Kory Vanille.Una semana desde que discutí con mi esposa, sí, ella tenía razón en cuanto a conocernos, yo la conozco más a ella que ella a mí y no era porqué ella no quisiera saber de mi vida, si no que era yo quien no quería abrirme y mostrarme, desnudarme y confiar para contarle mi pasado del cual no me ha dejado en paz en 20 años, me sigo sintiendo culpable por lo sucedido, por no sé el hijo que ellos querían, el haberle contando todo a Lory, me sentí con un peso menos sobre mis hombros, realmente necesitaba que alguien me escuchara desde un principio y no me mirará juzgado todo lo que hice en mi inmadurez. — ¿Algo más? — pregunta Arturo terminando de anotar lo que tiene que pedir para esta semana, encima de mandar las invitaciones para la reunión, aunque Lory pidió que fuera después de que Kosmo naciera, aunque quería que fuera antes para así no tener que recibir a nadie en los siguientes meses, respeto su deseo de que sea después y no ahora.— Eso es todo, encarguémonos primero
Kory Vanille.La gran puerta de la manada del este se abre, la playa huele hasta aquí cuando nos dejan entrar, los guardias uniformados en trajes azules oscuros nos saludan dando la bienvenida, el lugar tiene casi la misma estructura que las demás manadas, solo que las casas son diferentes, son como una pequeña Santorini, sus casas y callejones blancos con verde y azul en algunas zonas, como si ya tuvieran nombres.Lo gemelos miraban por la ventana el lugar, en sí yo llevaba más de 300 años que no pisaba esta manada, ya que todos los Alfas se reunían en mi manada, me estaciono delante de la mansión grande en donde nos esperaba Salvador y Sam vestidos de beige, bajamos, ayudo a Lory a bajar y Sam es el primero en acercarse a ella abrazándola.Me da un poco de celo, pero miro a Salvador que solo sonríe tocándome el hombro.— Mi Sam no es una amenaza — río un poco por su broma — Bienvenidos a manada del este, la playa es toda suya — señala detrás de la mansión, mientras que yo tengo una
Lory Connor.Vacaciones, Kory nos llevó de vacaciones toda una semana, fuimos a la gran ciudad, los gemelos conocieron el zoológico, el museo, el parque de atracciones, aunque Kory parecía muy preocupando por si se transformaban en medio de tanta gente, al tener 10 años, a veces no hacen casos y la emoción puede controlarlos más que ellos mismos, hasta que fuimos a manada del este en donde sentí haber viajado a Grecia, a una de sus ciudades más hermosas como Santorini.Realmente fueron unas vacaciones maravillosas que me hicieron recordar a mi infancia cuando mi abuelo me llevaba a todos lados mientras Leila estudiaba en la universidad y se quedaba en la ciudad con mi tía Lola, el haber salido, me hizo sentir libre por un momento.— ¿Dónde está Gael? — pregunto entrando al laboratorio viendo que solo esta Kat revisando algo, me mira.— Salió al igual que el Alfa — asiento mirando hacia el pasillo — ¿Te encuentras bien? — asiento, pero me quejo al sentir una puntada, solo había dos sem
Chad.Primavera de 1350.El comienzo de la peste negra.Una pandemia que ha matado a más de la mitad de un poblado, el rey intenta tomar medidas, pero en las condiciones en la que vivimos todos, dudo que se haga mucho, los pobres no sobreviran y la clase alta solo sabe gastar su dinero en joyas y fiestas, no toman en serio lo que está sucediendo y de donde ha provenido, los pocos médicos saben poco de la causa.Por suerte, yo no me tengo que preocupar por nadie excepto por aquella chica que me han obligado a comprometerme, su familia son los reyes del pueblo, es tan frágil, pero muy hermosa, castaña con ojos verdes junto a una piel broceada, la gente del pueblo dice que es una hija bastarda al no parecerse al rey y vaya destino le ha traído.— He llegado — digo entrando a la cabaña lejos del pueblo, nadie se atreve a vivir lejos del pueblo por los mitos y leyenda de que existen salvajes hombres lobos, algo en el que no creo, encima de que es mejor estar alejados de los infectados.— ¿
Chad.Otoño de 1950.Ese día no lo olvidé hasta que pasaron 250 años y me enteró de que Lory había muerto dando a luz, en su memoria le hicieron una estatua en la fuente del pueblo y no iba sola, a su lado estaba la estatua de un lobo, el mismo lobo que me la robó, a unos kilómetros del pueblo había una gran manada divida en 4, no sé si aun viva ese hombre que me la robó, pero me desharé de cada uno de su especie.Un olor agradable aparece, me volteo viéndola pasar frente a mí, la moda de este año le queda hermoso, pero su cabello es más corto de como lo tuvo hace dos vidas.— ¿Lory? — la pelinegra se voltea a mirarme acomodando su abrigo largo, me mira curiosa.— ¿Te conozco? — pregunta acomodando un mechón de su cabello, sus grandes ojos verdes y su sonrisa dibujada con labial rojo.— En otra vida si me conociste — ríe, mira hacia un lado y se acerca sacando un bolígrafo y una servilleta, me anota su número.— Que buena manera de coquetear tienes — me guiña el ojo y se va, miro la s
Lory Connor.Me siento en medio de la noche, Kosmo no deja de llorar en la pequeña cuna que mande a poner en la habitación, mi tía decía la verdad, el primer mes es agotador, Kosmo no deja de llorar en las madrugadas por hambre, no tiene un horario, no pensé que trasnocharse fuera parte de la maternidad.La maternidad, si, vaya que es un asco.Me levanto de la cama y camino hacia la pequeña cuna, lo toco y se calma un poco, lo tomo en brazos sin dejar de bostezar, miro hacia la cama y otra noche más que Kory no duerme aquí. Me siento en la cama y me arropo acostando a Kosmo a un lado para darle de comer, miro hacia la ventana y puedo deducir que han dado las 6 de la madrugada.Susurro una canción hasta que me quedo dormida otra vez. Me siento exaltada sentándome en la cama, no veo a Kosmo por ningún lado hasta que la puerta se abre y veo a Liz entrar con Karl, este último cargaba a su hermano, suspiro, aliviada de que lo tenían ambos, me miran.— Kosmo no dejaba de llorar — me lo da K
Lory Connor.— ¿Hay algo que te tenga inquieta? — niego mintiéndole y a la vez mintiéndome a mí misma.Me mira sospechando de algo y luego suspira yéndose, respiro relajada y sigo caminando con Kosmo en mis brazos, intento buscar ayuda, pero creo que tengo más miedo en que le cuenten a Kory, ya que todos siempre estarán del lado de él, yo solo soy una simple desconocida que llegó a la manada sin saber que los hombres lobos existían.Una simple mortal que se enamoró de su destinado como debía ser o simplemente pasó por la inútil marca. Confío creer que es por la marca que por mis propios sentimientos.— ¿Qué debería de hacer? — pregunto a la nada mirando la laguna y los peces, Kosmo abre sus ojos mirándome, sonrío un poco, es tan hermoso, dudo que haya salido de mí — ¿Debería alejarme por completo? — le pregunto como si mi pequeño hijo fuera a responderme.— Depende — alguien responde, frunzo el ceño mirando a mi alrededor viendo que no hay nadie — Aquí arriba — miro entre los árboles
Kory Vanille.— Estoy cansado de todo esto — me alejo del escritorio girando mi silla hasta la ventana con vista al jardín. Ha pasado dos meses en el que no he tenido una conversación estable con mi esposa.Desde que nació Kosmo, las cosas cambiaron demasiado entre ambos, yo he tenido más trabajo de lo normal, esto ya lo había vivido hace 10 años cuando los gemelos nacieron, claro que con Leila nada que ver, pero esta vez es tan diferente porque esta vez amo a Lory y estamos casados. Hace unas semanas me enoje con ella y siento que ya nada es lo mismo.Ya no duermo en nuestra habitación, me la paso más en el despacho o fuera de la manada, e incluso fuera del pueblo, negocio, tras negocios que concluir porque los altos mandos solo saben pedir y pedir cosas, encima de que me había llegado el Ruth y no podía pasarla con mi luna por el simple hecho de que no quería volver a pasar por lo mismo de la primera vez que lo hicimos y justo cuando apenas me conocía.Y Kosmo, no le he podido poner