Chicas muchísimas gracias por el apoyo a la historia 🥰💚 sé que hay muchos temas que tengo que tocar todavía jaja mañana volveré a actualizar 2 capítulos.
Gael, transformado en un majestuoso ave, surcaba el cielo nocturno, sus plumas blancas brillando como estrellas. Su mente estaba llena de rabia y deseos de venganza. El hechicero Armandite había osado desafiarlo, y eso no quedaría sin respuesta por parte del Rey dragón. Al llegar a un claro en el bosque, se posó en un árbol frondoso, su forma de ave desvaneciéndose y revelando su forma humana. Con vestimenta blanca, y las heridas sin sangrar pero tampoco sanando, el Rey dragón se sentó en la gruesa rama del árbol, la brisa nocturna meciendo algunos mechones de su larga y blanca cabellera, sus ojos violetas escudriñaron la oscuridad, buscando cualquier señal del hechicero, sabiendo que Armandite no se había ido lejos, por la fuerte presencia de su magia en la región. —Muéstrate, cobarde —alzó la voz ese imponente ser albino, su voz resonando en la noche. De repente, un susurro helado atravesó el aire. Una risa burlona emergió de las sombras. —¿Me buscabas, Rey dragón? Aquí est
¡¡¡BOOOOOM!!! Todo el claro se volvió hielo y nieve, no fue una explosión de poder hecha abruptamente y en descontrol, Connie cuidó los límites con precisión sin llegar a afectar el bosque. Blanco, todo era absoluto blanco, nieve por doquier y el cielo estrellado en esa zona, se había cubierto de nubes ocultando la luz de la luna, y dejando únicamente frío y oscuridad. ¡POF! De entre la nieve, emergió ese hechicero, Connie se acercó en segundos a él, y lo aprisionó en una esfera blanca de su magia. Ella comenzó a respirar agitadamente, sintiéndose exhausta, y adolorida. Las consecuencias de ser prisionera en el círculo de ese hechicero en el templo, y de ella misma poner de su sangre, comenzaba a torturarla con efectos secundarios. "No aguantará mucho… Él es un hechicero poderoso…" Pensó Connie, volviendo a ver hacia Gael, que seguía de rodillas ahora entre la nieve, aún atado por las cadenas de Armandite. Ella comenzó a acercarse lentamente hacia su mate, se detuvo en
Una antigua mansión de piedra, cubierta de hiedra, surgía de entre las sombras del denso bosque. Sus grandes ventanas, alargadas y misteriosas, brillaban con luces doradas desde su interior, como ojos que observaban la noche. La luna, oculta tras nubes espesas, dejaba escapar un resplandor plateado que se reflejaba en el suelo húmedo. Al llegar a la entrada, una puerta monumental, adornada con símbolos antiguos del Círculo Escarlata, se abrió lentamente. Era como si la mansión misma los invitara a cruzar su umbral por medio de un hechizo. El aire era cálido y acogedor. El salón se extendía ante ellos, iluminado por la luz parpadeante de una chimenea que crepitaba suavemente. Los muebles, de un estilo antiguo, cubiertos de terciopelo rojo, las grandes ventanas ofrecían vistas al bosque sombrío, donde la oscuridad parecía cobrar vida. En el centro de la habitación, la hechicera Zoraida se encontraba de pie. Su cabello canoso y su piel arrugada le conferían una sabiduría
Cada paso que daba sobre la fría tierra se cubría de escarcha.Su largo vestido rojo, hecho trizas, apenas cubría su pálida piel; la sangre que había salpicado la tela se entrelazaba con el color de su atuendo. Sus ojos celestes se pintaron de un intenso rojo, brillando como dos rubíes que revelaban la presencia de su loba interna, alerta. Su cuerpo, lleno de arañazos, raspones y moretones, evidencia de una tragedia que la marcaría para siempre.Todo estaba…¡DESTRUIDO!Caminaba entre ruinas, su larga cabellera negra por debajo de su trasero meciéndose lentamente con la helada brisa. A su alrededor, solo había caos: el pueblo de su manada, hecho añicos.Su corazón latía con fuerza, cada golpe era un recordatorio del dolor aplastante que la asfixiaba, mientras los cadáveres de lobos de pelaje rojizo yacían a su alrededor. ¡¿Qué carajos había pasado?!La pregunta resonaba en su mente. —¡¡¡LOS MATASTE!!! ¡ESTÁN MUERTOS! Los ojos de la mujer-loba se abrieron de par en par al escuch
Tras lentos parpadeos, la hembra Alfa abrió sus ojos con dificultad. Su mirada celeste se encontró de inmediato con…¡UNA PRISIÓN!—¿Qué…? —susurró, moviéndose con agitación, pero se dio cuenta de que sus muñecas y tobillos estaban encadenados. Cadenas rojas, grabadas con símbolos extraños, la mantenían cautiva.La celda estaba cubierta de inscripciones de sangre seca, en las paredes, en el suelo, incluso en la silla de madera donde se encontraba atada.Connie, vestida únicamente con una larga bata negra, sintió que la oscuridad la envolvía. Los recuerdos la golpearon como una tormenta.—No… Yo… Soy un monstruo…Sollozó la hembra, sus lágrimas deslizándose por sus pálidas mejillas, mientras su corazón se desgarraba en mil pedazos.En su memoria, los cadáveres de los lobos rojos de su manada. —Lo que hice no tiene perdón de la diosa… Merezco esto, no… Merezco la muerte… ••••••••••En el imponente trono del castillo de "Luna Plateada", Alfa Connor se sentaba con un porte majestuoso,
✧✧✧ La noche del día siguiente. ✧✧✧Connie había llegado al territorio de la manada Luna Plateada. Buscando a Alfa Connor, su hermano. —¡¿Qué has dicho?!—arqueó una ceja ese Alfa, viéndola con incredulidad, a la vez que en su mano sostenía una copa de vino, sentado tras la mesa. —¡Me voy! He decidido hacerte las cosas más fáciles, no tienes que seguir cuidando de mí porque me iré. Soy solo un estorbo, tú lo sabes Connor, soy peligrosa para todos… —confesó esa hembra cabizbaja. —¡NO, CONNIE! ¡No digas esto de nuevo! —alzó la voz ese Alfa, dejando la copa sobre la mesa y acercándose a su hermana, posó sus manos en los hombros de ella— ¿Esto es porque ya no eres la Reina Alfa de Noche Carmesí? ¡ES SOLO MOMENTÁNEO! —¿Eh? ¿Momentáneo? ¿De qué hablas Connor? —le preguntó ella con expresión confundida. —¡Cuando nazca ese cachorro, lo usaremos como un contenedor, transferirás tanta magia como te sea posible!, no importa si él muere. Te volveremos a sellar a ti, podrás vivir nuevame
Lo cierto es que… Ella no quería morir. Sus ojos se posaron en la luna, grande y majestuosa filtrándose con su resplandor plateado por las ramas de los árboles. —Perdóname diosa, perdón mi cachorro… —susurró, su voz quebradiza, cargada de una tristeza inimaginable— No pude… No pude traerte a este mundo. Para mí, nunca fuiste… una herramienta.Las palabras se desvanecieron en el frío aire nocturno.¡NO PODÍA! ¡NO QUERÍA MORIR AHÍ! Connie hizo un enorme esfuerzo y se levantó lentamente, apoyándose con la rama de un árbol que utilizó de bastón. Ella comenzó a avanzar, caminando a pasos lentos, tambaleante soportando el dolor monumental de todo su cuerpo, loba y corazón. Un rastro de sangre en el suelo tras ella, sus lágrimas que emergían nublando su vista… Regresando al territorio de Luna Plateada. Fue entonces, cuando comenzó a acercarse a la entrada que vio a distancia a una silueta familiar, una hechicera anciana que era su bisabuela y curaba a los lobos heridos en batalla; al
¡De inmediato, se acercó gateando hacia el baúl!, sentada frente a ese objeto y con manos temblorosas, lo abrió.En su interior… ¡Una capucha blanca!—¿Qué es esto…? —se preguntó, sosteniendo la capucha blanca entre sus manos, sin recordar en absoluto su origen.¡BOOOM! En ese instante, un destello cegador iluminó todo el oscuro sótano. Connie cerró los ojos, una helada ventisca la envolvió, y sólo pudo ver una escarcha blanca rodeándola.Pero en un parpadeo…¡Se encontró en un bosque majestuoso, antiguo y colosal!—¿Dónde estoy…? —susurró, hasta que un aroma delicioso sacudió todos sus sentidos, estremeciéndose por completo ante la embriagadora fragancia. Connie cayó de rodillas, su mano cubriendo ligeramente su nariz. «¡ES ÉL!»Aulló su loba. «¡Es nuestro mate! ¡Nuestro destinado!»—Pero yo… Siento que, ya conocía este aroma… —susurró Connie, su rostro mostrando un hermoso rubor. "Ah… Maldición… Qué bien huele…" Pensó, sorprendiéndose de sus propias ideas indecentes. ………