Chicas mañana publicaré 3 capítulos 💚🥰 gracias por su paciencia. 🌹
Connie observaba, asombrada, el enorme agujero rocoso en el suelo, a solo dos metros de distancia. Era un abismo que se extendía varios metros a su alrededor. En medio de aquel bosque colosal, donde los árboles gigantes la rodeaban, las raíces gruesas y nudosas se alzaban del suelo. Los troncos, cubiertos de musgo se veían imponentes, y sus copas frondosas eran tan densas que apenas dejaban filtrar la luz. Era un ambiente fresco, casi frío, lleno de humedad. El sonido de las ramas chocando por el viento provocaban un sonido escalofriante. —¿Dices… que salte? —preguntó, tragando en seco, llena de nerviosismo. —Por supuesto. No podemos continuar tus prácticas si no lo haces. Aquí afuera puedes causar un desastre; este bosque es sagrado para el Clan Frostwind. Connie miró a su alrededor, sintiendo cómo el miedo se mezclaba con la curiosidad. "No lo había pensado, pero… ¿es un bosque tan colosal porque es territorio de dragones?" Pensó en las majestuosas criaturas que habitaban e
A medida que avanzaba, la penumbra se hacía más densa, y la humedad se sentía con mayor facilidad. Trató de conectar con Sary, su loba interior. Pero la conexión se sentía débil, como un susurro bastante leve. «¿Por qué no puedes ayudarme? ¡Necesito de ti!», gritó en su mente, pero la respuesta fue un silencio rotundo. La soledad la envolvía, y el miedo comenzaba a hacerse presente. A medida que progresaba, Connie tropezó con una roca afilada, cayendo de rodillas. —¡¡AAAAH!! ¡MALDICIÓN! —gritó la hembra furiosa. Sintiendo ese líquido caliente emerger de sus rodillas… ¡Una nueva herida! En la oscuridad, sintió algo suave y cálido en el suelo. Ella volvió a ver en ese sector bajo sus pies descalzos. Se inclinó y tocó lo que parecía ser una… Roca. ¡¡Un destello blanco de luz, la obligó a cerrar con fuerza sus ojos!! Ella no se había dado cuenta, que la roca, en realidad, era un antiguo fragmento de magia pura del Rey dragón actual, y que su sangre con la esencia de él,
Connie se levantó lentamente, sintiendo cómo el aire fresco del bosque la envolvía en una extraña mezcla de alivio y confusión. A su lado, Gael parecía un dios dormido, con su piel pálida y su larga cabellera blanca. Pero al observarlo más de cerca, notó una leve tensión en su mandíbula, como si estuviera atrapado en un mal sueño. —Gael… —susurró, con la voz temblorosa, pero él no respondió. Un impulso irresistible la llevó a tocarlo, a acercarse a ese ser que había invadido su mente y su corazón. Se inclinó hacia él, sus dedos rozaron su brazo, y la piel fría de Gael le provocó un escalofrío. Connie inhaló el exquisito aroma de su mate, sintiendo cómo el mundo se desvanecía a su alrededor. —Ah… ¿Qué me hiciste…? —preguntó, aunque sabía que la respuesta no llegaría. Entonces se dio cuenta de que llevaba un vestido blanco, probablemente hecho con la magia de Gael. No tenía heridas, ni dolor, nada… Era como si nunca hubiera sufrido el caos en la cueva. De repente, Gael abri
Connie sintió cómo el poder de su don se desataba, envolviendo a Gael, hilos de sangre deslizándose del cuello de su mate. Pero justo antes de alcanzar sus recuerdos, se detuvo. —No puedo… —murmuró, con un dolor profundo en el pecho. Su boca estaba a pocos centímetros de la piel de Gael—. No puedo dejar que olvides lo que te hace ser tú. Aunque esté furiosa… Aunque estés molesto. Aunque no me guste… —dijo, frunciendo el ceño. El Rey Gael abrió los ojos con sorpresa, su mirada violeta brillando con una intensidad abrumadora. Atrapado por las cadenas mágicas, su confusión evidente. —¿Olvidar…? —su voz sonó como un susurro lleno de desconfianza. Connie sintió cómo la tensión crecía entre ellos, la magia pura vibrando a su alrededor. —He tratado de protegerte —respondió ella, dejando que la frustración y el deseo la consumieran—. No quiero que el dolor de tus recuerdos interfiera… No… No, no es eso… —negó con confusión, sentada sobre el abdomen de su mate—. No quiero que
✧✧✧ Una semana más tarde. En la mansión de "Luna Plateada". ✧✧✧ —¡¡AAAAAAAHHH!! —los gritos desesperados de la hembra que daba a luz resonaban en la habitación esa tarde. Por las largas ventanas de cristal, el cálido dorado del atardecer se filtraba majestuosamente, bañando con su luz toda la elegante recámara. Una partera de la manada, Blanca, y la hechicera Zoraida, se encontraban en el interior por cualquier eventualidad. —Lo haces muy bien, sigue así —decía con voz animada, Blanca, sentada en una orilla de la cama, sostenía la mano de Korina. La Beta de la manada Garra Dorada, pujaba con todas sus fuerzas, su cuerpo bañado en sudor, hasta que finalmente, el sonido de un bebé llorando se escuchó. Todas sonrieron, en los brazos de la partera un bebé macho. —¡WHAAA! —el llanto del pequeño cachorro, tan infantil y agudo. Su cabellera tan rubia como el oro, fue limpiado con una manta blanca, envuelto y dado a su madre. La hembra rubia, lo sostuvo entre sus cálidos br
—Oh niña~ —rió la anciana Zoraida, divertida por las palabras de Blanca. La joven de cabello negro y corto se sintió ruborizarse, una mezcla de vergüenza y confusión. —¿Por qué se ríe? —preguntó, sintiéndose expuesta. —Alfa Connor es un macho consciente de sus responsabilidades. Su padre lo crió con mano dura, así que esperará a que despiertes y… —¿¡Cuándo será eso!? ¡Quiero hablar con él! Cada vez que me ve, se enoja y me echa… —la desesperación de Blanca quedó en evidencia ante la hechicera. Zoraida se cruzó de brazos, su mirada firme. —Todo a su tiempo, Blanca. Tu madre también fue una loba inquieta, pero… solo encontró la felicidad cuando se tomó su tiempo con tu padre. No fue un amor que surgió de la noche a la mañana. —Lo sé, mamá me contó su historia, pero… ¡no es lo mismo! Ellos no son mates… —Pero la diosa los unió y los bendijo contigo, la futura Luna de la manada. Blanca suspiró, sus ojos azules se perdieron en el atardecer que iluminaba el jardín de la ma
Connie se acercó rápidamente, sus pasos resonando en el largo pasillo, por supuesto, le daba igual si los alertaba. Las voces de Mirza y Gael, cesaron, la hembra finalmente se detuvo frente a ellos. —¿Quieres que me vaya? ¿Es eso, Gael?, no sé porque me sorprende, ya me habías echado una vez… —frunció el ceño Alfa Connie, intentaba ocultar la ira creciendo en su interior, pero era inútil, su rostro se tornó rojizo, sus ojos intensamente rojos como la sangre. —No. Él no quiere que… —¡LE PREGUNTÉ A MI ESPOSO! —alzó Connie la voz, sus pasos avanzando hacia ese Rey dragón, hasta que quedó a uno solo de distancia. Él la miró seriamente, ni siquiera se inmutó por las acciones de la Alfa. —El trato era que me dieras un hijo. Estás embarazada, mi deber era enseñarte a controlar tu magia, lo hiciste asombrosamente rápido. Aún así, no te estoy echando, míralo como mi forma de protegerte en esta ocasión. —Pero no he dado a luz… —susurró Connie, sin siquiera sorprenderse al escuchar
—¡CONNIE! —gritó él, buscando regresar. —¡Gael! ¡Déjala! —le aconsejó Mirza, sosteniendo de su brazo—, tienes que aprender a… —¡ELLA ABRIÓ UN PORTAL! —alzó la voz ese ser albino, alterado, despojándose del agarre de la dragona. —¿Y? ¿Acaso piensa volver?, un momento, ¿sabe cómo manejar un portal de tu magia? —se sorprendió Mirza. —¡No! ¡Ese es el problema! —Gael en segundos junto a Mirza se trasladó a donde estaba Connie. Pof~ Una vez que el Rey dragón apareció en el pasillo donde se encontraban Connie através de un portal de él, junto Mirza que lo siguió. Vio un enorme brillo blanco que envolvía todo el lugar, de la magia que se arremolinaba, salían destellos como si fuese una descarga eléctrica. Connie no lograba ver qué había del otro lado del portal que había abierto, y que tanto trabajo le estaba costando mantener activo. La hembra sentía gotas de sudor deslizándose en su cuerpo. Gael a unos dos metros lejos. Con su gran velocidad, en segundos estaba frente a el