Era casi increíble la forma en la que quería a Tabbitha pese a haberla conocido hacía tan poco tiempo, nadie en la manada entendía cómo podían reconocer a sus hembras nada más olerlas, ellos anteriormente habían sido humanos, salvo por él y otros que habían nacido de la unión de cambiaformas alterados por los nazis, eso quería decir que no había una explicación lógica que pudiera decirles que activaba la posesividad de un macho por la hembra que consideraba suya.

Jamás había creído demasiado en esa extraña conexión que parecían tener todos los machos al encontrar a su mujer pero ahora lo sabía a ciencia cierta y no iba a cambiar esa emoción por ninguna otra.

Sam le rugió en advertencia pero él macho se mantuvo firme con la mirada fija en ese rostro tan parecido al de Tabbitha.

—Tú y yo tenemos que arreglar cuentas Hunter —amenazó Samuel llamando su atención.

El macho lo fulminó con la mirada pero ni retrocedió ni avanzó a la espera de lo que le iba a decir.

—Cuando quieras —lo azuzó.