Faltaban sólo unos minutos para las seis de la mañana cuando los primeros rayos de luz se colaban por las cortinas de la habitación Aurora abrió los ojos y vio como Steve la contemplaba mientras movía con mucho cuidado uno de sus mechones de pelo hacia un costado.

—Buenos días mi pelirroja hermosa, ¿cómo te sientes?

—Buenos días, amor, me siento muy bien, aunque muy extraña —respondió Aurora mientras afirmaba las sábanas ya apenada porque lo de anoche había sido con mucho menos luz, pero ahora todo era distinto.

Steve comenzó a reírse al verla tan preocupada y le dijo —Vente vamos a bañarnos.

—¿Cómo que vamos? —respondió Aurora tragando saliva.

—Amor yo anoche conocí cada parte de tu cuerpo y lo que vi, acaricie y besé me encantó y quiero volver a verlo así que te aconsejo que vayas trayendo toda esa ropa a este closet porque te aviso que tú llegaste para quedarte conmigo, no te pienso dejar ir.

—¿Cómo que llegue para quedarme? Yo tengo mi pieza y mis cosas poquitas, pero son mis cosa