―Entonces, ¿Sigue igual? ―Pregunté mientras mi índice hacía círculos lentos en su pierna.
―Así es―Su aliento golpeó mi sien para luego dejar un suave beso ahí.
Nos despertamos unos quince minutos atrás, cuando el teléfono de Mark sonó.
Era Alex informándole que su cocinero seguía en el mismo estado de ayer. Yo me había deleitado viéndolo moverse de un lado al otro por toda la habitación sin importarle que estuviera completamente desnudo mientras hablaba con su agente de seguridad
―Entonces, ¿Lo tendrás para el veintitrés? ―Le pregunté anotando en mi agenda personal.―Si, señor Sanders. Para el miércoles veintitrés en la mañana podrá venir a buscarlo.Me emocioné al imaginar el rostro de Olivia cuando descubra mi regalo de Navidad.―Genial―Levanté la vista del teléfono cuando la puerta se abrió de repente―Bien, Andrea, nos veremos ese día.
―Sé que estás despierta, amor―Me senté a su lado, dejando su taza de café en la mesita, y la besé en la sien―Buenos días...―Shh,―Dijo dándose la vuelta―Estoy súper cansada... Deja que duerma más.La vi divertido unos segundos y luego me acosté a su lado, abrazándola por la espalda.― ¿Segura que estás cansada? ―Pregunté llevándola más hacia mi― ¿O es otra cosa?―Me follaste hasta el cerebro anoche, Mark―Comentó girándose para mirarme seria―Por supuesto que estoy cansada. Parecías un jodido conejo en plena temporada de apareamiento.Hice hasta lo imposible para no reír.―No te escuché quejarte...―Pues lo haces ahora.Intentó darse la vuelta de nuevo, pero yo la inmovilicé con mi cuerpo.―No―Comenzó a empujarme―me niego a hacerlo de nuevo, me duele
Cuando Mark dijo quecasa, era piso franco. Pensé que se refería a su apartamento en Manhattan.Creí que iríamos al hotel donde nos hospedábamos, tomaríamos el helicóptero y en cinco horas estaríamos encasa.Pero aparentemente cuando él dijo casa, se refería a su antigua casa, aquí en Burbank, donde nos habíamos conocido.―No puedo creerlo, Mark―Dije mirando alrededor del salón de su apartamento― ¿Qué hacemos aquí?―Alex me sugirió que tuviéramos un lugar de reserva y que fuera desconocido.Volteé a mirarlo, pero él apartó la vista rápidamente.― ¿Vamos? ―Comenzó a jalarme hacia su antigua habitación, pero yo me solté.―No voy a entrar ahí―Me crucé de brazos tercamente.―Cariño―suspiró pesadam
Increíble.Todo me parecía así:Increíble.Pasé de estar en una habitación con mi novio, besándome y tratando de hacerme olvidar mi peor pesadilla, a vivirla directamente y con escenarios aún peores de los que me había llegado a imaginar.Lo peor era que, aunque ya el peligro había pas
― ¿Qué se supone que estás haciendo? ―Pregunté mientras me apoyaba en el marco de la puerta de nuestra habitación.―Vistiéndome―Respondió a la vez que luchaba con la camisa de vestir que intentaba ponerse.―Eso lo entiendo―vi como trataba de meter el botón por el ojal de la camisa, mientras su mano mala seguía por dentro de esta, en el cabestrillo que debía llevar hasta que le dieran el visto bueno―Lo que no entiendo es el por qué. ― ¿Con quién hablabas? ―Le pregunté a Alex cuando colgó.―Hombre, pero si te has dado cuenta de que estoy aquí...―Saber e ignorar son dos cosas distintas... ¿Con quién hablabas?―Con Pierre―Respondió suspirando―Él está con Olivia.― ¿Y está bien? ―Cuestioné moviéndome incómodo en la silla.Dios, como la había cagado.Seguía sin creer mí absurdo de aquella pelea.No tenía ningún derecho de sentirme como lo hacía, cuando ella que se había llevado la peor parte, estaba dispuesta a sonreír y a ser feliz. Y yo ahora estaba aterrado ante la idea de que ella me dejara por mi estupidez.Dios… Había estado tan investido en mi propia conmiseración, que no me había detenido ni por un segundo a preguntarle por su carita amoratada.―Me dijo 32 MARK
Después de nuestro pequeño altercado, en el cual Olivia de manera divertida―Para ella―Me dijo que me abandonaba, las cosas fueron excelente.El único exabrupto que tuvimos desde entonces, fue cuando se enteró que me había operado de la vista unos años atrás.Me había mandado al infierno, cuando supo que lo había hecho para agradar a Jessica al comienzo de nuestra relación, ya que esta había dicho que no podía ver mis ojos a través de ellos.
― ¡¿Qué?! ―Exclamé en shock.Miré fijamente a Gabriel, mi ginecólogo desde que había llegado de España unos años atrás, en estado de shock.―Que estás embarazada, Olivia―Respondió sonriente―Felicidades...― ¡Es imposible que esté embarazada! ―Expuse tapándome la cara con las manos―Tú mismo me colocaste el DIU ¿Cómo puede ser que haya quedado embarazada con eso