Sumergida en mis sueños, en una bonita noche estrellada, sentada sobre el tronco torcido de un árbol, atenta a los hermosos sonidos de la noche, relajada, admirando el firmamento. Me encantaba aquella sensación.- Mira – dijo una voz a mi lado, levantando la mano, señalando a un punto en mitad de la nada. Lo vi en seguida, una estrella fugaz atravesando el cielo. Sonreí, porque era la primera vez que veía una - ¿has pedido un deseo? – quiso saber, aquel niño extraño, ese que solía menospreciarme a diario. Me iré a mirarle. Quizás era una de sus bromas pesadas, aunque… no lo parecía, en lo absoluto. Aunque… tampoco es que pudiese apreciar las cosas con mucha lucidez, era mi primera borrachera, y estaba bastante mareada, sentía que flotaba en aquel bosque.- ¿Qué has pedid
Dábamos una vuelta por el paseo, junto al mar, sin poder dejar de mirar hacia su hermoso rostro, era tan sumamente guapo, y … era todo para mí. Sonreí, como una tonta, encantándome la forma en la que nuestros dedos encajaban.Él lucía sumamente pensativo, cuando me detuve junto al puerto, cortándole el paso, haciéndole sonreír, apoyando las manos en sus hombros.- Me ha encantado que vinieras a recogerme a la cafetería – ensanchó la sonrisa – ¿qué tal fue tu mañana de trabajo?- Aburrida – aseguró, hizo una mueca divertida, haciéndome reír – Escucha, tengo un viaje de última hora – dejé de reír y le observé – tengo que arreglar las cosas con los franceses… - tragué saliva, porque sabía que eso significaba
Llevaba puesto un vestido blanco, palabra de honor, sin sujetador y sin bragas, y me sentía de lo más incómoda, tenía la pequeña idea de que iba a salírseme algún pecho y todo el mundo me lo vería, o peor aún, que se me notaría los pezones a través de la tela del vestido.Hacía más calor que el de costumbre, así que llevaba el cabello recogido en una coleta.Me personifiqué en su casa a eso de las nueve y media de la noche, saludé a Rafael, que me recibió con una sonrisa, indicándome que su señor me estaba esperando en la terraza.Se me cortó la respiración en cuanto le vi, y me arrepentí de no llevar bragas, iba a correrme allí mismo y mojaría las piernas y el vestido… ¡Por Dios!Estaba guapísimo, con unos pantalones blancos y una cam
El uno junto al otro mirábamos hacia las estrellas, de pie, después de un rico postre de limón que su cocinera nos había preparado. Debo admitir que la cena fue perfecta, incluso él fue perfecto.- … y entonces llegó Neus, de sus vacaciones por la costa italiana, y mamá tuvo la excusa perfecta para cambiar de tema… - me contaba, sobre lo duro que era su padre con él.- ¿no crees que terminaré conquistándole, como te he conquistado a ti? – bromeé, sonrió, bajando la cabeza un momento, mientras yo miraba hacia él, ladeándome por completo.- Él no es una persona fácil, María – siempre se tornaba triste al hablar sobre su progenitor – no me pondrá las cosas fáciles, pero eso no es algo nuevo para mí – me confesaba, tr
El hotel que él eligió era espectacular, no sólo porque la suite en la que nos hospedábamos estuviese sobre un alto edificio, en un perfecto ático con piscina y todos los lujos que me pudiese imaginar. La decoración del lugar era muy barroca.Entramos entre risas y bromas.- Ponte cómoda – me dijo, mientras salía a la terraza, a atender una llamada. Sonreí, guiñándole un ojo, para luego abrir la maleta y ordenar los vestidos, para que no se me arrugase.Me coloqué el bikini, pues no quería dejar escapar la oportunidad de estrenar la piscina climatizada, pasando por su lado, haciendo que dejase de discutir en francés, y se fijase en mí. Se despidió, con desgana, dejó el móvil sobre la mesa y me siguió.Me tiré al agua, observándole allí, desnudándose, tir&a
Aquella mañana desperté temprano, estaba feliz, después de todo, él me quería a mí, no sentía nada por esa tipa, y aunque una parte de mí estaba loca por él, no podía decírselo aún, necesitaba un poco más de tiempo. Sentía que las cosas estaban yendo demasiado rápido, y eso me asustaba.Él estaba guapísimo durmiendo, así que ni siquiera lo desperté, pensé en toda nuestra trayectoria, en el pasado, en cada detalle que nunca vi, en su rostro tras cada humillación, en su incomodidad cuando algún otro chico se me acercaba, incluso en la noche de las estrellas, en los Alpes. Una sensación cálida y confortable inundó mi corazón.Pensé en aquella vez, cuando nos encontramos por casualidad después de tantos años, en la paliza que le di, en su actitud
El regreso a casa fue agradable, a pesar de lo que pudieseis pensar, con él era imposible que algo fuese desagradable, siempre hacía el mundo un lugar mejor, con cada atención, cada broma, cada risa, cada mirada, cada… todo. Todo en él me encantaba, y aún no podía comprenderme a mí misma, ¿cómo no podía enamorarme de él? Era la mejor persona que había conocido en mi vida, dejando a mi padre fuera del ranking, por supuesto.- … es que no lo entiendo – se quejaba, entre risas, con aquella broma que había comenzado al salir de su jet privado, mientras caminábamos hacia el coche – esa timidez tuya alcanza límites inimaginables – añadía. Le di un manotazo, mientras su chófer metía nuestras maletas en la parte de atrás, y le cedía las llaves, pues sabía que su a su jefe le gu
Llamaba, insistentemente a su puerta, después de haberme saltado la verja, cada vez más aterrada con la idea de que no estuviese en casa. Sabía que los fines de semana no había nadie en la mansión, y era perfectamente posible que aquel domingo fuese así, pero necesitaba verle, necesitaba…La puerta se abrió, y un despreocupado Darío apareció tras ella, sorprendido de verme allí. Le abracé, con fuerza, como si quisiese fundirme con él, preocupándole. Mi miedo y mis preocupaciones se disiparon cuando olí su perfume, cuando sentí su cuerpo cálido tan cerca de mí.Él no dijo nada, cosa que agradecí, porque no quería contarle sobre mi encuentro con su padre, me aterraba que hiciese algo contra él, que las cosas fuesen incluso más difíciles de lo que ya eran. Me devolvió el a