Capítulo 25
—Ya lo he decidido. Juanito se quedará con Miguel. Solo quiero la mitad de los bienes, nada más.

Tomás respiraba agitadamente.

—¡Basta! ¿Hasta dónde van a llegar con estas peleas matrimoniales? No permitiré este divorcio bajo ninguna circunstancia, ¡me opongo rotundamente!

—¡Papá!

—¡Si quieres divorciarte, no me llames papá!

Tomás se llevó la mano al corazón, y Diana corrió a sostenerlo.

Andrea sabía que los Castro atravesaban su peor momento. Sin el apoyo financiero de los Hernández, podrían enfrentar la bancarrota.

No era solo el destino de la familia Castro; estaba en juego el sustento de cientos de empleados.

Pero después de tantos años sacrificándose por los Castro, ya no podía seguir aguantando.

Con estos pensamientos, Andrea se arrodilló de repente.

Tomás y Diana se quedaron atónitos.

—Papá, mamá, sé que estoy siendo egoísta, pero ustedes no saben lo que he vivido todos estos años. Siempre les he ocultado mis penas, pero ¿saben que hace unos días...?

Al recordar el incendio, And
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