Nunca había sido buena idea que Rossie se descargara e instalara la aplicación de Pop-e-tears en su celular. Eso hacía que, cada tanto, le saltaran notificaciones sobre las últimas noticias de la farándula norteamericana y mundial.Y los últimos meses, ella misma –y Jared– formaban parte de ese, digamos, selectísimo grupo.Por eso no fue de extrañar que aquel martes 10 de diciembre, le apareciera una notificación con las palabras clave #JaredCavalier+AliMilá en la primera plana de su teléfono, y que fuera lo primero que vio al despertar ese día, a las seis de la mañana.Esto es lo que decía la noticia.Una otoñal Marguerite GautierFecha de la entrada: 10 de diciembre Por Jimmy de Jail, para la Revista Digital Pop-e-tears
Rossana Regiés y Jared Cavalier con luz verde, en Messenger Jared: Necesito hablar contigo, Rossie. Por favor, contesta. Rossie: Dime. Jared: Supongo que estás al tanto. Rossie: ¿De qué? Jared: ¿Cómo? ¿Nadie te lo ha dicho? Rossie: No sabré de qué hablas si no me lo dices. [Silencio] Rossie: ¿Jared? Jared: Ya lo sabes, Rossie. Acabo de hablar con Marcel. Me lo contó todo. Rossie: ¿Y? Jared: ¿Cómo que “y”? Puedo explicarlo. Rossie: Seguro que sí. Jared: ¿Te acuerdas de Ali Milá? [Silencio] Jared: ¿Rossie, estás ahí? Rossie: Ah… sí. ¿Cómo olvidarla? Jared: Pues
Nadie se lo pidió y, por supuesto, nadie tenía pensado hacerlo. Y Rossana Regiés lo sabía; por lo tanto, decidió tomar ella misma la iniciativa y dirigirse al estudio de grabación que quedaba a tan solo unas cuadras del Libery Hall. Después de todo, era la productora ejecutiva, showrunner y madre del protagonista de la serie que ella estaba escribiendo. Y, por tanto, tenía todo el maldito derecho de hacerlo. ¿Qué por qué se decidió a llevarlo a cabo ese día en especial? Porque cayó en cuenta de que no podía iniciar el plan de la segunda temporada, si la primera era un desastre. Y tenía que cerciorarse de ello. Aquel miércoles 12 de diciembre Jared se encontraba ahí. No tenía por qué, se trataba de un popstar entrado en años sin mayor conocimiento de producción audiovisual. Pero Rossie suponía que debía hacer control de calidad sobre su hijo, quien interpretaba su papel. Marcel le había dicho que seguía a su padre a todas partes para
Rossana RegiésSí, es horrible aceptarlo, pero así son las cosas. Ali Milá es hermosa, exitosa y con una carrera que quizás yo jamás llegaré a tener. Y, si de mí dependiera, no haría el papel de mí en la serie. De todos modos, me preocupo demasiado por algo que todavía no ocurre. Lo correcto para mí es, ahora, preparar el listado de preguntas que le haré, de cara a nuestra primera entrevista.Obviamente, la primera será la vencida: ¿cuáles fueron las circunstancias en las que lo conoció? Creo que había leído algo sobre eso en una revista, hace como veintipico de años. Recuerdo también que Annelise lloró cuando leyó lo que estaba escrito ahí. No de los celos, sino de la indignación por lo que Ali le hizo a Jared por entonces.Como yo andaba colgada de Kaoh, no le hice mucho caso. Pero tal vez Annie guarde esa revista. O el mismo Jared. O Ali Milá (quién sabe si le gusta tener un inventario de sus pretendientes). En todo caso, habrá que preguntar.La segunda pregunta de cajón: ¿cuáles f
Sí, fue una conversación de tres. Porque Jared Cavalier no iba a permitir que Ali Milá y Rossie Regiés compartieran, a solas, ni un minuto más de lo que él permitiera. Se sentaron en La Colombe, el café de moda en el Nueva York de aquellos días. Las dos mujeres aceptaron, con la condición de que el Goodboy pagase la cuenta y los taxis. Pidieron Earl Grey tea para Ali, té matcha con leche de almendras para Rossie y té chai para Jared. No se trataba del plan más divertido del mundo, pero era la única oportunidad que se le presentó a Ro para que su informante estrella le contase su versión de las cosas. –Tú dirás, Rossie –dijo Ali, mientras recibía, de la mesera, su respectivo Earl Grey–. Yo podría empezar por cualquier parte de la historia. –Podríamos comenzar por el principio –dijo ella, mientras tasaba, con sus manos, el calor de la taza de matcha a través del enorme jarro de porcelana que lo contenía–. ¿Cómo se conocieron ustedes dos?
No podría decirse, en el estricto sentido de la palabra, que Jared Cavalier hubiera sufrido en el pasado, alguna herida grave de rechazo. Había sido un hijo deseado –el último de su familia–, el único hombre entre cinco hermanas y la adoración de estas y sus padres.A todo esto, habría que añadir que su físico espectacular ocasionó casi siempre, que las chicas se pusieran a su merced, sin apenas proponérselo. Y, bueno, decir que esta tendencia se potenció tras su entrada a The Boyz in the Band, sería una completa obviedad.Pero decimos casi siempre, no por modestia, sino porque hubo una muchacha que supo resistirse a sus encantos en el pasado, sin la cual esta historia no podría entenderse en su totalidad.Hablamos de la historia del Goodboy, que necesariamente va ligada a la historia de su banda.Supongamos que Ali Mi
Lamentamos informar que, aquella tan mentada noche del afterparty de los American Music Awards, Jared Cavalier no llegó a cruzar palabra con Ali Milá. Al menos, no en el estricto sentido de la palabra. –Por el bien de tu autoestima bro –era Kaoh quien le hablaba en ese momento, porque se lo encontró a él a escasos metros de la piscina–, te sugiero que abortes la misión, man. La chica es más inalcanzable que Elena de Troya. De lo que no tenía idea Kaoh era que el Goodboy se había tomado ya, para entonces, no uno, ni dos, sino tres double vodkas. Y eso, señoras y señores, hacía una diferencia. –Yo soy Jared Cavalier, el fucking leadsinger de The Boyz in the Band, damn it! –su voz comenzaba a quebrarse un poco cuando lo dijo–. Ali Milá no me va a decir que no esta noche, ni ninguna otra. –Nadie dice lo contrario, bro –respon
Lo dicho. El día siguiente llegó para Jared Cavalier y sus hambres atrasadas de Ali Milá. La cita se había pactado en la noche. Y en la casa de ella, en las colinas de Los Ángeles y a solo unos escasos metros de donde se encontraban la noche anterior. Jared durmió la mona en su cuarto de hotel, desordenado como era, en medio de la mitad de los outfits que utilizaría para los conciertos siguientes. Al siguiente día, se probaría de todo: nada lo convencería. Le pidió prestada ropa a Niko y este se la dio a regañadientes. –No me la vayas a desgraciar, ¿quieres? –le dijo al Goodboy, mientras le acercaba una chaqueta de Pierre Cardin que le quedaba mejor a Jared que a él (y Niko lo sabía)–. Y si lo haces, tendrás que pagármela. Demasiado tarde para hacer ese tipo de advertencias. El Emperador transpiraba como si se hubiese metido a un baño turco, nervioso como el que más, por lo que le deparaba la noche. Al principio, quiso no tomársela personal. Era solo una invitación a la casa de Al