Capítulo 23°

No tengo que pensarlo, no hace falta que diga nada, porque aunque el calor que estamos sintiendo ambos y la intensidad del momento podría hacer arder la habitación en cualquier momento, parece que Tayler tiene un cierto punto de pensamiento humano y, aunque muy lento, baja el nivel del beso paulatinamente hasta que éste se convierte en un ligero roce.

Su frente queda apoyada contra la mía al tiempo en que sus dedos dibujan suaves círculos contra la caliente piel de mi espalda y su aliento se entremezcla con el mío en el estrecho espacio que ha quedado formado por nuestra posición.

Mis propias manos siguen sobre sus hombros, sintiendo la firmeza de sus músculos y el ancho de estos bajo las yemas de mis dedos. Y yo que pensaba que la visión de su torso desnudo antes me había dado una buena idea de lo poderoso que es su cuerpo, mas no, ni de cerca.

Mi cerebro gritaba casi para que me permitiera el placer de bajar por su cuerpo y, como mínimo, amasar esos pectorales, clavar mis uñas
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