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Connie quedó sentada descaradamente, con una pierna a cada lado sobre ese Rey albino. Él, tumbado boca arriba en la espaciosa cama, la veía fijamente. Gael, únicamente vistiendo su pantalón blanco, dejaba toda su parte superior desnuda y expuesta a la vista de esa hembra, que brillaba como joyas de rubíes; ella, sin poder dejar de admirar su escultural figura. Respirando con agitación, Connie tragó saliva con nerviosismo, sus ojos brillando con una mezcla de deseo y ansias. Las palmas de sus manos con atrevimiento, se posaron abiertas sobre los pectorales de él, tocándolo lentamente, bajando hacia su abdomen, sintiendo su piel, la suavidad, un poco fría pero tocarlo la encendía a ella como llamaradas… En segundos… Se inclinó, besando su cuello. Él, que quería ver hasta dónde era capaz de llegar la loba, y qué sucedía con ella, la dejó continuar un poco más… Aunque claro, esa era una "verdad a medias"… Ya que… ¡LO ESTABA DISFRUTANDO! ¿Pero cómo admitir que una pequeña loba
Ese ser la encimó con dominio, sus manos sobre el colchón, alrededor de Connie, los blancos mechones de su cabellera cosquilleando la piel de esa hembra. Connie se quedó inmóvil, sus ojos abiertos de par en par disfrutando de la vista, ella llevó una de sus manos hacia el cabello de Gael, tirando de él, lo acercó, sus labios a centímetros, sus alientos entrelazádose. —Ah… Bésame, Gael… —pidió ella con tono tembloroso, ansiosa, desbordante de deseo sexual. Pero esta vez, no quería avanzar ella, quería sentirse tomada por él. Deseaba que él la tocara, la abrazara, la desnudara… Sus muslos temblorosos, deseando ser separados, su vulva ardiendo, mojándose, pidiendo caricias intensas. Ella sabía que era instinto, una reacción natural de su cuerpo que deseaba a ese ser. Su loba lo pedía a gritos y ella quería ceder. De pronto, las manos de Gael tomaron con firmeza su cintura, acercándola hacia él causando que la espalda de Connie se arquee y quede un espacio bajo ella, donde él d
—Ah… Si… Quítame todo… —susurró Connie, pidiendo ser desnudada, perdiendo el juicio poco a poco, sus lágrimas emergiendo, lágrimas del insoportable deseo que sentía. La tela del vestido fue rota ferozmente, y ella sintió que su respiración se volvía irregular. La adrenalina y el deseo se entrelazaban, llevándola al borde de la locura. Entonces, sin previo aviso, Gael la atrajo hacia él en un nuevo beso profundo y apasionado. —Umm~ —Connie de inmediato apoyó sus manos en las mejillas de él, sin dejarlo alejarse, ella misma besándolo con anhelo, besando sus mejillas, su mandíbula, su cuello—. Oh~ Gael… —susurró en un estallido de emoción. Cuando finalmente se separaron, ella estaba sin aliento, su mirada roja como la sangre, nublada por el deseo. Con la respiración entrecortada, Connie miró a Gael, sintiendo cómo el deseo la consumía. Él había retrocedido lo suficiente para dejarla con una necesidad ardiente, una desesperación que la empujaba a actuar. Su mente estaba llena de p
Sin esperar su respuesta, Connie se inclinó hacia él, sus labios besando la piel de su abdomen antes de descender un poco más… y más… Cada ardiente movimiento de sus labios sobre la piel de ese escultural cuerpo masculino, la guiaba a explorar más allá, acercándose a su dura masculinidad, casi con una desesperación que la dominaba. Gael, consciente de cada movimiento, sintió cómo su control se esfumaba poco a poco. La forma en que ella lo tocaba, la forma en que se entregaba al deseo, era una dulce tortura. —Connie… —murmuró él, su voz profunda y cargada de emoción, pero ella no se detuvo. Al contrario. Escuchar a su mate llamándola por su nombre, en lugar de "pequeña loba", la hizo estremecer. Sentir que él la estaba reconociendo como una hembra madura; el calor en su cuerpo aumentó, se había entregado por completo a todas esas deliciosas sensaciones que ese albino la hacía sentir. Sus labios se encontraron finalmente con su masculinidad, nunca en su vida había probado
Sus manos lo agarraron con una fuerza descomunal de los hombros, la hembra totalmente desnuda, apoyaba el peso de su parte superior sobre el torso de él, sus senos rozando la piel de ese macho, sus garras con ferocidad se incrustaban causando que pequeños hilos de sangre surgieran. —Ahg… —un pequeño sonido ahogado de dolor salió de ese Rey dragón, que apretaba sus dientes. Gael, subestimó tal acto tan significativo como la vida misma de un lobo sea macho o hembra. Él abrió sus ojos de par en par, sintiendo el dolor de la mordida de Connie. "Ah… Quema… Duele… ¡M@ldita sea!, ¿por qué? ¿Es normal esto…?" Por un momento dudó de tal acto, sintiendo que Connie solo lo quería torturar. Sus manos se aferraron al cuerpo de la hembra sobre él, pensó empujarla, deseó lanzarla lejos y gritarle que estaba loca, y que solo jugaba con ella, que un dragón tan poderoso como él, jamás caería en un estúpido ritual que lo ligue a una miserable loba de vida tan efímera, hasta que… El dolor com
No entendía por qué no quería parar, porqué toda ella ardía de deseo… ¿Era por marcarlo? ¿por qué él era suyo? ¿por qué era la primera vez que ambos lo hacían, la primera que ella tenía relaciones sexuales con su mate? Más simple que eso… El calor ardiente que la recorría y aturdía, era su celo. "Las aromas, siempre han sido eso. Simplemente una fragancia natural, como la de las hierbas, la de la sangre, la de una flor o una fruta, algo leve, que no importa…" Pensó ese Rey dragón, poniendo a Connie de espaldas, que quedó de rodillas sobre la cama, con sus manos apoyadas sobre el sector pie de cama. —Mmm~ Házmelo… —susurró ella en una súplica erótica. Su trasero expuesto, su intimidad chorreando los jugos lascivos de ambos— Quiero más de ti… Ah… Más… "Nunca les he dado notoria importancia a las aromas. La esencia de la magia que los miembros del Clan Frostwind poseen, es la manera que identifico a mis dragones. La esencia de la magia mía en Connie, es lo que me hacía
—¿Amar? La palabra se deslizó de los labios de Connie como un susurro tembloroso. La hembra de larga cabellera negra, parpadeó varias veces, su mano en dirección a su cabeza, su corazón latiendo aceleradamente lleno de… DOLOR. Una sonrisa nerviosa e incrédula curvó sus labios, negándose a escuchar a esa señora. —¡Iré con Gael! —exclamó liberándose del agarre de la mujer-dragona, pero, justo en ese instante, ¡Connie volvió a tambalearse! —¡Ten cuidado, estás débil! —la agarró Mirza con fuerza del brazo izquierdo. —¡No quiero que me toque! —gritó la loba, indignada, sus ojos tiñéndose del rojo de la sangre. —¿No?, no diga tonterías. He estado inyectando mi magia curativa constantemente desde la primera vez que apareció en Frostwind y el Rey me pidió que cure su vientre. —¡¡NO TIENE SENTIDO!! —gritó la hembra perdiendo cualquier pizca de calma que le hubiese quedado—. ¡Dices que Gael ama a alguien más! ¡¿POR QUÉ SE DEJÓ MARCAR?! —¿Eso?, debería preguntárselo al Rey, no a
¡TODOS ESTABAN INMÓVILES!, en silencio, algunos asustados, otros tragándose su ira… ¡Ninguno era rival para Gael! —¡¡AAAAAHHHHH!! ¡LO SIENTO! ¡REY GAEL, NO VOLVERÉ A…! —gritaba el dragón longevo. En ese instante, los ojos violetas del Rey albino se posaron de inmediato en dirección al exterior. Por las grandes ventanas largas de cristal, donde se veía el cielo gris de ese día y la lluvia torrencial caer con fuerza en compañía de ráfagas de viento. En un parpadeo, Gael se levantó, apareciendo de pie frente a una de las ventanas, con su mano tocándola. ¡CRANK! ¡El cristal estalló, un abrupto sonido resonó en el salón!, ni uno solo de los fragmentos lo hirió gracias a esa aura blanca que lo rodeaba. —¡Espera, Gael! ¡¿A dónde vas?! ¡¿Qué ocurre?! —le preguntó Leo. El Rey dragón saltó desde esa alta planta del palacio, tomando la forma de una majestuosa ave tan blanca como la nieve se adentró en el bosque, bajo la lluvia, que no lograba empapar ni una pizca de él. ¡CLANK!