Oliver
Palmeo a mi lado en busca de Allegra, pero no está. Me incorporo para ver su silueta sentada mirando hacia la ventana, abrazando sus rodillas.
―Que sucede, ¿no puedes dormir? ―pregunto sentándome a su lado, luego de encender la luz.
Ella asiente. Reparo en la desnudez de su torso, en sus senos pequeños y firmes tapados con sus rodillas. En su piel nívea y suave bajo mi tacto. Lleva el cabello suelto, es negro y largo, le cae todo en la espalda. Se le ve frágil y hermosa.
―Lo siento, no quería despertarte, aun es de madrugada ―murmura.
Me pregunto desde que horas está levantada, contando con que nos quedamos dormidos, después de hacerlo dos veces.
―Estás así por haberte comido todas esas galletas ―le bromeo al tiempo que agarro mi reloj de mano de la mesa para revisar la hora.
Ella fuerza una mueca de sonrisa mientras lo vuelvo a dejar allí luego de mirar que son las cuatro de la mañana, y ahora tampoco t
Oliver Ella vuelve a afianzar su agarre, la calidez de su piel y sus pechos con los pezones rígidos punzando en mi piel, me enloquecen. La tomo de los muslos y la impulso hacia arriba. Ella se amarra a mis caderas con sus piernas. Doy la vuelta y la apoyo contra la pared para tantear y buscar el interruptor de la habitación, mientras se refriega sobre mí con fuerza. Presiono el de arriba que solo enciende los ojos de buey, que da una luz opaca. Su excitación se desenfrena y empieza a bajar mis calzoncillos, pero la detengo. ―Espera, tenemos que hacerlo más lento y tortuoso para que te deje con ganas de dormir otra vez. ―Allegra me mira algo abochornada, pero se lo toma a bien. La bajo dejándola de pie otra vez―, solo aguarda un poco ―añado dándole una fuerte palmada en el trasero espantándola. Se voltea a mirarme de reojo gruñendo, y cuando vuelve su vista al frente se queda perpleja con lo que ve de primera mano. ―Por esto fu
Creo que he dormido demasiado, y por cómo se ve iluminado adentro y afuera de la ventana, debe ser bastante tarde. «Pero es domingo», me digo volviendo a enroscarme con la sábana. Oliver no está en la cama, por lo que debe andar afuera. ¿O se habrá ido? No lo creo. Sonrío un poco avergonzada recordando lo que pasó en la madrugada. Fue intenso, pero no me disgustó para nada. Además, que Oliver, a su modo, sabe cómo hacerte disfrutar. ¡Cielos! Aun no quiero pensar que me estoy acostumbrando a esto…, o a… él. La puerta se abre en medio de esta diatriba de pensamientos, e indudablemente es él. Trae una bandeja y la coloca junto a mí. ―¿Qué? ―pregunta algo gruñón cuando me le quedo mirando. Tal vez es por mi expresión de sorpresa. ―¿Me estás consintiendo? ―Digamos que soy un amable caballero. ―En ese caso, gracias por traerme café, caballero ―digo y él sonríe negando con su cabeza. <
Oliver me gusta, no sé si llegaré a quererlo, pero siento que se ha convertido en alguien especial para mí. No solo por el tiempo que pasamos juntos o lo que hacemos, ¡cielos!, debo verme roja ahora mismo por pensar en ello. ―¿Sucede algo? ―pregunta. Ya hemos salido de casa de su abuela, habíamos venido a almorzar, pero hemos terminado pasando toda la tarde con ella. Fue un tiempo agradable, además que Sophie quiere mucho a Oliver. Es normal que esté en plan abuela preocupada por alguien como yo, que me he puesto en su camino y sus planes. Irónicamente ahora estoy en ellos, y he participado con gusto en aquellas cosas que forman parte de sus secretos. ―Nada ―murmuro. Él conduce de regreso, no hemos hablado sobre a donde y aunque me gustaría volver a ese lugar, es mejor ir a casa. Además, no sé si será buena idea extenderme sobre el asunto. ―Siempre que dices nada es porque andas pensando demasiado ―comenta bastante agudo.
Casi no dormí leyendo las notas escritas por Kitty. Debería estar sorprendida con todas esas palabras llenas de egoísmo y vanidad, pero es algo que intuía. Siempre tuve la impresión de que ella no era sincera con lo que decía; sin embargo, sabía cómo llevar su máscara de dulzura y engaño. Puedo entender que me tuviera rabia por llegar a un mundo donde ya yo estaba, no obstante, debería haber sido yo quien tuviera esos resentimientos por la personita que llegaba a quitarme un poco del cariño de mis padres. Tomo un poco más del café que preparé para despejarme y masajeo mi nuca. Aún sigo asimilando la idea de que solo se metió entre Adrian y yo porque no quería que tuviese esa felicidad. Es absurdo, porque, al fin y al cabo, terminé haciéndome a un lado y deprimiéndome cuando nadie se puso del mío. Ni papá, ni mamá, ni Adrian. Todos ellos dijeron: solo haces una pataleta de algo tan trivial como que el chico que creías era para ti, estaba muy interesado en tu hermana.<
Oliver ¿Dónde estás Allegra? ¿Por qué no bajas como acordamos y por qué no contestas el teléfono? He venido a recogerla como le dije y no está por ningún lado. ¡Maldición! No lo dije de esa forma para que se sintiera obligada, solo no quería que perdiéramos tiempo, pero vamos a hacerlo. No quiero ser intenso, pero a veces me provoca. De todos modos, el almuerzo juntos es porque quiero hablar con ella con un poco de más calma. Se que estoy acelerando todo, y ella tiene razón en que debemos tomar esto con calma. Suspiro hondo y sin más remedio subo a la oficina. No quiero pensar que es James o alguien que la está reteniendo. Sin embargo, al pasar por su cubículo no está por ningún lado. Veo a Sullivan que va hacia el ascensor y me acerco a ella. ―¿Dónde está Allegra? ―¿La señorita Wills? ―pregunta advirtiendo que la he llamado de forma tan particular. ―No hay otra, ¿verdad? ―repongo y ella sonríe como si
Oliver Esto difiere a montones de todo lo que hablamos en la mañana, y más aun de lo que compartimos juntos todos estos días. Esta mujer miente con mucha pericia, parece tan convincente, pero miente. ―No sé qué voy a hacer, papá va a enojarse mucho con ella ―dice con tono de voz angustiado. No debería estar aquí perdiendo el tiempo escuchándola. Tengo que encontrar a Allegra. Es obvio que sabe dónde está, y no me lo dirá, y dudo que se haya ido con ese hombre. Recuerdo aquella noche en su boda, en ningún momento vi anhelo en su expresión. Había repulsión por todo lo que le rodeaba en ese lugar. Su semblante era mejor cuando estábamos en el complejo. ―¿Por qué aseguras que está con él? ―pregunto. ―Porque él me lo dijo. Iba a buscarla y a convencerla de volver a estar juntos. Esperaba encontrarla aquí, pero al no verla, es obvio que es lo que ha pasado. ―¿Y cómo es que has podido entrar? ―prosigo y ella me mira a
Oliver¿Qué es más importante ahora?¿Encontrar a Allegra o dirigirme a una reunión donde estará mi tío reclamando los derechos que ya no tiene?Lo primero: Allegra.Ese Adrian tenía razón, el doctor no iba a recibirme de buenas a primeras. Así que tuve que coordinar una cita de valoración psicológica. No fue difícil, él forma parte de la comunidad de médicos especialistas en salud mental, de la que es integrante mi antiguo psicopediatra.Es la razón por la que puedo entenderla, yo también tuve que superar muchos traumas de mi niñez, y el abuso físico y emocional fue uno de ellos. Para adaptarte de nuevo, tienes que hacerte fuerte, no solo físicamente, sino de manera mental. Yo estaba jodido, y aunque sigo estándolo, he aprendido a no dejarme de nadie.―El doctor Watson le atenderá en unos minutos ―me informa la secretaria.He llegado temprano, la cita fue programada para las ocho, y lo cierto es que he padecido todo
No quiero estar aquí, ¡no quiero!Es lo primero que he pensado desde que el efecto del sedante se ha pasado. Me encantaría gritarlo con todas las fuerzas de mis pulmones, pero ya conozco el resultado. Entre más grite que quiero salir, más tiempo me dejarán encerrada. Es así, como un castigo al deseo de no revivir mi pesadilla.«Cálmate Allegra», me digo. Esta vez no puedo empeorarlo. Si lo hago solo le daré el gusto a Kitty de dejarme encerrada aquí, para ella tener el campo libre e ir por Oliver. Ni siquiera es porque le guste, es por qué él me gusta a mí. Desde siempre ha sido así, encaprichándose con todo lo que es mío. Nunca lo tomé a mal y solo hacía caso a mamá.No seas egoísta con tu hermana. No ves que ella es más pequeña. Déjale tus juguetes, ya tendrás otros. Allegra, no la hagas llorar, entrégaselo, ella solo quiere jugar.Aunque en el fondo eran simples demandas, nunca me quejé, y la única vez que lo hice fue cuando se encapr