Los pasos de Marcel Regiés ya se habían vuelto demasiado reconocibles para su madre, cada vez que se aproximaba a su oficina en el Libery Hall. Esta vez, tampoco fue la excepción.
Marcel llegó casi jadeando a la sala de espera del cuarto piso, con su celular en mano, como si este le guiara hacia un tesoro escondido o algo así.
–¿Se puede saber qué está pasando aquí? –parecía que esa frasecita se había convertido, para él, en una especie de mantra, toda vez que de preguntarse por sus padres se trataba.
–Pues, lo que ves –le dijo Jared, aunque no se sintió, ni por un segundo, obligado a responderle–. Alguien nos quiere bastante jodidos.
–No me digan que pasaron la noche aquí –fue la respuesta refleja del pequeño Goodboy, y se arrepintió de inmediato de formularla–. Y no, no quiero saber la respuesta.
Nadie iba a responderla, en cualquier caso.
–Me sorprende que Adalyn no me haya citado en la corte, todavía –dijo Jared–. Pero con
No le sorprendió a Rossie que Jared Cavalier no amaneciera junto a ella. Era lunes, después de todo, y se hacía indispensable ir a trabajar. Ya no se sentía tan enferma, su cuerpo estaba hidratado y las horas de sueño repararon su precaria condición física. A las seis de la mañana, las cosas ya no se veían tan negras como hace veinticuatro horas. Rossie tomó un baño caliente, en la ducha primero y en la tina después. Usó sales de baño exclusivas del Park South mientras se daba masajes en las sienes para quitar los restos de una jaqueca que no acababa de ceder. Se vistió con ropa favorecedora y decidió desayunar en el café del frente del hotel, quiso creer que se trataba de una decisión aleatoria. La verdad es que su inconsciente evitaba a toda costa encontrarse con Jared. Lo que no era otra cosa que un pensamiento irracional, porque, de todas formas, tendría que hacerlo más tarde que temprano. Procrastinó como una hora en el café y las redes sociales, para evitar acudir al lugar in
–Bien, creo que mejor me voy –dijo Toby Dammer, luego de que, asomado desde las escaleras del cuarto piso, descubriera también a Rossana, escondida en el descanso de las escaleras, mientras escuchaba su bochornosa conversación. –Tú no te vas a ninguna parte, Tobías –respondió Ro, y no supo de dónde sacó el valor para hacerlo. –Wow… ¿qué? –se sorprendió Toby–. ¿Tobías? Solo mi madre me llama así, Rossie. Rossana titubeó un tanto antes de responder. –Como sea –le dijo–. No te me vas a escapar. –Obsérvame hacerlo –habrá que recordar que The Commander no era del tipo que cumplía órdenes, y menos de Rossana Regiés. The Badboy hizo un ademán de escabullirse por las mismas escaleras que ocupaban Rossie y el guardia, pero alguien se lo impidió. –Por favor, Tob –Jared le tomó del brazo–. Resolvamos esto los tres juntos. Tob miró no a Jar
¿A dónde iría Jared Cavalier luego de que Rossana Regiés le rompiera el corazón? A donde siempre acudía, toda vez que tenía un problema amoroso –o no tanto– con alguna de sus mujeres. Sí, señoras y señores. En plural. El estudio de Ali Milá era mucho más pequeño de lo que se esperaba de una ex estrella de la televisión de finales de la década de los ochenta e inicios de los noventa. Su agente no había hecho muy buenas inversiones que digamos y, para cuando ocurrió la burbuja inmobiliaria de 2008, la bellísima actriz en decadencia se vio obligada a vender a precio de gallina con mal, las diversas propiedades que logró acumular en Manhattan durante la época de su apogeo laboral. Sin embargo, el departamento de Ali era lo suficientemente grande, privado y se encontraba en un piso tan alto y alejado de sus vecinos, como para que sus gemidos de placer se desvanecieran a unos cuantos metros a la redonda, por lo que no tenía obligación alguna de contenerse a la hora de gritar sus orgasmos
Nunca había sido buena idea que Rossie se descargara e instalara la aplicación de Pop-e-tears en su celular. Eso hacía que, cada tanto, le saltaran notificaciones sobre las últimas noticias de la farándula norteamericana y mundial.Y los últimos meses, ella misma –y Jared– formaban parte de ese, digamos, selectísimo grupo.Por eso no fue de extrañar que aquel martes 10 de diciembre, le apareciera una notificación con las palabras clave #JaredCavalier+AliMilá en la primera plana de su teléfono, y que fuera lo primero que vio al despertar ese día, a las seis de la mañana.Esto es lo que decía la noticia.Una otoñal Marguerite GautierFecha de la entrada: 10 de diciembre Por Jimmy de Jail, para la Revista Digital Pop-e-tears
Rossana Regiés y Jared Cavalier con luz verde, en Messenger Jared: Necesito hablar contigo, Rossie. Por favor, contesta. Rossie: Dime. Jared: Supongo que estás al tanto. Rossie: ¿De qué? Jared: ¿Cómo? ¿Nadie te lo ha dicho? Rossie: No sabré de qué hablas si no me lo dices. [Silencio] Rossie: ¿Jared? Jared: Ya lo sabes, Rossie. Acabo de hablar con Marcel. Me lo contó todo. Rossie: ¿Y? Jared: ¿Cómo que “y”? Puedo explicarlo. Rossie: Seguro que sí. Jared: ¿Te acuerdas de Ali Milá? [Silencio] Jared: ¿Rossie, estás ahí? Rossie: Ah… sí. ¿Cómo olvidarla? Jared: Pues
Nadie se lo pidió y, por supuesto, nadie tenía pensado hacerlo. Y Rossana Regiés lo sabía; por lo tanto, decidió tomar ella misma la iniciativa y dirigirse al estudio de grabación que quedaba a tan solo unas cuadras del Libery Hall. Después de todo, era la productora ejecutiva, showrunner y madre del protagonista de la serie que ella estaba escribiendo. Y, por tanto, tenía todo el maldito derecho de hacerlo. ¿Qué por qué se decidió a llevarlo a cabo ese día en especial? Porque cayó en cuenta de que no podía iniciar el plan de la segunda temporada, si la primera era un desastre. Y tenía que cerciorarse de ello. Aquel miércoles 12 de diciembre Jared se encontraba ahí. No tenía por qué, se trataba de un popstar entrado en años sin mayor conocimiento de producción audiovisual. Pero Rossie suponía que debía hacer control de calidad sobre su hijo, quien interpretaba su papel. Marcel le había dicho que seguía a su padre a todas partes para
Rossana RegiésSí, es horrible aceptarlo, pero así son las cosas. Ali Milá es hermosa, exitosa y con una carrera que quizás yo jamás llegaré a tener. Y, si de mí dependiera, no haría el papel de mí en la serie. De todos modos, me preocupo demasiado por algo que todavía no ocurre. Lo correcto para mí es, ahora, preparar el listado de preguntas que le haré, de cara a nuestra primera entrevista.Obviamente, la primera será la vencida: ¿cuáles fueron las circunstancias en las que lo conoció? Creo que había leído algo sobre eso en una revista, hace como veintipico de años. Recuerdo también que Annelise lloró cuando leyó lo que estaba escrito ahí. No de los celos, sino de la indignación por lo que Ali le hizo a Jared por entonces.Como yo andaba colgada de Kaoh, no le hice mucho caso. Pero tal vez Annie guarde esa revista. O el mismo Jared. O Ali Milá (quién sabe si le gusta tener un inventario de sus pretendientes). En todo caso, habrá que preguntar.La segunda pregunta de cajón: ¿cuáles f
Sí, fue una conversación de tres. Porque Jared Cavalier no iba a permitir que Ali Milá y Rossie Regiés compartieran, a solas, ni un minuto más de lo que él permitiera. Se sentaron en La Colombe, el café de moda en el Nueva York de aquellos días. Las dos mujeres aceptaron, con la condición de que el Goodboy pagase la cuenta y los taxis. Pidieron Earl Grey tea para Ali, té matcha con leche de almendras para Rossie y té chai para Jared. No se trataba del plan más divertido del mundo, pero era la única oportunidad que se le presentó a Ro para que su informante estrella le contase su versión de las cosas. –Tú dirás, Rossie –dijo Ali, mientras recibía, de la mesera, su respectivo Earl Grey–. Yo podría empezar por cualquier parte de la historia. –Podríamos comenzar por el principio –dijo ella, mientras tasaba, con sus manos, el calor de la taza de matcha a través del enorme jarro de porcelana que lo contenía–. ¿Cómo se conocieron ustedes dos?