✧✧✧ En la actualidad. ✧✧✧ El agua en el lago… ¡SE HABÍA CONGELADO! A pesar de que no nevaba y el cielo estaba lleno de estrellas, la noche era fresca, pero no helada. Sin embargo, todo el lago y sus alrededores se habían transformado en hielo. Connie yacía desnuda, tendida e inconsciente sobre la superficie helada del lago. Cuando la magia blanca a su alrededor comenzó a estabilizarse, Gael se acercó en un parpadeo a ella y la levantó en sus brazos. "Creí que sería simple…" Pensó mientras se dirigía a la orilla. Ambos, completamente desnudos, él comenzó a caminar con Connie entre sus brazos, sobre el terreno cubierto de escarcha, hasta que finalmente llegó al césped verde. Con cuidado, él recostó a Connie en el suelo, bajo la atenta mirada de la luna llena, que era la única testigo de lo que había sucedido entre ellos. Gael se inclinó hacia la hembra, acariciando su rostro con ternura. "Pensé que podría tomarte, usarte con la excusa del heredero y… Ah… Usar tu pod
Los primeros rayos del amanecer, iluminaban el vasto cielo, la brisa matutina acarició el rostro de la hembra. Connie abrió sus ojos, parpadeando lentamente, volvió a ver el lugar donde estaba. ¡Se sorprendió cuando miró frente a ella!, todo el lago y sus alrededores que habían sido congelados con una explosión más de su magia, habían vuelto a la normalidad. Ella se encontró cubierta con una capucha blanca, de inmediato reconoció la magia de su mate en ella. Intentó levantarse de un brinco, pero le fue imposible, sus piernas dolían mucho, recordó la intensa noche y madrugada con ese Rey dragón. "¿Dónde estará Gael?" Cruzó ese pensamiento, mientras sus hermosos y grandes ojos celestes lo buscaban por doquier. Hasta que finalmente lo vio emerger del agua. La loba contuvo el aliento. Viendo a ese ser que le pertenecía a ella. La silueta masculina de él, la estremeció, provocando que su corazón latiera aceleradamente, percibió su magia, su aroma, toda su esencia. Sus af
—Plan… —murmuró para sí mismo, Alfa Hazram— Un plan en el que no estuve de acuerdo —volvió a ver a Ingrid. —El cachorro en su vientre es sin dudas hijo de ese macho Alfa de Garra Dorada —explicaba la hechicera—. Luna plateada, es una manada cuidadosa, la atacamos dos veces y en ambas ocasiones usted fracaso mi Alfa, un ataque directo y uno sorpresa no funcionaron, ¿qué prosigue para hacer caer a la cabeza de la alianza?, hacerlos caer desde dentro. Alguien infiltrada, la hembra Beta lo hara. ¿Quién sospecharía de una loba que está preñada, y tendrá al sobrino del Alfa de Luna Plateada? —Es igual. Te has precipitado Ingrid, y si las cosas no salen como esperas, tendremos serios problemas —exhaló con frustración ese macho. …………… ✧✧✧ En el territorio de la manada "Luna Plateada". ✧✧✧ —¡No confío en esa loba! —Tabitha golpeó con las palmas de sus manos el escritorio en la oficina de Alfa Connor. Connor, frunció el ceño levantando su mirada para ver a su futura suegra, él
En el jardín trasero del palacio del Clan Frostwind. Las flores brillaban bajo el sol de la mañana, pero había una sensación de tensión, como si algo estuviera por estallar. El Rey Gael, con su presencia imponente, tenía su mirada fría clavada en esa loba de Noche Carmesí. Alfa Connie se levantó del suelo, con las piernas temblorosas y el corazón latiendo con fuerza. Cada vez que lo miraba, se inundaba de emociones, pero él se mantenía distante, y muy estricto esa mañana. —No puedo concentrarme con tu magia aplastándome —dijo Connie, tratando de recuperar la compostura mientras se secaba las lágrimas. Esa presión era insoportable, pero lo que más la hería era su propio orgullo de loba Alfa al fallar una y otra vez. El Rey dragón se levantó de su banca y se acercó con pasos firmes. La distancia entre ellos se redujo, y Connie sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo. —No es mi intención lastimarte, pequeña loba —dijo él en un susurro que, a pesar de ser frío, tení
Connie observaba, asombrada, el enorme agujero rocoso en el suelo, a solo dos metros de distancia. Era un abismo que se extendía varios metros a su alrededor. En medio de aquel bosque colosal, donde los árboles gigantes la rodeaban, las raíces gruesas y nudosas se alzaban del suelo. Los troncos, cubiertos de musgo se veían imponentes, y sus copas frondosas eran tan densas que apenas dejaban filtrar la luz. Era un ambiente fresco, casi frío, lleno de humedad. El sonido de las ramas chocando por el viento provocaban un sonido escalofriante. —¿Dices… que salte? —preguntó, tragando en seco, llena de nerviosismo. —Por supuesto. No podemos continuar tus prácticas si no lo haces. Aquí afuera puedes causar un desastre; este bosque es sagrado para el Clan Frostwind. Connie miró a su alrededor, sintiendo cómo el miedo se mezclaba con la curiosidad. "No lo había pensado, pero… ¿es un bosque tan colosal porque es territorio de dragones?" Pensó en las majestuosas criaturas que habitaban e
A medida que avanzaba, la penumbra se hacía más densa, y la humedad se sentía con mayor facilidad. Trató de conectar con Sary, su loba interior. Pero la conexión se sentía débil, como un susurro bastante leve. «¿Por qué no puedes ayudarme? ¡Necesito de ti!», gritó en su mente, pero la respuesta fue un silencio rotundo. La soledad la envolvía, y el miedo comenzaba a hacerse presente. A medida que progresaba, Connie tropezó con una roca afilada, cayendo de rodillas. —¡¡AAAAH!! ¡MALDICIÓN! —gritó la hembra furiosa. Sintiendo ese líquido caliente emerger de sus rodillas… ¡Una nueva herida! En la oscuridad, sintió algo suave y cálido en el suelo. Ella volvió a ver en ese sector bajo sus pies descalzos. Se inclinó y tocó lo que parecía ser una… Roca. ¡¡Un destello blanco de luz, la obligó a cerrar con fuerza sus ojos!! Ella no se había dado cuenta, que la roca, en realidad, era un antiguo fragmento de magia pura del Rey dragón actual, y que su sangre con la esencia de él,
Connie se levantó lentamente, sintiendo cómo el aire fresco del bosque la envolvía en una extraña mezcla de alivio y confusión. A su lado, Gael parecía un dios dormido, con su piel pálida y su larga cabellera blanca. Pero al observarlo más de cerca, notó una leve tensión en su mandíbula, como si estuviera atrapado en un mal sueño. —Gael… —susurró, con la voz temblorosa, pero él no respondió. Un impulso irresistible la llevó a tocarlo, a acercarse a ese ser que había invadido su mente y su corazón. Se inclinó hacia él, sus dedos rozaron su brazo, y la piel fría de Gael le provocó un escalofrío. Connie inhaló el exquisito aroma de su mate, sintiendo cómo el mundo se desvanecía a su alrededor. —Ah… ¿Qué me hiciste…? —preguntó, aunque sabía que la respuesta no llegaría. Entonces se dio cuenta de que llevaba un vestido blanco, probablemente hecho con la magia de Gael. No tenía heridas, ni dolor, nada… Era como si nunca hubiera sufrido el caos en la cueva. De repente, Gael abri
Connie sintió cómo el poder de su don se desataba, envolviendo a Gael, hilos de sangre deslizándose del cuello de su mate. Pero justo antes de alcanzar sus recuerdos, se detuvo. —No puedo… —murmuró, con un dolor profundo en el pecho. Su boca estaba a pocos centímetros de la piel de Gael—. No puedo dejar que olvides lo que te hace ser tú. Aunque esté furiosa… Aunque estés molesto. Aunque no me guste… —dijo, frunciendo el ceño. El Rey Gael abrió los ojos con sorpresa, su mirada violeta brillando con una intensidad abrumadora. Atrapado por las cadenas mágicas, su confusión evidente. —¿Olvidar…? —su voz sonó como un susurro lleno de desconfianza. Connie sintió cómo la tensión crecía entre ellos, la magia pura vibrando a su alrededor. —He tratado de protegerte —respondió ella, dejando que la frustración y el deseo la consumieran—. No quiero que el dolor de tus recuerdos interfiera… No… No, no es eso… —negó con confusión, sentada sobre el abdomen de su mate—. No quiero que