Deeguel Rodríguez se quedó viendo por unos momentos más a los dos policías analizando sus palabras. El mafioso se encontraba sentado en su cómoda y costosa silla, vestía de traje y en su muñeca sobresalía un fino reloj de edición limitada. — Voy a hacerles una pregunta, deben ser francos, ¿Hay algo en esta mansión que les haga pensar que somos inferiores a la familia Malford? Si es así quiero que me lo hagan saber. — No... no, su mansión es muy bella, es lujosa, sofisticada, es solo que... su hijo cometió un delito y debe presentarse a la delegación de policía para que su declaración sea tomada, aunque... hay demasiados testigos en su contra. — Hmmm... Ya veo, Emill no se encuentra por el momento, apenas llegue le haremos saber que vinieron a buscarlo, ahora sí me disculpan estoy muy ocupado, Degél, indicarles la salida a los caballeros. — Si... compermiso, que tengan un buen día. — Los dos hombres se apresuraron a salir del amplio despacho, el olor a madera fina era exq
En menos de nada Emill llegó hasta la mansión Rodríguez, pronto pasaron al despacho en donde se encontraba su padre, su hermano y su mano derecha. — Papá, ya estoy aquí, Alessandra viene conmigo, quiero que mis más allegados y de absoluta confianza sepan que ella ya es mi mujer y que nos vamos a casar. Los tres hombres que estaban en el despacho se le quedaron viendo al actual líder. — ¡Emill, no tienes que ser tan explícito, me estás avergonzando! — Alessandra estaba muy apenada, su bellos rostro estaba sonrojado. No creyó que él mafioso la expondría delante de su poderoso padre y los otros dos hombres. — Disculpa los modales de mi hijo, querida, no se lo tomes a mal, lo que está haciendo es dejar en claro que eres su reina, la reina de la mafia mexicana al ser su mujer y pronto su esposa. — ¿Eso hizo...? — Si, sabes que además de mi madre, mi padre es lo más importante para mí. — Hmm... Gracias por eso, a mí que me lleve el diablo. — Se escuchó renegar a Degél, el
El almirante puso de vuelta y media a todo su personal debajo de él, los supervisores mandaron llamar a los dos policías que visitaron la mansión de los Rodríguez. — ¡¿Me pueden decir con que m*****a autorización fueron a la mansión a molestar a tan importantes personas?! — Jefe, solamente seguimos el protocolo. La denuncia ya había sido formalmente levantada, ¿Cuál fue nuestro error? — El que no debemos por nada del mundo molestar a esa familia jamás, ahora el jefe mayor está furioso y nos va a hacer pagar de alguna manera su error. ¡Y yo se los voy a hacer pagar a ustedes por imbéciles! El jefe golpeó la mesa de su escritorio, la regañada que le habían dado había sido fuertísima. (...) A la mansión Rodríguez, después de que pasó mediodía, el CEO Black llegaba con su hijo Daniel Alejandro y Axel a buscar a Emill y a Deeguel, quería saber sobre su hija y no se iría sin ella. — Diga por favor a Deeguel que Alessandro Black está aquí y que quiere verlo con urgencia. — Pidió el
Alessandro Black había salido de la mansión Rodríguez con su hija de la mano, la subió a su costoso Bugatti y salió de ahí con rumbo a su mansión. Dentro, Degél, Oliver y el mismo Deeguel, sostenían a Emill para que no fuera detrás de su futuro suegro, él no había estado de acuerdo en que se llevara a Alessandra de su lado, como lo había dicho ya era suya y ese día estaban comenzando su nueva vida juntos. — !Sueltenme, dejen de detenerme, debo ir a por Alessandra, yo nunca acepté que el señor Black se la llevara, incluso ella no quería irse, se le notaba que quería quedarse conmigo! — ¡Tranquilo Emill, ella ha ido con su familia, va a estar bien, Alessandro solo quiere que las cosas se hagan de forma correcta, es su única hija, debes entenderlo! — ¡Pues no, no lo entiendo, la boda puede prepararse incluso estando juntos! ¿Por qué quitarmela? ¡Yo la necesito conmigo, papá! — ¡Tendrás que tener paciencia, Alessandro fue claro, hasta que no sea en la iglesia y de su brazo, no
El médico hacia lo suyo mientras que los padres esperaban escuchar llorar a su segundo bebé, no sabían todavía que serían, así que el sexo de su pequeño no lo sabían aún. Diane aunque no sentía dolor podía sentir leves movimientos, hasta que se escuchó llorar de nuevo a una criatura. — ¡Ya ha nacido, es otro varoncito, más este bebé es muy diferente, aunque muy bello también, conozcánlo señores Ferreira, solo lo podrán tener unos momentos con ustedes, el doctor también debe revisarlo! — El médico lo puso en el pecho de su madre. — ¡Oh por dios, eres precioso, tan idéntico a papá, ¿Lo ves, Dallán? Es igualito a papá, tiene el color de sus ojos y su misma mirada. ¿Cómo pueden ser tan diferentes? — Diane llenaba de besos a su hijo, lo había llevado en su barriga junto a su hermano por meses y ahora que por fin lo conocía el amor por ellos era infinito. — Bienvenido bebé, mamá moría por conocerte a ti y a tu hermanito. — Carajo, eres igual al imponente Dante Ferreti, tu abuel
Las elegantes abuelas gritaron al mismo tiempo la misma frase. — ¿Qué...? ¿Igualito a quién? — Preguntó Drago. — Si, ¿A quien se parecen los bebés? — Dante también preguntaba. — ¡A ti! Es tu viva imágen. — De nuevo las dos mujeres respondían al mismo tiempo. — ¡Drago, ven a mirar a tu nieto, es idéntico a ti y a Dallán! — Aithana llamaba a su marido. — A ver déjame ver. — El CEO se acercó y vió a su nietecito que tenía sus bellos ojitos verdes abiertos, su esposa tenía razón, había heredado todo de los Ferreira. — Es tan hermoso, ¿Cierto — ¡Por supuesto, es muy bello, déjame cargarlo, ven aquí campeón, bienvenido a la familia! — El CEO cargaba a su nieto feliz y contento. — Dante, mira a tu nieto, es igualito a ti. — Carolina llamó a su esposo. Dante abrió a tope sus ojos azules, su nieto era idéntico a él, por lo menos le había heredado todo el rostro, el mafioso estaba realmente emocionado. — ¡Cariño, el bebé... es tan parecido a mi...! — Te lo acabo de de
Dallán estaba queriendo cargar a sus bebés, pero su padre y su suegro estaban adueñados de ellos. — Ustedes son abuelos muy posesivos. — Dallán, ya tendrás otro el tiempo del mundo para cargarlos cuando te los lleves a casa. — Respondió el CEO Ferreira. Dallán solo rodó los ojos. Le tocaría esperar un turno para arrullar a sus mellizos. Diane llegó por fin llevada por dos camilleros, ellos la pasaron a la cama, la joven Ferreti estaba despierta, le acababan de inyectar medicamento y no traía tanto dolor. Pero si tenía la molestia de haber sido recién operada. — Princesa, ¿Cómo te sientes? Qué bueno que ya estás aquí. — Dallán recibió a su esposa con todo su cariño. Diane estaba pálida, físicamente no se sentía nada bien, Pero aún así quería ver a sus hijos. — Me siento fatal, esto es muy doloroso, traer al mundo a tus hijos me ha costado muchísimo. ¿Dónde están? Quiero ver a mis hijos. Los niños fueron acercados a su madre, Diane los besó y les hizo cariños. Pero e
La penetrante y azul mirada de Axel Black se fijó en el extraño que estaba sentado en la mesa de su chico, el CEO Black estaba muerto de celos. — ¿Qué demonios está pasando aquí, Oliver? — Preguntaba el CEO con los dientes apretados. — ¿Qué pasa de qué? Mejor explica lo que haces aquí, se suponía que estabas de viaje fuera del país, Me has estado mintiendo todo este tiempo , ¿Eh? ¿Has venido aquí a ligarte a algún hombre? — ¡Qué demonios contigo Oliver! ¡Llegué antes de lo previsto y supuse que te encontraría aquí, pero no acompañado de este tipo! ¡Exijo una explicación! — La mandíbula de Axel estaba trabada. — Hmmm... No me trago ese cuento. — ¡Hijo de... No soy yo quien está sentado aquí con otro cabrón, no tienes nada de que acusarme, carajo! — Momento, momento, yo soy un recién llegado, Oliver no está haciendo nada conmigo, tuve un día terrible y si se hubiese dado algo me habría servido para bajar un poco el estrés que tengo, pero en este preciso momento me intere