Capítulo 26
Solo Juan estaba sentado en el sofá, con rostro sombrío, esperando silenciosamente a Andrea. Ella nunca llegaba tarde antes, pero hoy el evento estaba por comenzar y aún no aparecía.

Un grupo de niños se acercó burlonamente.

—Juan, ¿por qué no ha llegado tu mamá? ¿No vendrá?

—Oí que cuando te lastimaste la última vez tampoco vino. ¿Será que ya no te quiere?

La inocencia infantil puede ser cruel con sus palabras.

Juan, ya de mal humor, frunció más el ceño.

—Imposible, claro que vendrá. Les dije que preparará postres para todos.

Los otros niños se entusiasmaron al oír sobre los postres de Andrea.

—¡Los postres de tu mamá son deliciosos! ¿Podremos comerlos hoy?

Juan alzó la barbilla con orgullo:

—Por supuesto.

—¡Qué suerte tienes, Juan! Poder comer esos postres todos los días...

Como cualquier niño, los elogios le devolvieron la sonrisa.

Pero el tiempo pasaba, el lugar estaba listo, y todos los niños ya sentados con sus madres en sus lugares asignados.

Y Andrea seguía sin aparecer.

La mae
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