Lunes: Práctica de surf. Martes: Noche de bolos. Miércoles: Senderismo. Jueves: Cocinar un platillo difícil. Viernes: Voleibol playero. Sábado: Fiesta de blanco. Domingo: Navegar. —El juez se ha vuelto loco —dije cuando terminé de leer la lista de esta semana. No quiero imaginarme la siguiente semana—¿Que gana con todo esto? Es decir, ¿que gana con que nos llevemos bien? No entiendo. —Solo quiere asegurarse de dejar la herencia en buenas manos. —Lo dirás por ti porque conmigo están en buenas manos. —rodé los ojos—Como sea, pediré mi almuerzo. —¿Comes en tu oficina? —Claro, ¿donde más? —Luego se queda el olor a comida y no es muy profesional de tu parte que digamos. Rodé los ojos como por tercera vez en lo que va de la mañana y tomé el celular para llamar a Patricia. —Lo mismo de siempre para el almuerzo. —¿Y el señor Luke que va a ordenar? —me pregunta. —No lo se, Patricia, llámalo a su celular —corté rápidamente la llamada. Estaba terminando de hacer una propuesta,
Me debatí en si ir y darle algo de dinero a esa niña. Después de pensarlo mucho me bajé del auto y caminé hacia ella. Hacia un poco de viento, estaba bajo el sol, ni siquiera tenía una carpa para poder cubrirse del sol. La joven estaba llena de tierra, sucia, delgada. Dios, es como si me estuviera viendo al espejo. Me golpeó fuerte esa imagen. —¿Hola? —saludé, no se me daba eso de ser cursi con las demás perdonas. Con la única persona que era así era con Kev, siempre actuaba fría con los demás y no dejaba que me dieran ningún tipo de afecto. —¿Me da un dólar, señorita? Es para comprar algo de comida. Tengo días de no comer. Tomé la cartera y saqué un billete de cien dólares. Se lo di. —No tengo cambio, señorita —la chica me devolvió el billete. —Es para ti, todo esto —se lo di de nuevo. —¿Que? ¿Tanto dinero para mi? ¿Por qué? —Porque si, solo son cien dólares, niña. Ve a comprarte algo de comida y ya. Espero sepas administrarlo. —Muchas gracias —empezó a decirme—Lo que haré c
Nerea estaba muy feliz con su ropa nueva. Habíamos llegado a casa para que se duchara y se cambiara. Cuando Nerea salió de la ducha ya vestida, nos quedamos asombrados. Parecía otra persona. Era completamente distinta. Claro, ya no tenía toda la tierra sucia en su cuerpo ni el pelo alborotado, nos dimos cuenta de que era tez blanca, tenía muchas pecas en la cara y su cabello era color rojizo cobrizo. —Que bella —le dije, asombrada. Luke se había quedado afuera. —Ya no tienes que preocuparte por pasar hambre. —Me siento… renovada —dice, viéndose en el espejo—Gracias, Amanda. —De nada, Nerea. Sin embargo, tenemos que hacer muchas cosas antes. Para que estés con nosotros tienes que pasar por ciertas pruebas. —¿Que pruebas? —Bueno, tienen que hacerte exámenes, asegurarse de que todo este bien con tu salud. Además, pasarás unos días en la casa hogar mientras se termina el papeleo. Así son las leyes. Ella se vio un poco triste pero no se podía hacer nada. —Mi abogada Roberta te ll
—Al parecer si —le dije a Rita. El personal estaba arreglando todo. Mañana la fiesta inicia después de medio día. —Cuéntame tu, ¿cómo te llevas con el? —Pésimo. Es un sangrón, un tarado que lo único que hace es molestarme y hacerme salir de mis casillas —le conté, solo hablar de Luke me ponía de malhumor: no servía de nada la sesión de yoga que tuve. Ella me sonrió. —¿No hay chispas en el aire? —¿Que? —me reí—Nunca. Prefiero besar un sapo a que me guste Luke. —¿De que sapo hablan? —pregunta Luke detrás de mi, me sobresalto de inmediato porque espero que no haya escuchado. —Que te importa, vete de aquí —le dije de mala gana. No se por que Luke me da coraje. —Hola, creo que no nos han presentado —Luke le da la mano a Rita—Soy Luke Grayson. —Mucho gusto, Luke, soy Rita Romanno. Me dices Grayson pero como es tu apellido anterior —quiso saber Rita. Algo que yo también quisiera saber. Pero Luke no lo dijo. —Grayson —solo dijo—Antes tenía solo el de mi madre pero ahora ell
Lupe y Gloria me miraban como si fuera lo más extraño del planeta. No sabían que hacer. —¿Que pasa? —pregunto Luke, llegando a la cocina. Hasta parecía que había venido corriendo. —¿Que tienes? ¿Se metió alguien a la casa? —quiso saber—¿Por qué llora? —¡Noooo! —seguí haciendo mi berrinche. —Es que se enteró de que su mayor enemiga esta de regreso. —¿Quien? —La señorita Donna Stuart. —Ya, Amanda, no llores por esa estupidez —Luke me sobó la espalda. —Amanda, tienes que calmarte, recuerda que tenemos que ir a la playa y se nos está haciendo tarde, no podemos dejarlo pasar. —¿Por qué todo lo malo me pasa a mi? —lo miré, seguro mi maquillaje estaba corrido. Luke me miraba chistoso, le daba risa mi mala suerte—Primero apareciste tu y ahora esa víbora de Donna —apreté su camisa—Me dan ganas de tomarla del cuello y retorcerlo. —Si, si, pero no me lo hagas a mi —se apartó, porque le había pellizcado el brazo—Ve a sacar tu ira en la pelota de volley. —¡No quiero! —renegué—Al menos no
—Soñé con Fredy Kruger. Luke estalló en risas. Apenas me estaba despertando y fue lo primero que dije. Es decir, me salió tan natural. Estoy acostumbrada a hablar de las cosas extrañas que sueño con Lupe o alguna persona del servicio. Pero no me acordaba de que Luke estaba durmiendo en mi habitación. —Eres tan extraña, Amanda. Si me hubieran dicho que tu personalidad era así créeme que no hubiera venido acá —se le salió. Eso me pareció extraño. ¿Por qué lo diría?—¿Que quieres decir con eso? —llevé mi mano al tobillo porque el dolor era poco pero todavía estaba allí. El tobillo estaba medio inflamado. —Nada. Olvídalo. —Luke se pone de pie—Hay un montón de gente abajo, creo que es mejor que empieces a vestirte. —En un rato —le digo—¿Que pasó anoche? Casi no me acuerdo de nada. —Bueno, prácticamente estabas muy drogada por los analgésicos y te quedaste dormida —me dice—No te preocupes, no hiciste nada malo. Achique ojos mientras lo veía ponerse su camisa. Es increíble el tiemp
—No puede ser —susurro—Es Nerea. —¿Quien es Nerea? —Bueno, verás. Ayer fue un día donde pasaron muchas cosas. Tú sabes como me encontró Andrés a mi, ¿verdad? El asintió. —Ayer mismo cuándo venía de la empresa me encontré a esta chica en la misma situación que yo. Me recordó tanto a mi que no pude dejarla en la calle, sola y desprotegida. Ella es Nerea y estamos en trámites de adopción. Si yo tuve esta oportunidad no veo por qué ella no la pueda tener. Te iba a contar pero luego pasó todo lo de Donna y... —Tranquila, cariño, está bien. No estoy enojado. Al contrario, me da gusto que sigas teniendo ese buen corazón. Cuenta conmigo para lo que quieras. —Me sorprende que esté aquí. Luke y Nerea se acercan. —¡Amanda! —ella me abraza. —¿Que estás haciendo aquí? Ella llevaba un bonito vestido blanco. —Luke hizo algunas cosas para que yo pudiera estar. Me dijo que te gustaría que yo estuviera aquí. —Claro que si. Mira, Nerea, el es Kev, mi novio. Note como Luke rodó los ojos cua
—¡Fue el! ¡El me dejó encerrado! —exclama enojado Kev. —¡Cálmate, no estás seguro de si fue el! Pudo haber sido cualquiera. —¡Yo se que fue el! —Kev estaba muy enojado—Aprovechó para estar contigo en este momento y ser el quien salga en las fotos. No estoy loco, Amanda, se que le gustas y por eso siempre esta detrás de ti. Soy hombre y se por qué te lo digo. Nerea estaba un poco asustada por la forma en que Kev hablaba. —Cálmate. Nerea, por favor déjanos solos, ¿si? Kev está un poco enojado. No quiero que presencies esto. Nerea asintió y se fue corriendo. —Kev, tienes que estar muy seguro de lo que dices. —¿Quien más pudo ser? —me pregunta. —Pudo ser cualquiera —lo pensé—Incluso pudo ser alguna de las amigas de Donna. Ella siempre intenta dejarme en ridiculo y lo sabes bien. Si, seguro ella hizo esto para que yo hiciera el oso en la ceremonia. Kev trató de pensarlo también. Al menos lo estaba tranquilizando un poco. —No lo sé, esto no se va a quedar así. —me dice. —Cálmate