Faltaban unos cuatro días para Noche Buena, y Rossie Regiés y Jared Cavalier convivían con tranquilidad en su departamento de la Octava Avenida.
Sin intimidad de por medio, todavía.
Las filmaciones de la tercera temporada habían llegado a su final, y la etapa de postproducción avanzaba viento en popa.
El guion de la cuarta temporada se encontraba listo y el de la quinta ya casi, salvo por algunos detalles.
Detalles todos que la showrunner necesitaba sonsacar a El Emperador, a como diera lugar.
Y aquella tarde del 20 de diciembre, se había dedicado a obtener algunos cuantos datos indispensables para la trama, que procurarían el cierre redondo de la historia del integrante más emblemático de la banda.
–Hay algo que todavía no me has contado, mi vida –le dijo Rossie al Goodboy, a la hora de la cena. Él había preparad
Ocurrió en 2004. Adalyn-Fernández Cavalier, dentro de todo lo que se podía esperar de ella, también solía actuar, en ocasiones, como una mujer de buen corazón. Porque lo tenía, vaya. Aunque el Goodboy se hubiese dedicado a tentar su buena voluntad una y otra vez, hasta hartarla. Ustedes se preguntarán a qué se dedicaba la madre de los mellizos de Jared mientras descansaba de su bien desempeñado papel de ama de casa y madre-coraje. Pues a organizar galas de beneficencia para madres desafortunadas que daban a luz a desafortunados niños en desafortunados hospitales. Y se le daba de maravilla. Los señores Cavalier se habían labrado, incluso, cierta reputación entre los círculos de Brooklyn, por su fama de mejores anfitriones para las galas. Claro que Jared Cavalier nunca hacía nada, ya que todo el trabajo sucio lo llevaba su esposa. Pero, vamos, que era él el que ponía la plata. Y solo ello le aseguraba su lugar en el podio de las almas caritativas –y adineradas– de Nueva York. En
Rossie escuchó la historia sobre cómo Jared Cavalier enganchó, por fin, a Ali Milá, y comprendió que, la única manera de salir medianamente airoso de una relación sentimental, era despojándote de tus sentimientos en el trayecto.Y sintió tristeza por ello, porque es lo que Ro había querido hacer con Jared durante décadas. Y nunca había podido.Probablemente jamás podría hacer algo como eso.Por lo que, un tanto resignada a su suerte (a la de amar con locura a El Emperador hasta el final de sus días), abrazó a su Jared cuando este, por fin, culminó su relato y cerró, así, el capítulo dedicado a Ali Milá.–Algo me dice, hasta el día de hoy, que me sobrepasé con ella –le dijo Jared, mientras, recostado en el pecho de su Rossie, miraba hacia el techo con descuido.–&i
Un poser con ínfulas de Emperador Entrevista realizada a Jared Cavalier Por Isbelia Slava, para la Revista GossipGirl Fecha: octubre de 2004 Jared Cavalier arribó al Living Room Bar, ubicado en el corazón de Manhattan, con veinte minutos de retraso, y lo hizo únicamente acompañado de su manager, Ricky Fernández. Esperábamos a su esposa, pero nunca apareció. Minutos después, El Emperador de las boybands nos confesó que jamás la había invitado. Desde que lo vimos llegar, un tanto tambaleante y enfundado en una enorme bufanda roja que tapaba con creces su boca y garganta, supimos que la entrevista había empezado con el pie izquierdo. Tuve que acerarme a él para que me reconociera y, cuando me vio, me abrazó como a una amiga a la que no hubiera visto en años, pese a que tan solo habíamos
Es Noche Buena del año en curso en la Octava Avenida. Jared y Rossie preparan una cena para cuatro: Marcel con Carmele están invitados a la reunión. El pavo todavía está en el horno por propósitos estéticos. Necesitaba dorarse en sus propios jugos. Y Rossie tiene una pregunta que se le olvidó hacer a Jared, unos días antes, la tarde y noche en que tuvieron aquella muy, pero muy larga conversación: –Jary, ¿te acostaste con la periodista esa que te entrevistó en 2004? Se refería a Isbelia Slava, corresponsal del GossipGirl y a la desastrosa entrevista de la que se habló en el capítulo anterior. –Ojalá hubiera sido así, pequeña –dijo Jared, ofuscado–. Lo recordaría si así fuera. –Pero, ¿no le quitaste la virginidad en el 89, o sí? –preguntó Rossie, insistente. –Buen
Nos encontramos en el mes de abril del nuevo año. Esta noche será la premiere de la tercera temporada de la serie biográfica de The Boyz in the Band. El nombre de la Season Three es One Step at a Time, en honor al tercer disco de la banda.Se trata de una noche crucial para la crew, porque hoy se sabrá si Rossana Regiés y compañía son dignos de la nominación a un Emmy.Y no hay nada que esté bajo su control, a la hora de decidirlo.La última palabra la tendrán los críticos, y el público, quizás, en segundo lugar.Por lo demás, solo les queda esperar.Se trata de un espectáculo sin precedentes, para el que numerosas celebridades se han dado cita.Es oficial: se ha conseguido parte del objetivo inicial de este proyecto; esto es, recuperar la gloria perdida (y de qué manera).
Adivinen quién recuperó el trono (otra vez) Fecha: domingo, 12 de abril del último año Por Jimmy de Jail, para el New York Times Lo admito: una parte de mí deseaba que esta serie fracasara de manera estrepitosa. Y admito, también, que esa parte era masiva, mayoritaria, si se quiere. Pero, digamos que esta es una de las raras ocasiones en las que no me cuesta admitir mis equivocaciones en público y no me siento menos… profesional… u hombre, por hacerlo. Las expectativas eran altas, por supuesto. La verdadera historia de The Boyz in the Band recién empezaba a partir de la tercera temporada, que relata la época de la explosión de éxito internacional y masivo de esta agrupación. No era de extrañar que, entonces, las anécdotas que darían vida a los capítulos de la serie estuvieran llenas de detalles picantes, estrafalarios y, por qué no, po
Son las siete de la mañana del martes, 21 de abril del nuevo año. Jared Cavalier revisa su buzón de correo en la planta baja de su edificio. Encuentra lo usual: publicidad, cuentas por pagar, una que otra carta de sus fans, una postal de Marcel en las Bahamas, firmado por él y por Carmele, entre otras invitaciones a eventos a los que probablemente asistiría de la mano de su pequeña.Pero hay una entrega que contrasta con todos las demás por su tamaño y la austeridad de su formato: se trata de un sobre manila tamaño carta. Sencillo, llano y con sus respectivos sellos postales en estricto orden.Obligatoriamente, lleva un remitente. El nombre le es familiar, y preocupante: Alivio Brazofuerte, con alguna dirección ficticia en el País de Nunca Jamás.Haciendo gala de su paciencia, El Emperador aguarda a llegar a su departamento para abrir el sobre, porque presiente que, si lo hace en un lugar público, posiblemente no se trataría de una decisión muy sabia que digamos.Solo en su habitación
Ahora le toca el turno a Rossie. La fecha, 22 de abril del último año. Su respectiva invitación ha llegado hasta su oficina del Libery Hall, y la espera sobre su escritorio a las nueve de la mañana.El sobre es de color rojo magenta, un tono un tanto estrafalario, considerando su contenido. Dentro de este se halla una esquela de 20x15, impresa en papel nacarado y con tipografía sans serif en color gris.Su contenido es el siguiente:“Marcel Cavalier y Carmele Johnson tienen el agrado de invitar a la señora Rossana Regiés al departamento de ambos, ubicado en el 565 de Broome St. (Soho), el día viernes 24 a las 19h00, para discutir asuntos concernientes a nuestro matrimonio.Es libre de venir ataviada como quiera. Solo traiga un delicioso postre.Atentamente,M & C”.–Es todo –dijo Rossie, en voz alta, y sin soltar la invitación, que casi se encontraba arrugada y húmeda de la fuerza con la que las manos de la madre de Marcel aprisionaban el papel–. La hora ha llegado.Jared Cavalier la