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—Al menos deberías darme un puto trabajo. — gruño Theo mientras amenazaba a su padre con la mirada.

—Diría que deberías de descansar, Theo.

— ¿Crees que vine a trabajar? Imbécil. — Susurró Theo para luego levantarse del asiento de cuero negro y alzar una ceja. — Tengo dos días aquí y no he hecho nada. ¡Nada!– gritó.

—Toma— le dijo Scott con una amplia sonrisa. Theo frunció el ceño y tomó el arma, esta vez no era dorada. Era plateada con unos cuantos diamantes insertados. — no quería darte ningún trabajo hasta que tuvieras tu nueva arma. Nuevo Theo, nueva arma.

Theo miro con atención el arma plateada y mantuvo su ceño fruncido. No le gustaba para nada el arma, de hecho la odiaba. Quería su arma dorada pero sabía que Aurora la mantenía consi

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