Un silencio electrizante envolvía el gran salón del Clan Frostwind. Connie, con su vestido carmesí brillando como rubíes, estaba sentada en el regazo de su esposo. Todos los presentes contenían la respiración, sus miradas fijas en la escena que se desarrollaba ante ellos. —¿Qué has dicho? —preguntó Gael, su voz un susurro profundo. La incredulidad y un deseo reprimido lo dominaban, como un fuego latente esperando ser avivado. Sus ojos se posaron en la hermosa loba, hipnotizados por su presencia. Connie, sintiendo el calor de su cuerpo y la intensidad de su mirada, se atrevió a acercarse aún más. Su corazón latía con fuerza. «Huele tan bien... ¿Me está deseando? ¿Se dará cuenta de que siento cómo se agita su ser por mí?», pensó Connie, hablando en su mente con su loba. Para ambas, era una sensación nueva, adictiva, embriagadora. La conexión entre ellos era intensa, un hilo invisible tirando de ella hacia él. —Te lo dije, Gael. Me gustas más de lo que pensé… —susur
✧✧✧ Esa noche en el territorio del Clan Frostwind. ✧✧✧ La lluvia había cesado, dejando un aire fresco que olía a tierra húmeda y un cielo despejado que brillaba con miles de estrellas. En lo alto de una terraza del palacio, iluminada por la luz de la luna, Connie se encontraba junto a su esposo, ese majestuoso Rey dragón, Gael. Su figura imponente, vistiendo un pantalón negro y una camisa de manga larga púrpura, que acentuaba su atractivo casi sobrenatural. Sus ojos, de un profundo color violeta, parecían destellar como estrellas fugaces en la oscuridad. La hembra, observaba el horizonte, sintiendo una mezcla de inquietud y curiosidad. Su corazón latía con fuerza, como si quisiera escapar de su pecho. "¿A dónde me llevará…?" Se preguntaba, sintiendo una punzada de emoción que la mantenía inquieta. —Confía en mí, pequeña loba —dijo Gael, su voz suave y profunda cortando el silencio de la noche. Connie se volvió hacia el Rey dragón, sintiendo la calidez que emanaba de su ser,
—La magia de nuestra especie es única, y es más sensible en la cuna de nacimiento. Nací aquí. Cuando dominé mi magia, convertí la cueva en este lugar. Connie lo veía sorprendida. Ella y su mellizo, Alfa Connor, habían nacido milagrosamente, en la mansión de su bisabuela hechicera, mellizos de distintos sexos, un mestizo y una híbrida, hijos de un Alfa mestizo y una Alfa híbrida de diferentes manadas. Para ella el lugar de nacimiento no tenía importancia. Entendió lo diferentes que eran, así como para él, su ritual de marcado era violento y sin importancia. Gael se acercó a la cama con una confianza que hizo que Connie sintiera su corazón agitarse. —Ven, Connie —pronunció él su nombre, su voz gruesa resonando en el aire causando que la hembra se pierda en toda su majestuosidad. En ese instante, una oleada de emociones la invadió: miedo, anticipación, y una poderosa conexión con él. Era como si todo lo que había vivido desde su nacimiento, la hubiera llevado a este momento.
Entre una atmósfera tensa, Gael permanecía en silencio, observando a Connie, quien, con el corazón latiendo aceleradamente, intentaba asimilar la dura realidad de su situación. Aunque dentro de ella, una chispa de desafío comenzaba a brillar. "No quiero ser solo un contrato. Ni ser solo una incubadora…" "Sé que debería enfocarme en terminar esto rápido, de una m@ldita vez, olvidarme de Gael. Volver a mi manada, vengar la caída de la alianza… ¡Pero!" Los pensamientos de la loba la abrumaban, sentada desnuda sobre la cama, sus manos se aferraban con fuerza a las sábanas, su expresión tensa, su cabeza inclinada, sin querer hacer contacto visual con Gael… Por la presión que sentía de estarle fallando a su mate. POOOF~ ¡De repente, una luz blanca y pura de magia, iluminó la habitación! Connie levantó la mirada, pero ante la explosión de magia, no veía nada. Finalmente, cuando la luz se esfumó... ¡Connie quedó impactada! El Rey Gael, se transformó en un majestuoso dr
La luna brillaba sobre el amplio lago, llenándolo de una luz plateada. Las ondas del agua reflejaban el deseo de sus rostros, uno muy fuerte que había entre ellos, volviendo al ambiente casi electrizante. Connie se mordió el labio ligeramente, tratando de controlar la emoción que la invadía, su corazón latiendo aceleradamente por ese, su mate. «Me emociona más cuando lo veo bajo la luz de la luna, su cabellera blanca toma un color resplandeciente… Su aroma, ¡Ah!~ Esa que se ha vuelto nuestra favorita en el mundo…», hablaba internamente con su loba. Poco a poco, los ojos celestes de Connie fueron tomando un tono rojo carmesí. Él ya sabía que ese hecho sucedía cuando su loba interna se hacía sentir fuertemente, cuando esa Alfa, dejaba salir su lado mas salvaje, feroz, y descarado. Entre el agua y con el roce de sus cuerpos, él apartó unos mechones oscuros del cabello de esa hembra que caían sobre su rostro, haciéndolos lentamente hacia atrás, como una sutil caricia que come
—¡NO! —Connie se apartó bruscamente de Gael, su cuerpo temblaba y sus ojos estaban llenos de lágrimas. Un brillo blanco comenzaba a envolverla como un aura helada. Gael no prestó atención a su rechazo. Con un solo brazo sumergido bajo el agua cargándola, creó una pequeña esfera de magia, soplando suavemente sobre su mano libre. ¡Connie sacudió la cabeza con evidente rechazo! ¡No iba a aceptar tragarse eso! El miedo la invadía. Temía lo que la magia de Gael podría hacerle a ella que había sellado un peligroso contrato con ese ser anteriormente. Pero en un instante, él llevó la esfera a sus labios y la besó con fuerza, obligándola a tragarla. —¡COF~ COF~ COF! —Connie empezó a toser, desesperada. No se parecía en nada a lo que había imaginado. Sentía cómo el aura blanca a su alrededor se intensificaba. —¡AAAAHHH! —gritó Connie, un dolor agudo la atravesó. Era como si algo en su interior estuviera a punto de estallar, mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Gael
✧✧✧ En la actualidad. ✧✧✧ El agua en el lago… ¡SE HABÍA CONGELADO! A pesar de que no nevaba y el cielo estaba lleno de estrellas, la noche era fresca, pero no helada. Sin embargo, todo el lago y sus alrededores se habían transformado en hielo. Connie yacía desnuda, tendida e inconsciente sobre la superficie helada del lago. Cuando la magia blanca a su alrededor comenzó a estabilizarse, Gael se acercó en un parpadeo a ella y la levantó en sus brazos. "Creí que sería simple…" Pensó mientras se dirigía a la orilla. Ambos, completamente desnudos, él comenzó a caminar con Connie entre sus brazos, sobre el terreno cubierto de escarcha, hasta que finalmente llegó al césped verde. Con cuidado, él recostó a Connie en el suelo, bajo la atenta mirada de la luna llena, que era la única testigo de lo que había sucedido entre ellos. Gael se inclinó hacia la hembra, acariciando su rostro con ternura. "Pensé que podría tomarte, usarte con la excusa del heredero y… Ah… Usar tu pod
Los primeros rayos del amanecer, iluminaban el vasto cielo, la brisa matutina acarició el rostro de la hembra. Connie abrió sus ojos, parpadeando lentamente, volvió a ver el lugar donde estaba. ¡Se sorprendió cuando miró frente a ella!, todo el lago y sus alrededores que habían sido congelados con una explosión más de su magia, habían vuelto a la normalidad. Ella se encontró cubierta con una capucha blanca, de inmediato reconoció la magia de su mate en ella. Intentó levantarse de un brinco, pero le fue imposible, sus piernas dolían mucho, recordó la intensa noche y madrugada con ese Rey dragón. "¿Dónde estará Gael?" Cruzó ese pensamiento, mientras sus hermosos y grandes ojos celestes lo buscaban por doquier. Hasta que finalmente lo vio emerger del agua. La loba contuvo el aliento. Viendo a ese ser que le pertenecía a ella. La silueta masculina de él, la estremeció, provocando que su corazón latiera aceleradamente, percibió su magia, su aroma, toda su esencia. Sus af