El atardecer, poco a poco iba muriendo ante la inminente llegada de la noche. El viaje hacia el castillo de aquel vampiro, había sido relativamente muy corto. Génesis yacía dormida recargada en el hombro de Artem Kingsley, quien se mantenía en estado de alerta desde que habían abandonado el castillo de Bran en Brasov. No confiaba en Nehemías Sallow; en realidad no confiaba en ningún vampiro, y podía decir que incluso los muy jóvenes cazadores Zamfirescu, lucían consternados.Leopoldo Montefeltro parecía haber confiado en el maldecido equivocado, pues después de meditarlo tan solo un poco, el apuesto Alfa había concluido que el Duque de Brasov los retenía porque pensaba utilizarlos…y eso no iba a permitirlo. Tan solo necesitaba confirmar algo, y luego, se liberaría así mismo y a todos de las garras de aquel vampiro de cabellos rubios. Benazir dormía también en el hombro de su amado humano; los gemelos Freki y Hati, yacían durmientes en el regazo de Génesis y el suyo respectivamente, y
La noche había caído completamente sobre los bosques de Cárpatos, y desde sus adentros aquella espesa niebla surgía como naciendo. Génesis tomaba la mano de Artem, mientras ambos observaban las puertas de aquel viejo y derruido castillo, que permanecía oculto en lo más profundo de aquellas montañas; como si el dueño original lo hubiese construido de tal manera que pretendía vivir completamente aislado del resto del mundo.Algunas partes yacían destruidas, y las antiguas paredes derrumbadas, quizás, por el irrefrenable paso del tiempo, se habían fundido con la maleza. Las altas torres, y la forma más bien cuadrada, lo delataba como un vieja castillo medieval o al menos cercano a esos tan lejanos años, habían cruzado un pequeño puente de piedra por el cual corría un pequeño arrollo de agua cristalina debajo, y ante las puertas de aquel lugar, Génesis creyó que aquel lugar luciría muy bello ante la luz del sol, aunque dudaba que sus rayos lo tocasen completamente en medio de aquella penu
—¡Aléjate de ella! — gritaba Artem Kingsley, quien, de un solo y poderoso puñetazo, mando a volar a Giles Levana que se golpeó duramente contra el suelo.—¡Artem por favor detente! — gritó Génesis rompiendo en llanto.Giles sintió un hilillo de sangre escurriendo de sus labios, y limpiándose con el puño, vio que el líquido plateado apenas era visible en su albina piel. Dibujando una media sonrisa en su rostro, se levantó del suelo para luego mirar con un deje de rencor a aquel lobo de piel morena que le regresaba la mirada con desprecio. Aquel era el temido Artem Kingsley, el hijo de aquel miserable Alfa Maserati quien traicionó a su padre y su familia…ese hombre era a quien más odiaba en el mundo. Levantándose del suelo, escupió la sangre que aún tenía en la boca y soltó una carcajada. Por un momento había olvidado la verdadera razón por la cual había emprendido aquel viaje, y mirando a su gemela tras aquel Alfa, sonrió cruelmente mostrando sus colmillos.—Gracias por esto, Alfa King
—Cazador Salvatore…mi amo y señor, el cuarto príncipe vampiro Nicholas Sallow, desea hablar con usted en privado. Lo que busca, ya no se encuentra en este castillo. — Aquella monja de hábitos blancos, miró al cazador Salvatore directamente a los ojos.Niccolo sintió repugnancia del ser que tenía delante. Una monja, una esposa de Cristo, corrompida con la ponzoña de un príncipe vampiro. Aquello era una blasfemia mucho más grande de lo que estaba dispuesto a soportar como el soldado de Dios que era. Tomando a aquel neófito asqueroso del brazo, el cazador de cabellos rubios la sacó del castillo, arrastrando a la vampiresa lejos de todo ojo curioso cargado de curiosidad. El padre Meuric se sintió completamente asqueado al ver a aquella esposa de su señor corrompida.Soltándola con violencia, Niccolo la empujó hacia el suelo, para luego sacar su arma consagrada. Mirando a la horrenda monja corrompida, los ojos del cazador no mostraron atisbo alguno de piedad.—Una esposa de Cristo, una her
El cielo negruzco anunciaba una tormenta, y los vientos cada vez más fuertes, azotaban violentamente los cristales en la ventana de la mansión Montefeltro. Las madres lobo intentaban calmar a sus hijos, y los hombres yacían apostados en sus puntos, vigilando minuciosamente que ningún maldito cazador de la familia Salvatore, invadiera aquellos territorios. Nadie podía negar que aquella situación no era deseable, y repartiéndose el pan y la sopa caliente, todos guardaban silencio ante el miedo que les producía el finalmente perecer. El ambiente era triste, como si un aire de desesperanza los hubiera invadido, y el deseo de recuperar lo perdido se volvía cada día más y más fuerte.Leonor Montefeltro repartía alimentos a las mujeres y los niños, meditando todo lo que había ocurrido en tan poco tiempo; su hermano, Leopoldo, se había enfrascado en una guerra directa contra los Salvatore, y ahora mismo, había emprendido un largo viaje, quizás sin retorno, persiguiendo a aquellos cazadores qu
En el castillo del Conde.—Nadie ira a ninguna parte, lobo del sol…yo no pretendo que la loba Génesis se aparee con su gemelo Levana, y creo que usted, Alfa Kingsley, debe de escuchar lo que tengo que decirle. — dijo el segundo príncipe vampiro, Vasile de Bourgh.— No es mi deseo pelear contra un príncipe vampiro, pero si no me deja marchar con los míos, no tendré alternativa. — aseguró Artem con visible enojo.Vasile comprendió que Nehemías había hecho promesas en su nombre, pero aun así no podía dejar que aquellos lobos se fueran; no con Nicholas y Dragos merodeando en su búsqueda. Su padre, el primer maldecido, debía de finalmente entregarse en los brazos de la muerte, para que la paz finalmente llegara para toda su estirpe maldita…solo así el e Isobel tendrían una nueva oportunidad de ser felices. Su consorte se mantenía triste, encerrada en sus aposentos de día y de noche, presa de la infelicidad de su estado, y más aún, su abuelo, el viejo Velkan Bennet, había llegado como un al
El movimiento era lento, pero constante, el murmullo de un par de personas, se escuchaba lejano, el sol golpeaba su rostro levemente, como si se estuviera colando por alguna rendija, y abriendo sus ojos violetas, aquella loba se levantó abruptamente notando como algo desconocido, a todo lo que se hallaba a su alrededor.—Al fin despiertas…a no ser porque noté tu respiración, te habría dado por muerta. Estas hecha un verdadero desastre, será mejor para ti ducharte, en la parte trasera hay un pequeño baño en donde podrás asearte, el amo Giles no debe de ver a su futura hembra con tales fachas tan indignas. — dijo una vieja loba bruja mirando a la joven con desprecio.—Maldita seas, bruja, ¿A dónde es que me llevas?, no me entregaré a ningún hombre a menos que esa sea mi voluntad. — respondió Gabriel Levana mirando con odio a la misma bruja que le había tendido una trampa. Sintiendo sus piernas temblorosas, la joven loba apenas lograba mantenerse en pie.Aquella vieja loba, soltó una car
La noche había caído, y Gabriel Levana despertaba de aquel terrible sopor en que las hiervas y hechizos de la vieja bruja la habían mantenido. La luz de la luna llena, entraba de lleno en aquella habitación, iluminada a medias debido a ella. Lágrimas se derramaron de los ojos violeta de Gabriel, quien sentía su cuerpo terriblemente adolorido, y las pocas memorias de lo ocurrido, llegaban a ella intensificando su silencioso llanto. Abriendo las piernas a duras penas, y con gran temor, miró las blancas sabanas con recelo y asco, dejando que su llanto se liberara por completo, al mirar aquella mancha rojiza debajo de ella.Había perdido su virginidad.Sus ojos violetas observaron al hermoso hombre que dormía plácidamente a su costado tan profundamente, y cuyos cabellos de plata lo delataron como aquel al que la bruja había planeado entregarla, como si fuese tan solo un objeto para la diversión de ese hombre, y para parirle a sus hijos. Notando pecho, casi en el nacimiento de su pezón, aq