Las reacciones nunca deben ir acompañadas de la ausencia de pensamientos.
—¡Ay mi cabeza, como duele! —me quejé con la Reina que me miraba con ojos compasivos.
—¿Tomaste algo para que te afectara tanto? Si lo deseas puedes ir a descansar un rato, no te preocupes; en un momento me reuniré con mi amado Rut.
—No, no puedo, hoy debo entrenar, no se preocupe, esto se me pasará, supongo que algo me cayó mal ya que hasta donde sé las sombras no se enferman, debe ser mi lado humano aclamando atención.
—Sí, es muy poco lo que sabemos sobre tu condición, te recomiendo que te trates como si fueras una humana, ya sabes para descartar cualquier cosa y evitar que empeores... si necesitas salir para adquirir cualquier cosa, dile al guerrero Joss que te acompañe.
¡No, a él no!
—¿Dije algo que te molestara? ¿Por qué pusiste esa expresión tan seria cuando te mencioné al guerrero?
A esta mujer no se le escapa nada.
—La verdad es que estoy algo incómoda, bueno, a decir verdad, estoy más incómoda de lo normal con lo que respecta al guerrero... es que ayer lo acompañé a la casa del brujo, pero el trayecto de regreso no lo recuerdo, de hecho, solo me levanté esta mañana con este fuerte dolor de cabeza y en el trascurso del día ha empeorado.
—Dime algo... ¿tomaste alguna bebida preparada? Porque fuiste a la casa de un hechicero y ellos tienen esa mala costumbre, siempre lo hacen para tener información o salirse con la suya en algo en particular.
—Mmm... Déjame pensar... —contesté sentándome cerca de ella. El dolor en mi cabeza era punzante, la verdad era que no tenía mente para pensar—. No lo recuerdo, pero si eso fue así entonces Joss fue su cómplice —luego de analizar de forma fugaz la situación, me preocupé—, ¡Ay qué horror y si ellos me hicieron algo! Y ahora no lo recuerdo... y si dije algo indebido, algo de lo que ellos no se debían enterar —empecé a hiperventilar, no me agradaba esta situación, aún más cuando medio recordaba que el tal Neoma se había hecho pasar por una mujer para engañar a Joss—. Por cierto, ahora que analizo más a fondo la situación, con todo esto que me dices me doy cuenta de que esos brujos o hechiceros no son muy de fiar... ¿por qué accediste a trabajar con ellos? —quería desviar la conversación, ya buscaría luego la forma de enterarme con Joss de lo que pasó.
—Es una buena forma de protegernos, jugar la misma carta que utilizan los Licht nos coloca en igualdad de condiciones.
—Sí, tienes razón —me hice la tonta, al menos había logrado cambiar el ritmo de la plática.
—Espero que todo salga bien, luego de hablar con Rut me encontraré con Joss para hablar sobre los detalles y lo relacionado a los hechiceros.
Asentí y me levanté para salir de la habitación, para entonces el Rey había entrado al lugar. En cuanto observó a su mujer, se le notó el amor en la mirada.
—Permiso, nos vemos luego —me despedí por lo bajo y salí en la búsqueda de Joss, necesitaba encararlo y preguntarle todo lo que había pasado en ese lapsus de tiempo donde no lograba recordar nada.
Caminé hacia el área de entrenamiento; se encontraban varias sombras que no conocía, practicando en el lugar. A lo lejos vi a Andrea y Miriam luchando cuerpo a cuerpo, una contra la otra.
Cada vez que las veía, recordaba el momento en que la Diosa Oscuridad se apareció por primera vez ante nosotras.
*** Hace diez año atrás ***
—¿Qué vas a pedir de regalo para tu cumpleaños número dieciséis?
—No lo sé Andrea, tú eres mayor que yo por tres años, ¿qué me recomiendas?
—Pídeles a tus padres que te compren una infusión para regenerar las células de tu cuerpo y te veas por más tiempo joven... así mantendrás tu belleza por un largo periodo.
—No, yo no tengo ganas de vivir eternamente, ni de retrasar mi envejecimiento, eso de existir por siempre debe ser un calvario, además mis padres no son millonarios; así quisiera eso, no me lo podrían pagar, estoy conforme en que viviré lo que tenga que vivir y listo.
—¡Eres una aburrida! No sabes lo fabuloso que debe ser tener tiempo para hacer muchas cosas —intervino Miriam sonriendo y mirándome con eso grandes ojos color café.
—Debe ser una agonía para muchos vivir eternamente con problemas, o vivir para trabajar y pagar cuentas... este sistema lo odio, eso de trabajar, ganar dinero, invertir, comprar... en fin... es tortuoso, no creo que existamos para hacer eso, ni mucho menos para hacernos ricos, el dinero no se come, para mí lo importante son los momentos que pasamos con nuestros seres queridos.
—Ahhh, aquí estás tú con tu manera tan diferente de pensar, hay que aceptar que a la mayoría solo le interesa lo material, ya deberías de haber aprendido a vivir con eso —Miriam se adaptaba a todo con facilidad, a mí eso me costaba.
—Miriam, eres tan flexible antes las cosas que es difícil verte de mal humor.
—Tengo diecisiete años y soy muy hermosa, —se levantó y dio una vuelta en su eje— ¿qué más puedo pedir? —el rostro de Miriam se transformó en uno de completo asombro, algo miraba detrás de mí, al mismo tiempo percibí un profundo olor a rosas que inundó mi habitación. Miré con cautela hacia Andrea y ella mostraba un semblante lleno de incredulidad y miedo.
Tenía que darme la vuelta, ver qué era eso que ellas miraban con tanta estupefacción. En cuanto giré, creo que de inmediato dejé de respirar. Frente a mí estaba una mujer muy hermosa, que jamás había visto en mi vida, con un cabello largo, lacio, de color negro; y la piel más blanca que alguna vez vi... emitía poder, frialdad y desdén.
—Las imagino en unos años algo menos soñadoras y más fuertes —escuché y no articuló palabra, lo había dicho por telepatía, supe que todas las habíamos escuchado porque nos miramos con incredulidad.
—¿Quién eres? —pregunté mirándola a los ojos y eran todos negros, estaba segura de que no era humana.
—No soy un demonio —dijo mirando a Miriam y ella dio dos pasos hacia atrás, era evidente que le respondía a su pensamiento.
—Si no eres un demonio, ¿cómo te apareciste aquí de la nada? —le preguntó Andrea con rostro decidido.
Nos comerá o asesinará, algo me lo dice.
—Soy la Diosa Oscuridad y estoy aquí con el propósito de otorgarles un preciado regalo.
—¡¿Un regalo?! ¿Una Diosa viene a regalarme algo en mi cumpleaños dieciséis? ¿Me estás tomando el pelo, cierto? —contesté sin medir mis palabras, pero era que no soportaba que me vieran la cara de tonta.
—Debía esperar que todas tuvieran los dieciséis años cumplidos... es que me encanta el número siete, si te fijas la suma de los dígitos de tu edad dan como resultado el precioso número de lo espiritual y de la sabiduría, el siete; es por eso que no vi impedimento de localizarlas hoy y entregarles a Andrea y a Miriam su regalo atrasado y a ti... tu regalo especial.
—Hay un truco en todo esto... hacer pactos con dioses o demonios hasta donde sé, tiene un trasfondo... algo tendrás que pagar —Miriam se veía un poco más segura, era porque estaba analizando la situación.
—No acepto tu regalo, puedes quedártelo, no estoy dispuesta a pagar consecuencias sobre algún trato hecho con una diosa, demonio, o lo que seas —no deseaba nada de lo cual no sabía realmente su procedencia y deberles favores a seres sobrenaturales no me llamaba la atención.
La mujer sonrió y puso rostro compasivo.
—Gaby, ya he tomado la decisión, además, ya sé que odias el sistema, entonces quién mejor que tú para revelarte contra él y así ayudar a los humanos.
—No creo en tus intensiones, he leído y sé que los dioses tienden a ser egoístas... solo deseo que me dejes en paz.
—¡Eres terca! —se quejó la Diosa cruzando los brazos— Sí, es cierto, nosotros somos egoístas, pero esta vez lo seré en pro de mis hijos, de la raza que yo creé para cuidar a los humanos y ustedes serán una pieza importante en una guerra que muchos ignoran.
—Te lo dije, nada bueno nos traerá esta situación —musitó Miriam.
—Soy una Diosa, puedo maldecir y bendecir sus vidas por toda la eternidad, así que mejor cierren la boca y acaten mis órdenes —la voz se distorsionó, pasó de una dulce y comprensiva a una estremecedora que emitía miedo y ferocidad.
—Mejor comportémonos, algo me dice que no saldremos de esta si seguimos cuestionando a esta mujer —Andrea me haló hacia ella y asintió intentando convencerme de sus palabras.
Decidí hacer silencio porque tenía la seguridad de que eso podría ocurrir.
—La sexta era sombra acabará pronto y ustedes serán la pieza clave para ayudar a ambas razas, ustedes protegerán a los humanos y lucharán junto a las sombras. A partir de hoy serán unas hibridas; van a contribuir con el desarrollo y proliferación de más sombras, para que así mis hijos, mi creación, aumente y eso traerá como consecuencia que entre los humanos el nombre del Dios ausente se dé a conocer y así empiecen de nuevo a adorarlo para ver si regresa a este plano... si eso no pasa, al menos la humanidad no estará bajo el yugo inconsciente de los Licht y su modo de vida mejorará.
¿El Dios ausente? ¿Las sombras? ¿La guerra? Por Dios, ¿qué droga se metió esta mujer? —intentaba analizar los disparates que acababa de decir.
—Gaby, estás acabando con mi paciencia —era evidente que respondía a mis pensamientos—, deja de pensar estupideces, no te comportes como el promedio de los humanos.
—¿Por qué nos elegiste a nosotras para llevar ese plan? —Andrea como siempre tan inteligente con sus preguntas.
—Vienen de familias de humanos bendecidos por el Dios ausente, ustedes son la séptima generación desde que sus familias decidieron por años ayudar y cuidar del prójimo... digámoslo así, ustedes tienen buenos genes.
—Solo somos amigas, ¿por qué las tres y no solo una de nosotras? —otra pregunta muy precisa digna de Andrea.
—La familia se escoge antes de nacer, y en vida también se eligen... a esos ustedes lo llaman amigos... yo las observo desde niñas y son más que amigas... ustedes son un complemento.
Eso era cierto, desde que nos conocimos éramos inseparables y sentíamos una fuerte conexión entre nosotras.
—¿Cuál será mi regalo? Sé que no podremos liberarnos de obtenerlo, así que, al mal tiempo, buena cara —Miriam como siempre siendo tan optimista y flexible.
—Serán unas inmortales, unas hibridas, mitad humanas, mitad sombras, entrenarán, madurarán su fuerza y mentalidad y en el momento preciso conocerán a los guerreros que las incluirán en el mundos de la sombras.
—¡Inmortal! ¿Una sombra? ¡No! Yo disfruto de mí día a día, soy feliz así, necesito de esta tranquilidad para mi buen vivir —me quejé, me aterraba esa idea.
—¿Quieres una mortalidad sin conocer a tu verdadero amor? —la Diosa se me acercó sonriendo y me mostró sus perfectos dientes blancos.
—¿Qué quieres decir con eso? —pregunté achicando los ojos, ya tenía un novio y me iba bastante bien con él.
—Lo que oíste, tú no eres tonta —la Diosa caminó hacia Andrea y la tocó. Mi amiga de inmediato se desmayó cayendo sobre el suelo como si estuviera muerta; luego hizo lo mismo con Miriam y cuando se dirigió hacia mí, volvió a preguntarme— ¿Quieres una inmortalidad sin conocer a tu verdadero amor?
No pude responderle, solo negué con la cabeza. Muy dentro de mi tenía la convicción de que uno no solo nacía para ser feliz haciendo lo que uno deseaba; sino que también existíamos para experimentar el verdadero amor en pareja, así que no tenía cara para decirle que no.
—Nos volveremos a ver, mi pequeña humana —se despidió la Diosa.
La negrura se esparció por el lugar para no dejarme ver nada más.
*** Actualidad ***
—Oye, ¿te dormiste aquí de pie? Ve a dormir como el Dios ausente manda a los humanos... no tienes porqué quedarte aquí, no ves que estorbas —Joss pronunciaba las palabras en modo sarcástico, pero me miraba diferente.
No me acostumbro a que siempre salga con comentarios hirientes, es que es tan estúpido.
—Resulta que los humanos pensamos y eso nos dispersa, me quedaría a explicarte el procedimiento de algo en lo que es evidente eres un ignorante, pero no voy a perder el tiempo contigo. —Joss contra todo pronóstico, sonrió; un gesto que me pareció genuino no mostró sus dientes, sencillamente se quedó mirándome y no hizo nada más. Y así permaneció por lo que creo fueron varios minutos— ¿Qué haces? No sé qué pretendes, pero quita esa cara de tonto de mi vista.
—Ahh, aún sigues aquí, nada —hizo silencio unos segundos—, solo te mostraba que sí sé pensar y dispersarme.
Y yo me quedé como tonta mirándolo todo ese tiempo esperando a que me dijera algo.
—¡Eres un arrogante, tonto, arruina sarcasmos!
—Lo soy —me miró de arriba abajo—, ¿ya te sientes mejor? ¿Empezarás a entrenar? Como ya ves, tus hermanas ya están en eso.
—Sí, supongo que entrenaré, pero primero quiero conversar contigo sobre lo que ocurrió ayer —Joss puso rostro pensativo y luego uno de extrañes, eso me dio cierta tranquilidad.
—¿A qué te refieres con eso? ¿Qué pasó ayer de qué?
—Buenooo... ehh. —¿Cómo se supone que debo de preguntarle? —Ayer, no sé, digo, lo último que recuerdo es que tu amigo nos dio unas bebidas y creo haber accedido a unas citas con él, solo con el propósito de que nos ayudara, ya sabes, fue como un trato.
—Ahhh —cierta incomodidad se desvaneció de su rostro —, ¿me estás preguntando sobre eso? ¡Sí, es cierto, hiciste un trato con mi amigo! Por eso al quedar todo arreglado, nos regresamos al recinto.
—¿Ocurrió algo de lo que deba avergonzarme? Es que aún me duele la cabeza y la verdad no recuerdo el momento en el que llegamos aquí, así que supongo que la bebida me cayó mal por estar adulterada.
—No ocurrió nada, ¿tendría que haber pasado algo en especial? —sus notas de arrogancia fueron palpables en cada palabra.
—¡No! La verdad es que lo dudo, no sé ni para qué te estoy preguntando esto, mejor me pongo a entrenar.
—Hay un horario que ya está publicado en aquel espacio que está allá —señaló un rincón, el cual según veía desde donde estaba, tenía una pizarra digital con varios nombres y horarios—. Pregúntale a la pizarra tu horario y ella te lo dará, aliméntate bien y concéntrate mientras entrenes, tú eres la que más horarios tendrá durante la semana porque te prepararé para que cuides a la Reina, también tienes clases asignadas con ella, para que así hagan un buen equipo en caso de alguna emergencia; y además seguirás entrenando con tus hermanas.
Por lo que veo, se me pasaran los días enfocada en solo ejercitarme.
—Está bien, sabía que algo parecido a esto ocurriría —me alejé de él y caminé hacia la pizarra.
—Hola, soy Gabriela Céspedes, puedes por favor informarme cuál será mi horario de entrenamiento.
—Con todo gusto, señorita Gaby, no es necesario que me diga su nombre de pila, la reconozco con solo detectar el sonido de su voz.
—Es la costumbre, a veces me gusta ser bien educada —repliqué sonriendo. Las maquinas eran más de fiar que hasta los mismos humanos, al menos estás no decían mentiras.
Cuando vi mi horario en la pantalla, casi que muero de un infarto. Solo tenía cuatro horas diarias para mí, supongo que en ningún momento dormiría, el hecho de descansar como una simple humana era necesario para desempeñarme bien en mis tareas, aunque podría prescindir de eso por un tiempo, pero llegaría el momento en el que sí lo necesitaría. Miré hacia Joss y este me observaba con cierta burla reflejada en sus ojos.
Ese hijo de puta me odia.
—Gracias por la información —me despedí de la pizarra con inteligencia artificial para caminar y buscar mis armas, porque según veía en este preciso momento debería estar entrenando.
—¿Qué haces? —preguntó Joss a mi espalda.
—Voy a entrenar —inyecté entre dientes cierta petulancia.
—Tienes ocho horas más de descanso, con lo que bebiste ayer y al ser medio humana aun no entiendo cómo es que estás de pie.
—Gracias, es muy considerado de tu parte, pero no, no quiero deberte favores —tomé del gran clóset de madera donde se guardaban las armas una espada liviana y la blandeé—, estoy capacitada para entrenar y hacer muchas cosas más.
—Sí, eso me quedó claro, por lo que veo también estás capacitada para formalizar citas con gente que no conoces.
—¿A qué viene ese comentario? Creo que lo hice por una excelente causa, además, ¿por qué me lo dices así de esa forma tan acusadora? Me das a entender que te importa o afecta mucho el hecho de que saldré con alguien muy guapo.
El gesto que vi en su cara de desespero e incomodidad fue tan evidente que se me hizo difícil no sonreír.
—Estás mal interpretando las cosas, si no deseas descansar es tu problema, solo intentaba ser realista en tu condición de humana.
—Me dices humana como si se tratara de un bicho raro —era incómodo que lo dijera de esa forma, al parecer le chocaba bastante de que yo lo fuera.
—Eres un bicho raro, no te equivoques, ni lo dudes —respondió sonriendo, eso me voló de un golpe mi paciencia, así que no me aguanté y le di una bofetada.
Reaccioné en el preciso momento en que mi mano chocó contra su mejilla con una fuerza que lo hizo dar un cuarto de vuelta, también pude notar que el salón de entrenamientos quedó por completo en silencio, el hecho me aturdió al estar en una habitación tan movida y sonora como esta.
Miré hacia los lados, bastante avergonzada de que todos nos miraran. No supe qué hacer en ese preciso momento, así que, prácticamente huyendo de la situación, me desmaterialicé hacia mi cuarto.
Nadie tiene el control real de su vida, la existencia es caprichosa y nosotros somos simples títeres.¿Qué carajos fue eso?En cuanto Gaby desapareció del lugar, todos comenzaron de nuevo a entrenar como si nada hubiera ocurrido.¿Será que aún estoy bajo los efectos de esa jodida bebida?Sentí preocupación al ver su rostro, solo deseaba que descansara y entonces viene y me cachetea de esa manera... no la entiendo.—Está claro que sigues siendo medio bruto y brusco al tratar con las mujeres —no me di cuenta cuando Ricardo se me acercó; el hecho era que Gaby tenía un efecto perturbador “en buena manera” en mí y siempre terminaba desconcertado o ido luego de verla y empeoraba con el tiempo.—Creo que terminaré dándote la
Las oportunidades se presentan varias veces, es solo que el ego y la arrogancia no te dejan verlas.Toqué la puerta varias veces; al sexto o séptimo toque escuché la voz de Gaby y sentí adrenalina correr por mi cuerpo, tenía la misma sensación como si estuviera a punto de estar presente en una batalla.—¿Quién es? —preguntó al otro lado de la puerta.—El guerrero Joss —me anuncié con cierto tono de timidez. Esto no era coherente en mí. ¿Qué me ocurre?—¿Qué pasa? ¿Viniste a seguir insultándome? ¿Vienes por más? ¿No se te llenó el ego con tu comportamiento de hace poco?—Gaby, he venido a disculparme —solté las palabras como un cobarde detrás de la puerta, pero estaba claro que hacerlo así era mucho m&aa
Si no estás atento, las personas siempre te atacan por la espalda.Creo que tenía alrededor de tres horas entrenando con un grupo de mujeres sombras, eran muy rápidas y más agiles que los hombres; siempre y cuando se les dieran a usar armas que pesaran poco. Estaba asombrado de cómo se movían y la resistencia de las mismas. Al parecer Julie, no se equivocó al tomar esta decisión, más bien, ahora me quedaba muy en claro que esas leyes incitaron a las equivocaciones, las mujeres sombras debían luchar, estaba en su naturaleza.—Aprenden rápido, chicas —las elogié mientras veía cómo se atacaban y desviaban los ataques entre ellas mismas.—Creo que eso se lleva en la sangre —respondieron a mi espalda, me di un poco la vuelta para ver de quién se trataba y era Julie.—Mi Reina, tiene tanta raz&oacu
El pasado no superado... siempre atormenta.Esto duele horrible.Me miré al espejo y tenía un bulto en un costado de mi costilla por la inflamación.—Ser medio humana tiene sus desventajas, esto tardará más de lo que pensé en curarse —murmuré tosiendo y saboreando la sangre que se devolvía por mi boca, tenía una hemorragia.Miriam apreció en la habitación. No me molestó su intromisión, había mucha confianza entre nosotras.—Supe lo de tu costilla y pulmón, ¿necesitas ayuda? ¿Te duele mucho?—No es muy soportable el dolor, pero viviré —le sonreí recordando los movimientos y la golpiza que por un momento le habíamos dado Julie y yo a Joss.—Sabemos que no morirás, pero creo que podría darte algo para el dolor &
Si no aprendes la lección, la vida vuelve a ponerte en el mismo lugar.Sabía que no había nada romántico o compromiso personal de por medio entre Neoma y yo, pero habían dos cosas que me preocupaban. Primero, tenía incontables meses, por no decir años, que no sabía que era estar con un hombre a solas; y segundo, ese brujo era demasiado guapo, el solo hecho de saber que estaría en su presencia me ponía nerviosa.Habría sido una excelente idea preguntar primero si estaba el brujito en el recinto.Seguí caminando por los pasillos internos, buscando cualquier indicio de su paradero, pero fue en vano. Cuando estaba a punto de irme hacia mi habitación, Joss apareció delante de mí.—¿¡Ay, qué haces!? ¡Me quieres matar de un susto! —chillé con ganas de empujar
Un verdadero enemigo siempre sonríe antes de atacar.No puedo afirmar que disfruté de la compañía de Nelesky, porque pasé todo el tiempo pensando en que el estúpido de Neoma estaría con Gaby. ¿Y si le había dado algo para tomar, algo hechizado? Necesitaba tranquilizar mis pensamientos.Al final no salimos del recinto, decidimos sentarnos a comer y permanecer unas horas conversando sobre todo lo que habíamos hechos en estos años, solo nos pusimos al día; ya bastante que nos conocíamos, tampoco había mucho qué contar... por mi parte, solo entrenar, evitar ser asesinado; y en su caso, estar al día con las clases de hechicería que le interesaban, se había enfocado en ser la mejor.La verdad es que no me sentía tan culpable por haber estado un poco ausente en nuestra improvisada reunión, po
Los amigos serán siempre tus amigos mientras que se mantenga el interés.Me desmaterialicé hacia la habitación de Rut y toqué la puerta con insistencia.—Mi Reina, Rut, abran la puerta por favor.Rut se desmaterializó frente a mí con rostro molesto, lo miré de arriba abajo y noté que solo llevaba puesto un short.—Dime que es una emergencia porque lo que estaba haciendo haya adentro —señaló a su habitación— era bastante importante.—Ok, te lo diré alto y claro —hice silencio, intentando elegir las palabras adecuadas—. Creo que tomé una mala decisión al traer aquí a Neoma y Nelesky, creo que se vengarán de mí y no se medirán, no les importará que ustedes salgan perjudicados... qui-quiero que desalojen este lugar.Rut soltó una
Siempre que se acepta una realidad, la situación se vuelve más fácil.Hacer doble turno no había sido buena idea. No descansé nada por la noche haciendo guardia y ahora estaba aquí con mis hermanas bajo los rayos del sol cuidando el recinto.—Tienes esa mala cara desde ayer en la noche, ¿te pasó algo? —me preguntó Andrea con rostro preocupado.—Nada importante —mentí, no tenía ganas de contarle lo que había recordado sobre Joss.—Me evitas mintiendo, no es necesario que lo hagas, te lo he dicho; es mejor que guardes silencio antes de caerme a mentiras.—Entonces guardaré silencio —me di la espalda y miré a mi alrededor simulando estar muy al pendiente de todo el perímetro.—A veces eres una mujer insufrible —me regañó.<