KennethHace diez minutos llegó Martin a mi casa, ambos estamos sentamos en mi sala y dejé que se sirviera de mi whisky más caro, se está aprovechando de la situación, porque normalmente nunca lo dejaría hacer eso.—¿Y bien? Vas a quedarte ahí mirándome o vas a decir algo —Le digo a mi amigo, desde que llegó lo único que ha hecho es mirarme y tomar de su vaso con whisky, en un principio no me quejé porque le conté todo lo que recuerdo y como empezó mi día, pero ya esto me desespera esta actitud en la que no habla, normalmente suelo tener mucha paciencia, pero hoy no estoy en mis mejores días.—Estoy atando cabos —Se nota que lleva rato pensando, pero no acaba de soltar lo que le perturba.—¿De qué?—¿Cuándo te hiciste un tatuaje? ¿Y cómo es posible que yo no lo haya visto? Me ofende el no saber de su existencia.—¿Cómo sabes tú que tengo un tatuaje? —Casi nadie sabe que lo tengo, no es que lo oculte pero no es algo decorativo, tiene significado sentimental, me hace sentir que tengo cer
AbigailNo puedo creer nada de lo que acaba de pasar, tampoco entiendo porque Kenneth le dijo esas mentiras a Matilda, sé que no tiene que saber la verdad, pero tampoco creo que hubiera necesidad de mentir, no es que quiera que le diga que nos besamos, pero de cierta forma me molestó un poco su respuesta. Algo que me tiene muy curiosa es la actitud de ella hacia él, no hay que ser ciego para darse cuenta de su interés ¿lo estará él hacia ella? Me regaño mentalmente porque, ¿qué hago yo pensando en esto? Si ni siquiera me importa, lo que el haga con su vida no es mi problema.—Escúchame bien Abigail —me dice Matilda con un tono que me desagrada, lo bueno es que me saca de mis pensamientos y dejo de pensar en bobadas.—Te escucho —digo algo confundida y por su rostro deduzco que le molesta mi respuesta, pero no es algo que me importe, por lo que simplemente la ignoro.—¿Has leído las reglas de esta empresa?—Supongo que son las mismas de las demás, no suelen haber muchas variaciones —Tr
Finalmente, el día de mi cita con Kenneth ha llegado, estoy un poco nerviosa, bueno mentira, me encuentro muy alterada, quizás en un inicio no acepté, pero justo ahora agradezco haberlo hecho. Esta mañana me arreglé el cabello y las uñas, ya me tocaba y tenía cita desde hace algunos días. No es por Kenneth que me arreglo, aunque no niego que me emociona el hecho de que justo hoy estaré más bella de lo normal y una parte de mi realmente espera gustarle.Salgo del salón y camino por una calle llena de tiendas, aún no sé qué me podré, miro por si algún vestido es de mi interés. Le pregunté a Kenneth cómo debía vestirme porque aún no sé a dónde me lleva, pero luego de mucho insistir me dijo el nombre del restaurante, busqué fotos y es muy elegante. Caminando entre infinidad de vestidos y resistiendo esa tentación de decir me los llevo todos, encuentro uno de color rojo parece ser ajustado y por su largo diría que llega justo sobre mi rodilla, sus tirantes son muy finos y se cruzan es su es
KennethMi teléfono vibra y vibra sin parar en el bolsillo trasero de mi pantalón, pero aún no puedo responder, debo esperar hasta que la reunión termine, no me gusta que me hagan esperar por ello aplico lo mismo para mis trabajadores.Llevo una hora reunido con mi equipo de trabajo, nos encontramos analizando cómo debemos administrar el presupuesto del departamento y si necesitamos más personal. Me estresa escuchar las excusas que me dan los redactores que no tienen su trabajo a tiempo y lo mismo sucede con un corrector de estilo, es que no saben que todos tenemos vida fuera de esta oficina y aun así cumplimos con los plazos, juro que enloquece escuchar tantos pretextos.—Es que acaso solo van a justificarse —Finalmente hablo, me paso las manos por la sien, estoy a punto de sufrir un dolor de cabeza —en vez de perder el tiempo como gallinas de corral en chismes deberían hacer bien su trabajo. Queda una semana para sacar la nueva edición de la revista y no se atrasará por culpa de... —
Abigail Creo que Matilda me odia, de hecho, estoy segura, esta semana se ha dedicado a complicarme la vida. Tania dice que se debe a las visitas que me hace Kenneth en el horario del almuerzo, incluso ayer me trajo a la oficina un chocolate. No hemos podido salir entre semana, él me invitó un día, pero estaba tan agotada que me fue imposible aceptar, a veces siento vergüenza porque cuando miro nuestro historial de respuestas a citas mi respuesta predominante ha sido un no. Matilda me da cada día más trabajo, supongo que es para mantenerme ocupada, incluso hoy sábado me ha pedido que venga a la oficina, la cual está desértica ya que no es un sábado laborable. Pablo me dijo que si me arriesgaba a salir con su conquista cosas como estas iban a suceder. Esa mujer tiene un serio problema y debe aprender a aceptar un no, las cosas no se pueden forzar y menos cuando dependen de otra persona, pero creo que eso ella jamás lo entenderá. —Hasta que al fin llegas —me dice la bruja endemoniada,
Entiendo a la hermana de Kenneth, si una extraña apareciera para robarme la atención, mi comportamiento no sería el más educado, pero estar en mi posición tampoco es fácil a nadie le gusta ser rechazado y menos por la familia del chico que me gusta, vale lo acabo de admitir, Kenneth me encanta sin embargo no creo estar lista aun para dar un paso más, él me observa como si me analizara lo que provoca que tenga movimientos torpes ya que no sé qué hacer o decir.—Abi voy a contarte esto solo porque no quiero que haya un mal entendido entre nosotros porque realmente me gustas, y yo puedo ver que estás muy lejos de ser como la persona que se refirió mi hermana —. Se pasa una mano por el pelo y se acomoda a mi lado, me mira a los ojos —Cuando vivía en Inglaterra tuve un trabajo que era espectacular, yo estaba empezando en este mundo y al conseguir un puesto en una de las mejores empresas de Londres me volví un poco loco. Poco a poco fui ascendiendo de puesto, participé en muchos eventos, obt
Mi día favorito de la semana es el domingo porque puedo holgazanear y consentirme, tengo una empleada que vine a limpiar la casa entre semana de las labores del hogar esa no es ni de lejos mi favorita, gracias a Marta no tengo tanto trabajo en la casa. Me desperté a las once y me hice un fabuloso almuerzo, sí, me salté el desayuno, pero un día no hace daño.Luego decidí disfrutar de una ducha relajante y de fondo escucho las canciones de Camila, un grupo que amo. Cuando acabo salgo del baño envuelta en una toalla y continúo tarareando la música que se reproduce desde mi celular, me pongo un vestido de flores rojas y unas sandalias negras con tiritas, en mi cabello me hago un semi recogido. Observo mi reflejo en el espejo y tengo que confesar que me encanta, opto por usar solo un poco de maquillaje pata cubrir mis ojeras y resaltar mis largas pestañas, me doy un color mate en los labios y me hecho mi perfume favorito, me es imposible no poder suspirar al sentir un olor que amo tanto.Úl
En un inicio me mira sorprendido, pero a medida que me acerco una sonrisa se va haciendo más evidente en su rostro. Siento más nerviosismo del normal a la hora de acercarme, esto es algo así como la caminata de la muerte. —Ayer estabas hermosa —dice mientras toma un mechón de mi cabello y juega con él, es evidente que estoy nerviosa y seguro lo nota —pero hoy —se detiene, su letanía al hablar me enloquece aún más —pareces una diosa —Dios, porque este hombre me hace esto, casi muero de un infarto. Me toma por la cintura y me arrastra hasta estar bien pegada a él. Ambos miramos nuestros labios, lentamente se acerca y me da un beso suave y húmedo, es delicioso tener contacto con sus labios, siento que estoy en el mismo cielo.—Gracias —digo mientras me alejo un poco de él.—Tenía ganas de verte, vine a ver si querías cenar conmigo o no se ir al cine, lo que tú quieras, solo me apetecía estar un rato a tu lado.—Bueno en el camino hice un pedido bastante grande de comida japonesa debe est