Narrador.
Lars dejó ir a Anthony, y prefirió ir en busca de Maia, total si algo malo le llega a pasar a la cachorra, sabía perfectamente en dónde buscar a Anthony.
Cuando llegó a la casa, fue directo al aposento en el que estaban las chicas y cuando vio que no estaban se puso furioso, Fer lo había seguido y estaba también desesperado, pero a diferencia de Lars fue capaz de ver la ventana rota.
—Espera hermano, parece que ellas salieron por este lugar — dijo deteniendo a Lars, quien iba dispuesto a terminar lo que empezó con Anthony.
En cuanto Lars vio los cristales rotos sonrió, entonces cerró los ojos y por los aromas dentro de esa habitación pudo ver lo que sucedió tiempo
Narrador.Lars miraba a cada uno de sus empleados buscando entre ellos al traicionero y percibió el miedo de Brian, un tic nervioso en una de sus piernas izquierda lo delató, más el sonido exagerado de su corazón.Sin mirarlo y mirando fijo a otro de sus empleados Lars lo llamó —ven aquí Brian.Con las rodillas temblorosas Brian dio un paso adelante; sin embargo, no quiso avanzar más por miedo a lo que Lara le pudiera hacer, —¿dime la razón de haberme traicionado? — Brian levantó los hombros, no sabía que decir, puesto que estaba descubierto.—No lo he traicionado jefe simplemente dije la verdad, además usted parece no querer matar a la hija de ese león&mdas
Narrador.Maia continuó su andar a la cocina, encontrando a una de las empleadas y aun furiosa pidió que le preparara de comer.—Oye chica, — la llamo, la mujer humana que estaba trabajando volteo a verla y le sonrió tras recordar que es la chica loca que retó a Camilo, el jefe gruñón, como le han nombrado ellas y han querido ver a Maia, pero Camilo no se los permite, — necesito mucha carne, es lo único que puede calmarme—pidió Maia ansiosa.—Está bien, deme unos minutos—respondió ella con decencia y no le molestó la confianza de Maia, porque en ese lugar todos andan con las caras amarradas y no le sacan tema de conversación.—¿Cómo te llamas?
Narrador.Fer besaba a Ana sin darle tregua, chupaba con intensidad y pasión sus labios, jugaba con su lengua y sin importarle su torpeza, seguía atacando su boca sin que nada lo detuviera, sostenía su nuca a la vez que con la mano libre le acariciaba el pecho y por su parte Ana no podía pensar en lo que estaba sucediendo entre ambos, ya ni recordaba el desorden del lugar, sino que apretaba bajo las palmas de sus manos el edredón acolchado y gemía sobre los labios calientes de Fer que no le daban tregua a respirar.Los dos estaban calientes, con ganas de avanzar más y desnudarse, Fer omitió escuchar todo el alboroto que se oía en el primer piso como Maia no paraba de reír junto a Jhoa.De repente Fer tuvo que alejarse de esos labios que no quería dejar de sabore
Narrador.En la reunión Lars estaba dando su demostración de cómo sería la productividad y las ganancias que le generaría explotar esa mina y sobre todo en que podría beneficiar a los clientes que estaban ahí escuchando su propuesta y mirando con interés las demostraciones que la asistente de Lars proyectaba en la pantalla grande tipo cine que tienen en la sala de juntas.«Estúpidos humanos, se creen mucho cuando tienen dinero» pensó Lars macabro cuando los veía hablarse unos a otros en el oído escuchando sus comentarios sobre que parecía buena inversión y aunque para él es más como una tapadera como empresario humano que dice ser los necesita para justificar la ganancia que generan sus negocios, no tan legales.Son
Narrador.Alisan miraba a Camilo como si quisiera arrancarle la cabeza de un solo golpe, mientras que él estando de pie frente Alisan tragaba saliva con dificultad a la vez que las piernas le temblaban.—Dime leopardo, ¿qué te trae por mi territorio? —, mientras Alisan lo interroga, lo mira con ojos entrecerrados y porte de enemigo violento utilizando su voz profunda y tenebrosa de león, dejando que al final de cada palabra saliera un bramido explosivo y profundo, quería implantar temor en él y lo estaba logrando porque a Camilo se le erizó los pelos, su leopardo le decía que serían devorados por puro placer cuando el rey León supiera que trabajan para Lars.*No debemos asustarnos, somos tan salvaje como él* le dijo Camilo a su leop
Narrador.La bruja Ruya siempre tuvo el deseo de conocer a Lars y ahora que lo hizo quedó impresionada con ese hombre tan imponente y que por demás le dio un buen recibimiento, sobre todo porque también confundió sus intenciones al dejarla vivir en su casa.«Ofrecida» pensó Maia sin dejar de mirarla y la bruja sentía su presencia, pero no se molestaba en voltear a verla, sino que reía tras poder oler sus emociones.—Celas a un hombre que no siente más que odio por ti— manifestó Ruya a Maia, ya Camilo le había dicho todo por qué debía saber la historia para poder crear el elixir mágico con el cual durmieron las bestias de Maia.—Deja de hablar pendejadas est&uacu
Narra Lars.Me quedé sumamente impresionado, quise gritarle porque si hay algo que adoro es mi privacidad, pero me cohíbo de hacerlo, porque en parte siento que yo fui quien la conllevo a tomar esa decisión, la conozco bien y sé lo impulsiva que suele ser, en media hora estará de vuelta en su aposento junto a su prima, lo sé.*Yo que tú no pensara así, se ve decidida a quedarse en nuestra habitación, * meadvierte Maj con tono burlón y siento que lo disfruta.La hice sentarse sobre la cama y de inmediato fui al baño en busca de algo que me pueda ayudar para curarle las heridas, pero buscando en los cajones me acord&
NarradorA Lars le parecía placentero sentir como el cuerpo de Maia se estremecía sobre él, a la vez que sus dedos se resbalaban por la apertura de su entrepierna, no dejaba de simular círculos pequeños y constante sobre su clítoris duro y lubricado por su misma excitación, mientras su aliento cerca de la oreja de Maia le provocaba cosquilla y sentía que le quemaba simultáneamente. La abrumaba tanto con la agilidad de sus manos para tocarla como con sus ligeros mordiscos en el lóbulo de la oreja. Él fue recorriendo con las yemas de sus dedos, el valle de su vientre plano y ella no hacía más que inclinar su cabeza hacia atrás, pegando más a su espalda con las piernas bien abiertas, dándole acceso a Lars. Él tomaba todo lo que le daba, mordisqueaba un sendero en su cuello, enviando ondas de placer a través del vientre de Maia, pero teniendo presente que no podía marcarla; eso lo limitaba, reprimiendo ese impulso, era agotador. Esa mano que recorría el sendero de su abdomen se detuvo fin