Los Herederos Multimillonarios“Adrián”. Alguien llamó a la puerta, despertándome de mi profundo sueño. El cuerpo desnudo de Adrián se aprieta contra el mío y me ruborizo al recordar los eventos de anoche. Su brazo me cubre el estómago y su cabeza se apoya en el pliegue de mi cuello; su aliento me produce escalofríos. “¿Adrián?”. Vuelvo a oír que llaman a la puerta y me separo de él. Dejé la bata en el suelo y cubrí a Adrián con la sábana. Se abrazó a mi almohada y siguió durmiendo. Me dirigí a la puerta y la abro para ver a la abuela de pie. “Buenos días, cariño”. Me saluda mientras salgo y cierro la puerta tras de mí. “Siento haberte molestado. ¿Está Adrián?”. Se disculpa.“No se preocupe, de todas formas, tenía que levantarme”. Le sonreí. “Adrián está dentro. Sigue durmiendo. Supongo que está cansado de tantos viajes y de la reunión de anoche que tuvo a nuestra llegada”. Me reí entre dientes, y ella me sonrió.“Bueno, tenía que hablar con él”. Suspiro y yo fruncí el ceño.“¿Es
Los Herederos Multimillonarios“¿Adónde vamos, papá?”. Bella preguntó mientras abrochaba su cinturón en el asiento trasero.Ashley se fue a trabajar hace media hora y me advirtió que cuidara bien de los niños. Tenía muchas reglas que debía seguir. Una de ellas es nada de caramelos antes de que hayan comido, la otra nada de helados, deben dormir la siesta por la tarde, nada de comida chatarra, y bla bla bla, vaya, no sabía que tuviera tantas reglas, pero tengo que admitir que hizo un gran trabajo cuidándolos durante cinco años ella sola. Antes de irse, se despidió de los niños y me dio un beso. “Voy a darle una sorpresa a su madre, y ustedes dos ayudarán a papá; ¿qué les parece?”. Les pregunté, y ellos asintieron con la cabeza sonriendo. Besé a Bella en la cabeza antes de cerrar la puerta. La miré por la ventana, y ella sonrió ampliamente. Me dirigí al asiento del copiloto y Sam arrancó el coche. Me abroché el cinturón y me giré para mirar a los niños de vez en cuando y verlos contar
Los Herederos MultimillonariosNo sé cuándo me quedé dormida después de terminar la llamada con Adrián. Me desperté muy hambrienta y me rugió el estómago. Me quito la sábana de encima y salgo de la cama. Me dirijo al baño y me lavo la cara cuando oigo que alguien entra en la habitación. Levantó la vista y veo a Adrián y una sonrisa aparece en mi cara. Él miró alrededor de la habitación cuando sus ojos se posaron en mí, y en el momento en que me vio, sonrió.“Hola, preciosa”. Me dice mientras camina hacia mí y me rodea con sus brazos. Al instante le rodeó el torso con mis brazos, sintiendo su olor. “Hola”. Sonreí. Levantando la vista hacia él, y en el momento en que mis ojos se posan en los suyos, se inclina y me besa.“¿Qué tal el viaje al centro comercial?”. Le pregunto.“Estuvo bien”. Dijo. Acariciándome las mejillas.Solté una risita. “Sé que estás mintiendo. Odias ir al centro comercial así que ¿qué hiciste allí?”.Una sonrisa se dibujó en su cara mientras me miraba fijamen
“¡Ashley!”. Adrián gime mientras me miro en el espejo.“¡Ya voy!”. Grité mientras salgo de la habitación y bajé las escaleras. Me detuve en seco al verlo. Llevaba su traje negro y estaba más guapo que nunca. “Estás impresionante, ángel”. Se acerca a mí con una sonrisa. Sus dedos rozan mis brazos hasta llegar a mis mejillas. Me levantó la barbilla, haciendo que lo mirara. Se inclinó y me besó. “Aunque estás preciosa con este vestido, estarías aún mejor sin él”. Sonríe.“Adrián”. Jadeé, y él se rio. “Ven, vamos a llegar tarde”. Estábamos a punto de irnos cuando sonó su teléfono. Sacó el teléfono y frunció el ceño al mirar el identificador de llamadas.“¡Más vale que sea importante!”. Gruñó a quien lo llamó.“¡Qué!”. Preguntó. Y el color se le escapó de la cara. “Ahora mismo voy”. Soltó y terminó la llamada. “¿Qué pasa?”. Me inquiete. Tenía cara de preocupación.“Lo siento, Ángel, pero ha surgido algo y me necesitan. Tengo que hacer algo antes de volver mañana a la central”. Hizo
Los Herederos Multimillonarios“¿Qué demonios es esto? Creía que habían dicho que no volverían a estar juntos, ¡pero ahora viven como una familia feliz!”. Gritó.“¡Cállate, Tonya! ¡Sabemos lo que hacemos!”. El hombre le espetó. “¡Hay un momento para todo; no se puede actuar sin un plan! Ahora deja de irritarme”. El hombre gruñó.“¡No te atrevas a hablarme así! Tengo las pruebas de cómo manipulaste a tu esposa y a tu hija”. Ella grita. Le rodeo el cuello con las manos y empezó a estrangularla. “¡Su-suéltame!”. Le cuesta decir. Él la suelta y ella cae al suelo agarrando aire. Tosió con fuerza y él tomó un vaso de agua y se lo dio. Espero a que lo terminara. “¡Tú quieres su dinero y su fama, y yo quiero su cuerpo! Tenemos que ser pacientes para conseguir lo que queremos, ¿lo entiendes?”. Le preguntó, y ella asintió. “¡Esa p*rra sufrirá esta vez! ¡No habrá nadie que la proteja!”. Se dijo para sí mismo en vez de a ella, mientras el flashback empezaba a reproducirse en su mente. “¡Señ
¿Dónde estás, Adrián? Me di una ducha caliente para distraerme, pero no funcionó. Me envolví el cuerpo con la toalla y vuelvo a mi habitación. Miro el teléfono, pero no hay mensajes de Adrián.Camine a la habitación de los niños para despertarlos. “Bell, cariño, tienes que despertar ya”. Le susurré, y ella se movió. “Despierta cariño”. Le besé la cabeza mientras abría los ojos. Sonrió. “Buenos días, mami”. Bostezó y se sentó en la cama, frotándose los ojos. “Buenos días, princesa”. Digo y camino hacia la cama de Ashton. Le pasó los dedos por el cabello. “Despierta, cielo”. Le digo mientras sigo pasándole los dedos por el cabello. Se incorporó y se subió a mi regazo abrazándome. “¿Vamos a la escuela?”. Preguntó decepcionado. “No, cariño. Papá ya te ha inscrito en otro colegio”. Le digo mientras los tres vamos al baño a lavarnos los dientes.“¿Dónde está papá?”. Bella preguntó.“Vendrá pronto”. Respondo. Esperando que así sea.Siento que mi teléfono vibra y lo agarro para ver
Los Herederos MultimillonariosAshley...Me paré frente al ascensor. Lo odiaba todo; los odiaba a todos. Todos aquellos médicos que se sentaban frente a mí me decían que no podían hacer nada más. No había salida. Se supone que la ciencia debe encontrar curas y ayudar a la gente, pero no a todo el mundo. Los hospitales y los médicos con salarios más que justos estaban allí porque querían ayudarme. Esta mañana me senté al otro lado de la mesa mientras hablaba la Doctora Anthea. Una mujer de veintitantos años, recién salida de la facultad de medicina, sin hijos y comprometida a uno de los mejores cardiocirujanos del hospital. Lo que más le pesaba era su deuda universitaria, que tardaría poco en saldar en su profesión. Pero ella sabía cómo me sentía.Me sonrió como si quisiera tranquilizarme. “Sé cómo te sientes”. La doctora sonrió mansamente. ¿Era compasión? Pensé. “Es duro, lo sé”. ¿Cómo es posible que lo sepa? Me pregunté sarcásticamente. “Tenemos muchas cosas que discutir antes de e
Miré el reloj; eran las doce y me había tomado el día libre. Los armarios de la casa estaban vacíos, así que fui al supermercado. ¿Qué estará haciendo Adrián ahora? Debería empezar a hacer planes para contarle a Adrián y al resto lo que me está pasando, pero antes necesito a mis padres. Es extraño que una enfermedad te haga desear los abrazos de tus padres, aunque seas una mujer adulta. Camino hasta el coche y me dirijo al parque. Pensaba en cómo le daría la noticia a Adrián. No puedo mudarme a otro país con él, sobre todo ahora que los médicos me han dicho que recibiré quimioterapia semanalmente. Miro al cielo azul brillante y me pregunto qué he hecho para merecer este castigo. ¿Entenderán mis hijos por qué no puedo darles su beso de buenas noches? No podré ver a mi hijo enamorarse y casarse con la chica de sus sueños; no estaré allí cuando se gradúen del colegio o en la universidad para seguir su sueño de convertirse en algo que siempre ha querido. No estaré allí para enseñarle cóm