COMPAÑERA

Capítulo 3

Thomas había cambiado su tono, me agarra de la cintura con fuerza, es incómodo.

Empezó a olfatear mi cuello, me dió un leve mordisco que me hizo lanzar un quejido suave de dolor.

—¡Déjala! —exclamo Robin enojado al ver que me tocaba de manera impropia

—¿Quien es ese idiota? No pertenece a Redmoon —Thomas lo ignoro, me preguntó mirándome a los ojos.

—Es... Es un amigo, por favor déjelo ir, fui yo la que escape —estaba muy asustada, Pero quería que Robin se salvará.

—¡¿Por qué lo defiendes?! —Thomas grito dándole un golpe al árbol dejando su puño en la madera.

—Es mi amigo, me ayudó.

—¡Te besaste con el! Ahora entiendo —me olfateo de nuevo —Estabas excitada por sus besos.

Parecía fuera de control, me agarró del brazo con fuerza haciéndome daño, me reclamaba mientras gruñia.

—¡Nos queremos! —grito Robin alborotando la situación —¿No reconoces lo que es el amor?

—¡Cállate! —Thomas le dió un puño en la cara.

—Basta —me arrodillé delante del Alfa, le suplique con lágrimas en los ojos que dejara a Robin.

En ese momento entendí que en un par de días, Robin se había convertido en alguien importante en mi vida, estaba dispuesta a someterme a la muerte por su bienestar.

El problema fue que Thomas se dió cuenta de lo mismo.

—¡¿Por qué pides por su vida?! —me jalo del brazo y me obligó de un solo tirón a levantarme del suelo —¡No debes suplicar por nadie que no sea yo, Tu serás mi Luna, mi compañera.

Me paralice, el me dió un beso en la boca Pero le di una fuerte cachetada, me aleje asustada, ¿Por qué yo sería su compañera?

Thomas sonrió, acaricio la mejilla donde le di el golpe

—Robin, eres un forastero y en Redmoon no nos gustan, desde hoy el castigo para los forasteros que merodeen nuestra manada es la muerte.

Saco su daga del bolsillo y la enteró en el abdomen de Robin que gruño del dolor, corrí para intentar ayudarlo pero Thomas me agarró de la cintura.

—Saquenlo de mis tierras.

Los lobos de Thomas agarraron a Robin que estaba malherido y lo lanzaron al acantilado

Grite con todas mis fuerzas, empecé a llorar, sentí un fuerte dolor en mi pecho, como si me quitaran la mitad de mi alma.

—¡No llores por el! Ahora eres solo mía, Mila, mi futura compañera

Thomas me agarró de las mejillas con brusquedad y me beso.

Eran tantas emociones que me desmaye en sus brazos, no recuerdo nada más que la oscuridad que sentí llegar a mi vida.

Cuando abrí los ojos, estaba en una habitación lujosa, acostada en una cama que ni en sueños pude tener algún día.

Me acerque a las ventanas, estaban con barrotes, la puerta no abría, golpee y grité, pedí clemencia Pero no había respuesta, solo el silencio ordenado por el Alfa.

Un grupo de sirvientas de la casa de lobil del Alfa, entraron a la habitación, les hice mil preguntas pero ninguna respondió.

Me colocaron un vestido rosa de telas tan suaves que jamás mi piel habían tocado, y joyas con las que fingía lo que no soy.

Me detuve, les pedí que no me quitaran la cadena sencilla de plata que me acompañaba desde niña, el único recuerdo de mi madre.

—¿Que pasa? —pregunte mientras mi garganta seguía temblando.

—Nada mi señora, el Alfa la buscará en un momento.

—¿Señora?

Abrí los ojos, siempre me habían tratado como una plaga, sin respeto, yo solo era la esclava de la hija del dueño.

Quería escapar, el dolor de la muerte de Robin me quemaba la piel, no dejaba de recordar la seguridad que el me daba y como me sentía desprotegida.

La puerta se abrió.

Al girar ví a Alexandra entrar en la habitación

—¡Eres una desgraciada!

Me dió una fuerte cachetada que me hizo caer sobre la cama

—No hice nada... No hice nada —repeti nerviosa.

—Eres una mosca muerta, no se que estrategias usaste pero no voy a permitir que el Alfa se case contigo.

—¿Casarme...casarme con el Alfa? —titubee mientras abría los ojos sorprendida por lo que acababa de decir.

Observé la ventana, ahora entendía porque toda corrían de lado a lado preparando lo que parecía ser un evento, era mi boda

—¡Te le metiste por los ojos! No sé que artimaña usaste para que el crea que eres su pareja, pero no lo voy a permitir.

Alexandra me agarró del cuello con fuerza, estaba acortandome el aire, le di un leve empujón para que le soltará y poder recuperar la respiración.

—¡No sé de qué habla! —intente gritar pero su agarre de loba fuerte me dejaron sin aliento.

Ella se acercó a un rincón, agarro un látigo para bestias, se acercó a mi y empezó a golpearme con brutalidad.

Aquel vestido quedó hecho añicos en la espalda, estaba poseída por la rabia, grité pidiendo ayuda.

Thomas llega, agarro la mano de Alexandra y la empujó en el suelo quitándole el arma con la que me hacía daño, me defendía sacando sus colmillos.

—¿Estás bien? —el se acercó a mi, reviso mi espalda mientras yo solo lloraba por el dolor

—¡¿Que es lo que sucede contigo?!

Alexandra se arrodillo, abrazo sus piernas y en medio de las lágrimas le pedía que no la dejara

—Por favor, te lo suplico, no me dejes, nacimos para estar juntos ¿lo olvidas?

—Tu no eres mi compañera, tu olor no me atrae como el de Mila, solo puede ofrecerte ser mi concubina —el lobo le dió un beso en la boca.

Alexandra negaba, le repetía que no podía ponerme por encima de ella

—¡Es una esclava, yo soy una Zanella —

—Desde hoy Mila no es esclava, porque no compañera solo puede pertenecerme a mi.

El lobo chasqueo los dedos, sus lobos entraron a la habitación, le ordenó a Alexandra esperarlo en el pasillo

—Nadie me moleste, hablaré con mi compañera —Me tomo de la mano y me dió un beso en los labios.

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