Zara El aire en el interior de la cabaña está completamente cargado de magia.Puedo sentirlo vibrar en cada rincón, en cada una de las sombras que se alargan en las paredes con la tenue luz de las velas.Y sé que algo no está bien.Algo está cambiando.Puedo reconocerlo…Con el ceño fruncido, miro a Hades, preocupada.El niño está sentado en el suelo, con las piernitas cruzadas y la mirada perdida en el fuego de la chimenea.Está demasiado callado…Demasiado inmóvil.Y eso no me da ningún buen augurio.Conozco extremadamente bien la magia y a este pequeño como para saber que esto no es normal.Porque sí, Hades no es de los niños que suelen quedarse quietos.Siempre está preguntando, buscando respuestas… Es inquieto, curioso, un niño que apenas puede ser contenido.Sin embargo, esta noche es totalmente diferente.—¿Hades? —lo llamo en voz baja y cautelosa.Pero él no responde.Sigue con la mirada perdida en las llamas, como si en ellas pudiera ver algo que yo no.Me arrodillo junto a
FreyaEl humo del incienso flota en el ambiente, envolviendo la estancia con su amarga fragancia. Orion se mantiene de pie frente a la chimenea, con los brazos cruzados y el ceño tan fruncido que casi puedo ver cómo se forma una V en su entrecejo.Yo, sentada en el sillón de cuero negro, tamborileo mis dedos sobre el apoyabrazos, sintiendo cómo la impaciencia me devora, con cada segundo que pasa.Lyra está de regreso, y eso cambia totalmente el panorama.Desde el momento en el que puso nuevamente un pie en Nightfall, el equilibrio de poder se ha tambaleado, y ha vuelto a centrarse en Ezekiel.Los ancianos del consejo, incluso, se niegan a intervenir. —Lamentablemente, no podemos actuar sin pruebas concretas de la supuesta traición de Lyra Darkmist —dijeron con su ridícula arrogancia.Sin embargo, Orion y yo sabemos perfectamente cuál es la verdad. Lyra es un peligro, una amenaza en toda regla para la manada. Y, si el consejo no nos piensa ayudar, entonces… tendremos que encontrar la
Freya La copa está lista y no hay margen de error.Las gotas de veneno se han mezclado a la perfección con el hidromiel, disolviéndose sin dejar el más mínimo rastro. No tiene sabor, ni color y mucho menos olor, por lo que nadie, ni siquiera un lobo, con sus agudos sentidos, podría detectarlo. ¡Es más que suficiente!Un par de sorbos y Lyra Darkmist dejará de ser un problema.Orion se encuentra sentado al otro lado de la mesa, girando un anillo de plata entre los dedos, con apariencia de estar relajado. Sin embargo, lo conozco demasiado bien y sé que también está esperando, tan o más expectante que yo. A que Ezekiel pierda su mayor debilidad.—No podemos esperar más —digo, por fin, sin apartar la mirada de la copa y el plato de carne y patatas.En cuanto hablo, Orion deja de jugar con su anillo, alza la mirada y asiente… —Lo sé, Freya, pero Ezekiel… Suspiro…—Ezekiel está demasiado cegadi. No se deshará de ella… —Mi tono es más frío del que pretendía.Desde el regreso de Lyra a N
EzekielCuando salgo del sótano, siento cómo la ira se apodera de mí, hundiéndose hasta lo más profundo, deslizándose por mis venas como un susurro de muerte. Mi mente es un torbellino de pensamientos abrasadores, que arden como un hierro incandescente en mi pecho:¡Alguien dentro de mi propia manada ha intentado asesinar a Lyra!¡Y eso es completamente intolerable! ¡Más teniendo en cuenta que di la orden de que nadie la tocara! ¡Me han desobedecido!No sé quién está detrás de esto, pero lo que sí sé es quién preparó la cena de Lyra… ¡El maldito Ren!Mi mandíbula se tensa al máximo, al punto en el que puedo sentir el dolor. Él era el único que tenía permitido preparar el alimento de Lyra, el mismo en el que he confiado durante años para servirnos. Un maldito rostro demasiado personal, el de un hombre de bajo rango, sin influencia ni poder… Y, sin embargo…Se ha atrevido a desobedecerme.Esto no ha sido un error ni un simple descuido.¡Fue un acto completamente deliberado!Y eso, en es
Orion “Lo encontramos”. El mensaje de uno de mis rastreadores me llega a la mente, un eco que se filtra a través de la conexión que compartimos.“Lo tenemos”, pienso para mis adentros, mientras cada músculo de mi cuerpo se tensa al máximo.¡El maldito niño! Después de semanas de cacería, después de varias muertes y traiciones entre las filas que he reclutado para este trabajo, por fin hemos encontrado su rastro.—¡Vamos! —ordeno, y mis hombres se mueven de manera rápida y sincrónica, escabulléndose entre los árboles como sombras silenciosas.He dado la orden de que ninguno adopte su forma animal, salvo que dé la orden expresa para hacerlo. Aun así, no nos cuesta nada seguir el fresco aroma de ese niñito, que aún permanece fresco en el aire. El bosque que nos rodea es un mar de sombras enmarañadas, de hojas crujientes bajo nuestras botas. Es noche cerrada, pero nuestros sentidos, independientemente de nuestra forma, son tan agudos que no necesitamos luz. Por lo que, luego de lo qu
OrionMientras pienso en cómo lograré dar con el niño, cuando tiene tanto poder y, además, anda en compañía de Zara, uno de mis guerreros que ha logrado sobrevivir, se levanta en su forma humana, tambaleante, alzando la mano frente a mí. En ella sostiene un oscuro mechón de cabello.—¿Qué es eso? —pregunto, frunciendo el ceño. —Logré arrancárselo al niño. No estoy seguro, pero, tal vez, pueda servirnos para seguir su rastro. Al escuchar esto, mis ojos se abren de par en par por un momento. —Dámelo —ordeno con voz grave, dura.Lykos obedece, y, rápidamente, extiende su mano ensangrentada. El pequeño mechón de cabello cae en mi palma, tan ligero como una pluma, pero cargado con un peso significativo. Inspiro profundamente, mientras lo aprieto con fuerza, tanto que mis nudillos se vuelven blancos, y siento el áspero roce de las hebras en mi piel. A nuestro alrededor, el bosque ha recuperado la normalidad, mientras los cuerpos de mis guerreros yacen esparcidos por el suelo, como muñe
LyraEl primer golpe de dolor llega como un arañazo. Fino, cortante… Una punzada que se clava en la base de mi columna, como una enredadera llena de espinas enredándose en mi médula.Por momentos parece calmarse, pero no desaparece, sino que simplemente se extiende, como raíces envenenadas que reptan por mi interior, ramificándose debajo de mi piel, enroscándose en cada uno de mis huesos y desgarrando lentamente mis nervios.Un grito queda atrapado en mi garganta, cuando me despierto, jadeando y empapada en un helado sudor. La mazmorra de la mansión es un mausoleo oscuro, únicamente iluminada por la luz de la luna que se cuela a través de la pequeña ventanita que hay sobre mi celda.Intento moverme, sentarme en el camastro de piedra, pero las piernas no me responden, y el dolor se intensifica, creciendo en oleadas, como si manos invisibles me arrancaran a tirones la energía, deshojando mi ser con una calculada crueldad.Como puedo me aferro a la única manta que me ha dado uno de los h
Ezekiel El grito en mis sueños me despierta. Es un alarido infantil, desgarrador, y está dirigido a mí.—¡PAPÁ! ¡EZEKIEL! Me siento de golpe, con la respiración entrecortada, los músculos tensos y un sudor frío recorriéndome la espalda. La habitación está en penumbras, pero no es la oscuridad la que me inquieta.¡Es esa voz!La misma que me ha estado persiguiendo en mis sueños durante las últimas semanas. La misma que regresa, una y otra vez, como un susurro entre las tinieblas. La misma que, por alguna extraña razón, me llena de una mezcla extraña de emociones, en donde el miedo es incontrolable.Y yo no suelo tener miedo…Mi mandíbula se tensa al máximo. No soy alguien que se deja atormentar por nada, mucho menos por fantasmas o sueños… Con esto en mente, me levanto de la cama, consciente de qué es lo que sucede. Pero, aun así, necesito su confirmación, la confirmación de Lyra.*** Cuando llego a las mazmorras, el hedor a encierro y enfermedad me golpea como un puñetazo direct