera lo conocía bien, ni teníamos una relación para casarnos, apenas tenía un mes de haber llegado a esta empresa y de conocerlo, eso era imposible.

—¡Es un idiota!—Susurro indignada —. ¿Cómo pudo hacerme esto?

—Tómelo como un negocio del cual al final recibirá una buena cantidad de dinero.

—¿Al final? —Me levantó exaltada —. ¿Qué final? Ese puto contrato habla de una boda por la iglesia y toda la cosa.

—Señorita Mejía, tómese el tiempo de leerlo y verá que habla de un tiempo estipulado, una terminación y una millonaria paga.

Introduce sus manos en sus bolsillos y me observa fijamente.

—¿Por qué escogerme a mí? —Pregunto enojada —. Teniendo muchas mujeres a su disposición.

— Porque es la única que no luce interesada en mi dinero, porque es una mujer muy bella, inteligente y trabajadora, pero sobre todo porque sé que es el tipo de mujer que a mi familia le agradaría y no se negarían a que me case.

Me observa unos segundos, se da la vuelta y sale de mi oficina dejándonos a solas.

Mi cabeza se sentía atónita, mi cerebro trataba de procesar todo lo ocurrido.

Tomo mi bolso, la carpeta y salgo de mi oficina rápidamente para ir a casa.

—Catalina, Marta solicita los docu...

— Ahora no Chad, necesito regresar o me volveré loca.

                                                                               (...)

Al entrar Salen me recibe, me deshago de todo. Me doy una ducha y al salir me siento en medio de mi cama. Abro la carpeta y la empiezo a leer detenidamente hasta llegar a las tres últimas

Cláusula 1.4

La señorita Mejía se compromete en comportarse como una novia cariñosa y completamente enamorada del señor Cabal frente al público.

Cláusula 1.5

La señorita Mejía se compromete en mantener el acuerdo y sus condiciones en total cooficialidad y no mencionarle de este a nadie.

Cláusula 2.0

Luego de cuatro meses de concretarse la boda cualquiera de las dos partes puede solicitar el divorcio y darse por terminado dicho acuerdo.

Cláusula 2.1

Al finalizar el acuerdo, el señor Cabal se compromete en pagarle a la señorita Mejía la suma de tres millones de dólares.

— Este hombre está loco — Susurro abrumada —. Esto me pasa por andar firmando papeles sin leer antes, si sigo haciéndolo le voy a entregar mi alma al mismísimo sin saberlo.

Cierro la carpeta, lo coloco sobre mi mesita de noche y me acuesto en mi cama tratando de descansar un poco.

Vaya lío en el que me había metido y tenía que pensar la manera de salir de él...

                                                                                (...)

Llego a la compañía, me encuentro más tranquila y ya había reflexionado las cosas mucho mejor.

Al elevador abrir las puertas a las primeras personas que veo son a las chicas junto a Chad, los cuales sostienen carpetas y parecen bastante agitados.

—Buen día, chicos — Me acerco y recojo el bolígrafo que se le ha caído a Fernanda —. ¿Por qué tan agitados?

—A última hora nos avisaron que los señores Cabal vendrán a la empresa a ver que tal el señor Bastian lleva todo — Responde Mili.

El elevador pita anunciando su llegada, al abrir sus puertas se baja Marta, Julia, el señor Cabal, quien me mira con una leve sonrisa.

—Buen día – Dice Marta con una sonrisa —. Qué bueno que estás aquí Catalina, tenemos reunión en la sala de juntas, te esperamos dentro de cinco minutos.

—Allí estaré.

Observó a Julia la cual me mira con desdén, Cabal me observa fijamente, su vista cae a la carpeta en mis manos. Lo miró unos segundos y luego camino en dirección a mi oficina.

Al entrar dejo mi bolso sobre el escritorio, guardo la carpeta en un cajón con llave, salgo de mi oficina y fuera ya me espera Chad para ir al salón de juntas.

— ¿Te sucedió algo ayer? – Masculla —. Te fuiste tan repentinamente que nos dejaste un poco asustados.

—Tuve algunos inconvenientes y me estaba volviendo loca en la oficina, pero ya está todo solucionado.

—¿Ya está todo bien? – Asiento —. Entonces me alegra que no haya sido tan grave, el señor Cabal no mentía.

—¿Qué? – Me detengo y me mira extrañado —. ¿Por qué lo dices?

—Luego que te fuiste preguntó por ti, Fernanda le dijo como te habías ido y al vernos preocupados dijo que nos tranquilizáramos, que no era nada grave.

«Maldito idiota»

Vaya en el lío que me ha metido este imbécil, de tantas mujeres en el mundo me viene a escoger a mí.

Entramos a la sala de juntas donde ya se encuentran todos, observo a una pareja mayor y a una mujer joven, quizás de mi edad.

—Buenos días, lamento, la tardanza —Me disculpo y me ganó la mirada de todos.

—No se preocupe bella dama —El señor me da una cálida sonrisa —. ¿Con quién tengo el gusto?

—Catalina Mejía, jefa administrativa del área de presidencia – Le extiendo mi mano y deja un beso en ella.

—Un placer señorita, Carlos Cabal para servirle —Se gira y la señora se acerca —. Ella es mi esposa Alejandra.

—Señora, es un placer —Me extiende la mano cordialmente con una sonrisa.

—El placer es nuestro, he visto los informes de tu trabajo y vaya que eres buena en lo que haces.

— Gracias.

— Ya que nadie me presenta —La chica se acerca —. Soy Anahí Cabal, no trabajo aquí, pero lo haré próximamente y exactamente en el área de ventas.

Veo a Bastian negar y sus padres sonríen al ver a su hija tan alegre.

Se nota mucho lo carismática que es, una buena chica y bastante sencilla.

                                                                          (...)

A la sala siguen llegando jefes de las demás áreas de la empresa, detallando los informes de sus áreas, todos lo hacen hasta llegar al de Recuerdos Humanos, en donde una Julia trata de impresionar con su amabilidad y una excesiva sonrisa falsa.

Al terminar, llega mi turno y empiezo a proyectar en la diapositiva de mi informe y la estrategia de marketing que estado utilizando.

—La felicito por su trabajo, señorita Mejía – El señor Cabal me aplaude y los demás lo hacen —. Mi hijo ya me había puesto al tanto de lo buena que era, por eso quise venir y verlo por mí mismo.

— Gracias señor Cabal, hago lo que puedo ante la falta de alguien que coordine el área de marketing.

— Eso lo sabemos, por eso mi hija Anahí tomará ese puesto y trabajará en conjunto con usted para que pueda guiarla y hacer un excelente trabajo, claro si usted está de acuerdo.

Julia lo mira asombrada, mientras la chica me mira con una gran sonrisa.

— Por mí no hay problema, señor Cabal – La chica sonríe entusiasmada.

—Bien, una vez presentado todos sus informes, ver que todo marcha excelentemente bien, los felicito a todos y doy por terminada la reunión.

Los presentes empiezan a levantarse y despedirse de cada uno de el Cabal. Faltando Marta, Julia, los chicos y yo.

Antes de que dé un paso, Bastian me detiene.

— Catalina, ¿Puedes quedarte un momento? —Sus padres lo miran curiosos, mientras los demás lo hacen con asombro.

—Sí.

Los chicos salen del salón, excepto Julia, a quien sigue parada a un lado de la silla donde se encontraba sentada.

—Bastan, si es un tema de la empresa como jefa de Recursos humanos, yo de...

—No lo es Julia— La interrumpe —. No te preocupes, te puedes retirar.

Lo mira duramente y luego de unos segundos sale de la sala con un evidente enojo.

— Hijo, ¿Sucede algo? —Pregunta su madre curiosa —. ¿Por qué le pediste a la señorita Mejía quedarse?

— Quería hacerles saber desde, ya que ella será mi acompañante en la fiesta de gala que tendremos este sábado.

Sus padres y su hermana lo miran asombrado para luego mirarme a mí.

— Me parece perfecto hijo —Su padre sonríe —. Así podremos presentar a la encargada de que la empresa esté aumentando de ventas y marketing.

—No, papá, esa no es la intención.

—¿Entonces cuál es? —Pregunta curioso.

Bastian se acerca a mí con una gran sonrisa en su rostro, me sujeta por la cintura y me acerca a él.

— Quiero presentar a Catalina como mi novia ante todos.

Su madre, su padre y su hermana nos miran atónitos mientras mis mejillas se tiñen.

Vaya enredo en el que me había metido este idiota, pero no puedo negarme porque no tengo un millón de dólares para pagar en treinta días.

No me queda más que resignarme y seguirle su maldito juego...

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