Amores, mil y mil gracias por acompañarme en este hermoso camino de esta nueva historia. Espero que les guste este inesperado final y que me puedan acompañar en mi nueva historia que es GRATIS, la historia de IVAR Y VALESKA, un remolino de secretos y amor. Busquenla en mi perfil y no duden en seguirme para cuando publique la historia de Ismael y Danna, que llegará muy pronto. Abrazos desde Colombia. en re.des soy @catapaezwriter
—Me siento cansada —esa fue la señal de Anika, para informarme que era hora de partir. —Si —hice mi mejor esfuerzo para no mirarla, para ignorar por completo su presencia en el lugar, para intentar no detallar cómo el chico hacía todo por satisfacerla a la luz de los ojos de todos y no como tuve que hacer yo durante meses, entre las sombras. Quería creer que la sonrisa en respuesta a ese chico era genuina, que era igual a las que ella solía darme, pero me daba cuenta que aquella expresión no llegaba a sus ojos. Anika y yo nos pusimos de pie, tomé su mano y me despedí cortésmente de todos los asistentes. —Hijo —mi padre siguió mis pasos hasta la entrada del pomposo lugar. —Stan, ¿qué sucede? —quería decirme algo, sin embargo que Anika estuviese a mi lado evitó que hablara con fluidez. —Te espero en el auto —Anika era una chica inteligente y sumisa, desde que había aceptado ese estupido acuerdo, sus negativas habían sido… nada, a todo le decía que si. Mi padre y yo la vi
Intenté conversar con ella, pero fue imposible para mi, casi un año separados y tenerla frente a mi no ayudó a que mis pensamientos fueran sensatos . —Suéltame —los ojos de Danna estaban inyectados de ira. —¿Eso quieres? —le pregunté con toda la firmeza de la que fui capaz. —Ismael, tu… —Dime que no y me alejo para siempre de ti. Pero dímelo m*****a sea. Sus ojos estaban fijos en mí, en mis labios, en todo lo que tenía para darle y sin embargo no había nada allí. No lograba leer sus pensamientos como antes podía hacer sin problema alguno. —Me quiero ir a casa —tomó su pequeño bolso que había quedado rezagado por el suelo y se plantó firme junto a la puerta. Ella no quería estar junto a mi, yo ya no significaba nada para ella y tenía que dejarla ir. Sin embargo se fue de su fiesta de compromiso para buscarme, para hablarme, para que yo le dijera algo que ella necesitaba escuchar. Pero no había palabras para que ella entendiera lo que yo quería decirle, lo arrepentido que esta
Mis ojos estaban hinchados de tanto llorar, pudo ser una cena como las demás, pudimos salir de allí desapercibidos y que nada afectará aquella extraña relación que habíamos establecido casi sin palabras. Pero todo fue una locura, espere a Ismael en el auto mientras conversaba con la señorita Danna, pero contrario a eso, mis ojos tuvieron que ver el apasionado beso que le dio a la mujer que amaba en lo que me pareció un ataque de emociones y sentimientos. Mi pecho ardió, dolió, sentí como la piel se quemaba viva. Estaba siendo tonta, después de todo él y yo solo teníamos un acuerdo para que la Señora Alice no le molestara. —Señor —tan tonta como yo siempre había sido, me bajé del auto creyendo que podría necesitarme aunque mis ojos habían visto que fue él quien incitó el beso. —Anika —me llamó cuando se separaron abruptamente por mi presencia. —Estoy cansada —esa era nuestra clave para huir de cualquier lugar en el que no nos sentíamos cómodos. —Debo… debo regresar a la fiesta —
—Señor… —Ya te dije que no me digas así, falta poco para mis 30, pero aún no los tengo. —Lo siento —vi a Anika sonrojarse y me di cuenta que ese hermoso color que teñía sus mejillas combinaba perfectamente con sus ojos. —Lamento venir así, no sabía que tenías un novio y… —No es mi novio —respondió presurosa—. Es más bien como un hermano. —Un hermano con mucho dinero —lo dije por el lujoso auto en el que se estaban transportando. —Bueno, se ha esforzado muy duro durante toda su vida para obtener lo que quiere. —Entiendo —volví mis ojos a ella y me di cuenta que el chico tardó en irse—. Vine a pedirte disculpas, quiero que sepas que lamento lo que sucedió ayer y lo que viste, con respecto a eso, yo… —No vi nada, no se de que me habla —ella era demasiado discreta, tanto que parecía irreal, Anika en realidad era como una sombra, sabía todo lo que acontece a mi alrededor, pero no se metía en nada. —Anika, no debí dejar que regresaras sola a casa. —En realidad regresé con el cond
Mientras que las fotografías y la grabación se dibujaban en la pantalla del televisor, Stan cortaba un tomate con delicadeza, quería cocinar para Alice, aquello era casi como una tradición o un ritual entre la pareja que aún sentía el amor que un día inició como un pecado. Sus milimétricos y controlados movimientos se detuvieron abruptamente al escuchar el nombre de su hijo y el apellido Christensen en la misma oración.—¿¡Qué carajos!? —el hombre palideció de inmediato— ¡ALICE!La mujer bajó corriendo por las escaleras, al encuentro con su esposo que la había asustado con aquel grito. Sin embargo, al fijar sus ojos en el televisor, se dio cuenta de la razón de la ira de su esposo.La comprendía de primera mano.Su hijo estaba llevando aquella farsa demasiado lejos, que se metiera con una Christensen era tal vez la más grande ofensa que podía hacerle a su padre.Stan y Thomas fueron mejores amigos por años, los mejores, pero luego de que Thomas le confesará su amor a Alice, fue hombr
—¿Por qué me hiciste eso? De tantas mujeres en el mundo… —Papá, no tenía idea que era una Christensen —ya estaba cansado de repetir una y otra vez lo mismo—, y de todas maneras tu riñas pasadas no tienen nada que ver conmigo. Aquellas palabras parecían inocentes y obvias, pero estaban cargadas de un contexto más poderoso. —¿Cómo te atreves a decir tremenda insensatez? Ellos son nuestra directa competencia, por años hemos peleado por mantenernos en la cima y arriba de ellos. —Papá, por favor… —Ismael, cada día de tu vida, desde que supe de tu existencia he hecho lo mejor para ti, en todos los sentidos —sabía que aquello era verdad, Stan era un padre entregado y devoto en cuando a mí se refería—, pero no puedo concebir que nos traiciones de esa manera. —¿Te estás escuchando, papá? —Me pusé de pie y aunque era ligeramente más alto que Stan, eso no hizo mella en el hombre maduro que tenía una mirada cargada de experiencia y poder—. No voy a permitir que me digas con quién puedo o no
—Tienes que calmarte, Danna. —¿Calmarme? —Yo estaba dando vueltas por el lugar y terminé sentándome por resignación. —Te vas a casar —contesto frío y casi como un muerto mi hermano Marc—. Se supone que amas a tu prometido, Danna. Luego de esa afirmación, ni Emma ni yo pudimos continuar respondiendo y Marc como siempre, miraba a un punto fijo. Ese chico era tenebroso, la única que lo comprendía suficiente era Emma. Eran como negro y blanco, pero funcionaban perfectamente. Nadie tenía idea si tenían una relación amorosa o era una simple amistad y la verdad es que nadie nunca se había atrevido a preguntar. —Creí que era mentira —dije al fin, volviendo a sentarme sobre mi cama. —¿Por qué sería mentira? ¿Acaso tu compromiso lo es? —Marc —lo reprendió Emma, pero mi hermano continuó. —¿Qué sucede? ¿Te estás arrepintiendo de lo que estás por hacer? —suspiro—. Lo que pienso es que te diste cuenta que tu mentira llegó muy lejos y ahora no sabes que hacer para liberarte de todo esto. P
—No debió decir eso —Anika se detuvo de golpe frente a la puerta del jardín, estábamos a metros de nuestros padres y el show mediático que estaba por empezar. —¿De qué hablas? —Decirle que me quiere, no es necesario hacer esta mentira más grande. Acordamos mantenerla para que mi padre me deje en paz, pero si usted quiere estar con la señorita Danna… —Lo que dije no es mentira, Anika. Ella no puede jugar conmigo y no escuchaste todo, así que… —No escuche todo, es cierto. Pero sus ojos no mienten, usted la ama. —Si, la amo. Pero también debo pensar en mi. Anika no dijo nada más, aunque era obvio que quería hacerlo, tomé su mano con delicadeza y le sonreí. —¿Lista? —¿Usted lo está? —Solo espero que tu padre no me muela a golpes. Su risita tierna y casi indetectable me gusto, me estaba comenzando a gustar mucho esa risa tierna que decía mucho de cómo ella se sentía. —No dejaré que eso suceda. —¿Segura? —Si. Cuando entramos de nuevo a la casa, todo se quedó en silencio, el pa