El regreso del amor pasado

El asistente Francoi, vió a la ex esposa de su CEO, salir prácticamente corriendo de la oficina, ella parecía tener un semblante de susto y mortificación, fue entonces que entró a ver a su jefe

— Donovan, ¿Qué pasó? la ex señora Lombardi, ha salido bastante apurada, ¿Acaso la intimidante? yo creo que ella no es la culpable de subir ese vídeo, déjame buscar un poco más

— Mira esto, Francoi, ¿dime de quién son hijos estos mellizos, que mantuvo en secreto, mi ex mujer?

— ¿Qué dices? no puedes estar hablando en serio — El asistente le echó un vistazo al teléfono encontrando las fotos y los vídeos de dos bebés de días de nacidos, ellos eran tan idénticos al CEO, sus mismos ojos, sus mismas facciones — Ahh, carajo, carajo, dos niños... unos hermosos mellizos, tan iguales a tí, ellos son... tus hijos — El hombre de traje gris a cuadros, se llevó la mano a la boca, estaba muy sorprendido y casi sin palabras

— Exacto, Adriana Palacios, mantuvo su embarazo en secreto al igual que su nacimiento, ella quería protegerlos de mi por qué piensa que soy una bestia, incluso se los dijo a ellos, estoy tan enfadado que quisiera...

— No veo la mentira, discúlpame Donovan, pero tú ex esposa solo conoció lo peor de ti, eso fue lo único que le dejaste ver, tu indiferencia ante los intentos que ella hacía por qué llegarás a amarla, esas llamadas que recibías incluso frente a ella de Gala Montez, esas faltas de respeto y desamor, la hicieron verte tan despiadado, como una bestia, ¿Quién puede culparla por esconder su embarazo y mantener a los bebés en secreto?

— Francoi, no sabía que simpatizabas tanto con mi ex mujer, era un matrimonio obligado por nuestras familias, yo no la amaba, ella lo sabía, no debió aferrarse a algo que jamás iba a suceder

— Repitete eso hasta que tu te lo creas, si las cosas son así podrás tener muchos hijos con la modelo, y dejar en paz a la srta. Adriana, ella podra criar a los mellizos con amor y los hará unos hombres de bien

— ¿Pero que diablos estás diciendo? ¡No quiero otros hijos, quiero a esos hijos, a mis hijos! no a otros que no existen

— ¿Qué vas a hacer Donovan? se más claro

— ¿No es claro? iré a por mis hijos, ellos deben estar conmigo

— No me gusta para nada ese tono de voz tuyo

Mientras tanto Adriana, llegaba a su casa con un dolor agudo en la cirugía, estaba tratando de abrir la puerta con sus llaves cuando escuchó una voz muy conocida, pero que hacía tiempo no escuchaba

— Adriana, ¿Adriana eres tú? — Sebastián Villaseñor, que estaba buscando a uno de sus empleados que vivía por la zona, se encontraba con su ex novia, novia que lo había terminado porque se iba a casar con otro hombre

— Pero... ¿Qué haces aquí, Sebastian? — El apuesto empresario de cabellos castaños y ojos miel, solo se había puesto más apuesto con el tiempo, Adriana, lo recordaba como un hombre de carácter tratable y amable, cariñoso, él siempre le sonreía y la hacia sonreír a ella, llevaban un buen noviazgo, lleno de cariño y citas que suelen tener los enamorados, hasta que su padre la obligó a casarse con el CEO Lombardi

— Busco a uno de mis empleados que me enteré que ha estado enfermo y ha faltado al trabajo, es un buen muchacho y quiero saber cómo está, me da gusto verte, pero... no te ves nada bien, estás muy pálida, ni siquiera el maquillaje puede cubrir tu pálido rostro, además, parece que te duele algo, ¿Estás bien?

— Si, yo... estoy bien... — Adriana se desvaneció, el vientre le estaba sangrando un poco, ella tenía la frente sudorosa, Sebastian, la tomó en sus brazos y como ya estaba abierto, entró con ella y se encontró con Monse, la mejor amiga de Adriana, pero lo que lo dejó en shock fueron los dos bebés que hacían en un portabebé en la alfombra, aún así se apresuró a ponerla en el sillón para tratar de volverla en sí

— ¡Adriana, Adriana, responde, ¿Qué es lo que te sucede?

— Sebastian, ¿Qué le pasó a mi amiga, y que haces tú aquí?

— ¡Yo iba pasando y por casualidad la encontré, pero ella se veía bastante mal, la voy a llevar al hospital, el vientre le está sangrando!... Monse, no sabía que habías sido madre o que te habías casado, son tuyos estos gemelos, ¿cierto?

— ¿Qué dices? ¡yo no me he casado aún, sigo estudiando la carrera de diseño de alta costura, obviamente que los bebés no son míos si no de Adriana, ahora apresurate a llevarla a atender o se va a desangrar! yo me quedaré a cuidar de los mellizos, anda vete! bebés, mamá, va a estar bien, la tía Monse, los va a cuidar

Sebastian, estaba muy aturdido, pero debía regresar a la calma, salió con Adriana y la subió a su coche, llegó corriendo con la bella pelinegra al hospital, pronto las enfermeras la llevaron a la sala de urgencias

— Dr. Marshall, acaba de llegar la madre de los mellizos, la jovén que atendió hace quince días

— ¿Qué? ¡llévame con ella de inmediato! — El ginecólogo se apresuró a examinar a la reciente madre, se dió cuenta que se le había abierto un poco la reciente cesárea

— Doctor, tenemos que darle puntos nuevamente de adentro hacia afuera, no está completamente abierta pero tampoco totalmente cerrada

— ¡De prisa, anestesie el área, yo mismo la voy a suturar, no puede ser que la hayan cerrado mal! ¿Qué le pudo haber pasado a ella? ¡Tal vez ese hombre le hizo daño, tal vez se enteró del nacimiento de los mellizos y la lastimó, espero que no se los haya arrebatado! pobre Adriana, no se merece pasar por esto, enfermera! ¿Sabe de casualidad quién la trajo al hospital?

— Es un hombre, Dr. Marshall, se presentó como el novio de la paciente, ¿Será él el padre de sus mellizos?

Mientras tanto en la casa de Adriana, un hombre de traje azul marino hecho a medida que resaltaba el color de sus ojos, llegaba a tocar a su puerta, lo acompañaba su leal asistente Francoi

Montserrat acostó al mellizo que estaba arrullando,bella creyó que serían Adriana y Sebastian, que ya habían regresado del hospital

— ¡Adriana, que bueno que regresaste...! — No era necesario ser muy inteligente para saber que el hombre que estaba parado afuera de la puerta, era el padre de los bebés, Monse, se puso pálida, ella sintió que el piso se le abría debajo de los pies

— Buenas tardes, busco a Adriana Palacios, y a mis hijos — El CEO no se anduvo por las ramas

Sebastian, apenas terminó de coser a Adriana, y dejarla reposando, salió a investigar al hombre que la trajo, estaba celoso e Intrigado

— !Familiares de Adriana palacios!

— Aquí, yo... yo soy su novio...

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