Luke asintió.
—Aun así… ¿crees que puedas dejarme echar un vistazo… dentro de ti? —cuestionó, mirándolo, su coronilla y cabellos medio alborotados, sus orejas de tamaño medio, y la línea de su mandíbula.
Blaise apretó el agarre de su mano, y asintió.
—A decir verdad… Desde que todo pasó, y me di cuenta de que nada me hacía recordar, he pensado que tal vez tú sí serías capaz de ver detrás de la negrura —murmuró.
Una tímida sonrisa adornó los labios del rubio.
—Entonces… está bien. Mírame mejor —pidió.
El pelinegro encerró el mirar por un segundo, pero se relajó enseguida y lo miró fijo. Por un momento fue incómodo, sus ojos se fueron por acá y por allá. La mano de Luke soltó la suya, y ambos se acomodaron sobre el colchón.
—Quiero que me mires directo a los ojos, y despejes tu mente de cualquier pensamiento que no sean ellos —pronunció, y soltó la mano de Blaise.
—¿Cómo me pides que no piense en nada al verte a los ojos?
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—¡¿Un Veneto?! —exclamó Blaise y lo miró con urgencia. Luke se apresuró a taparle la boca con una mano. —Silencio… —masculló—. A partir de aquí, no es seguro que hablemos de esto, no mientras ellos estén alrededor —advirtió. Blaise asintió y, tras unos pocos segundos, Luke dejó su boca en libertad. —Hablaremos de eso después, ¿está bien? —murmuró la pregunta. Blaise asintió, y Luke le sonrió. Esta habitación era simple: un par de libreros, un escritorio, un closet, una cómoda, las mesas de noche y la cama, sobre la que ambos seguían sentados, mirándose a los ojos, incluso decenas de segundos después, en medio de un silencio que, contrario a lo pensado, no era para nada incómodo. —Sabes que no podemos —señaló Blaise, tras adivinar los pensamientos ajenos, y una juguetona sonrisa se pintó en los labios de un Luke que negó con la cabeza. —Eso es como decirnos que no necesitamos beber sangre —bufó el rubio—. Blas… ¿no puedes
Se le fue encima como pudo y lo enderezó, la marca en el pecho comenzó a extenderse por su torso y cuello, como las raíces de un árbol, de un rojo cada vez más oscuro. Luke comenzó a gruñir y a apretar las mandíbulas con propiedad. Para el rubio se sentía como si se estuviera quemando por dentro, como si una daga de plata se hubiera clavado al centro de su pecho, y el dolor lo destemplaba todo, avanzando a su paso, haciéndolo gritar y removerse sin control. Su cuerpo comenzó a sudar gruesas gotas de sangre, y el aire que usaba para balancear su mente empezó a faltarle. Sintió un correntazo en la espalda, otro en la parte trasera de la cabeza, y los gritos se agudizaron. La puerta del cuarto se abrió de un golpe, Denisse entró y quedó escandalizada al verlo. Tras ella, Marco abrió los ojos como platos. Luke se removía sobre el colchón, mientras Blaise trataba de mantenerlo en una sola posición. —¡¿Por qué dejaste que llegara tan lejos?! —recrim
Año 1850 d.C. Sologne, Territorio de Fras, Düster. Mirar las preciosas estrellas que parecían flotar en el cielo, lo hacían sentirse lo que era: un simple pedazo de nada en medio de un espacio más inmenso que este propio universo conocido, creado por algo, o alguien, con alguna, o sin ninguna, intención especial. Llevaban horas por un camino alejado, el galopar de los caballos resonaba lento, cansado, y Luke entendía que ellos necesitaban descansar; sin embargo, ya estaban cerca de su destino. Delante de él, alumbrada por el brillo de la luna, inmensa en esta época, una colina se mostraba, y hacia ella se dirigieron. A su lado, Roberto, que miraba al frente, sin ningún sentido particular, y que se veía como nuevo tras haber recibido su alimento justo antes de emprender este viaje. En el interior del carro, Henry, su alimentador de turno, que yacía dormido, cansado por la gran faena que habían tenido. Cuando el s
Año 2015 d.C. 16 d.G. Ciudad Neutral de Gaia. Hundida en un mundo oscuro, Denisse paseaba con calma; este sitio no tenía gran forma, pero era suyo y, solo por eso, era perfecto. Sin embargo, la calma, la quietud y la paz que tanto amaba, se iban a marchitar en cuestión de nada, y lo sabía. Cuando algo frente a ella comenzó a tomar la forma de su padre, en medio del vacío, y vio su expresión molesta, supo que todo estaba mal. —¡¿Cómo pudiste permitir que la maldición se activara, niña insolente?! —espetó Malcom, sin saludos ni cortesías, con la voz dura, y a muy alto volumen. Denisse, de considerable menudencia, y aparente fragilidad, ante él, se encogió en sí misma, y negó con la cabeza. —Esto era una mala idea desde el comienzo —lamentó ella, pero Malcom no cedió. La figura del hombre terminó de materializarse, y dio un paso al frente. —¡Se supone que estás ahí para que Luke no se acerque a Blaise! Den
El mundo no era justo, pero… ¿qué lo era? Sin importar la duración, todo gozaba de un fin; hasta el mismo tiempo, sempiterno como se planteaba, tan solo era una invención humana que fue acogida por todos como una constante más… un dato más en una ecuación de destrucción sin remedio. Blaise siempre tenía esa clase de complicados pensamientos existenciales, donde se preguntaba por qué había venido a este mundo de la forma en que lo hizo. Siempre que cerraba los ojos, miles de teorías surcaban sus joviales pensamientos, y exigían respuestas, que jamás llegaban, sobre las razones que lo llevaban a padecer un sufrimiento tal como el que experimentaba ahora. Él había nacido para ser consuelo… pero ahora solo era tortura y destrucción. El zumbido en su mente, esa prisa que sentía, junto a la necesidad de salir, tumbar puertas y ventanas, y hacer lo que le viniera en gana, aminoró un poco al escuchar una voz conocida, que hablaba en una lengua que no é
Luke, consciente de esa duda, pues se filtró en el grisáceo mirar del menor, prosiguió: —La maldición que mi padre puso en mí, es una herencia de mi tatarabuelo, Adhemir, el antediluviano de nuestro clan y, a pesar de que no es tan poderosa, porque mi padre no es para nada un gran nigromante, está conectada a algo que tiene fuerte influencia sobre mí, y que se halla en el mundo de los muertos. —Pero… ¿Cómo…? —balbuceó Blaise confundido, con los ojos entrecerrados en el otro—. No lo comprendo… y vaya que sé sobre la nigromancia, cuando se trata de ti. Una sonrisa complacida surcó los labios de Luke, que respondió: —Mi padre torció la capacidad de ordenar a un espíritu. —Resopló—. Básicamente, él metió una orden dentro de mí, de mi esencia; esta se alimenta de la energía que produzco, vive a través de mis emociones y… me castiga cada vez que desobedezco dicha orden. —Te castigas a ti mismo. —Blaise se mostró Incrédulo, tras sacar la obv
Durante toda su larga vida, de más de ocho siglos, Denisse Edevane, octava heredera de la quinta generación de los Veneto, solo había tenido un deseo, solo había profesado una admiración. Todo su cariño, su afecto y añoranza, todo lo bueno que poseía… estaba dirigido a su hermano.Lo vio crecer y sufrir, y fue testigo de sus padecimientos, presa de los egoístas deseos e imposiciones de su padre.Y ahora… ¿debía convencerlo de algo que no sentía?, ¿tenía que obligarlo a proceder tal como el progenitor de ambos deseaba?Su hermano estaba en el baño dándose una ducha, y pasaban de las dos de la tarde; dentro de poco tendría que arreglarse para partir a sus compromisos laborales, se alejaría de nuevo de ella. Entonces… ¿qué debía hacer? Ella también era hija de su padre, y no podía recha
Al otro lado del pasillo, lo escuchaba. Y era complicado.Como un buen vampiro, sus sentidos eran muy agudos: veía mucho mejor que incluso la élite de su raza, escuchaba los sonidos más mínimos y lejanos, y los aromas entraban en su sistema como reflejos, a pesar de que respirar no era una necesidad para ellos.Estaba familiarizado con estos momentos. En el pasado fue testigo de caricias y sesiones de alimentación entre Luke y alguno de sus hermanos, conocía el tipo de relación que él llevaba con ellos, y no le molestaba… no del todo al menos, porque sabía que con él todo era diferente.Sus pensamientos, incluso en este instante, enloquecían por hechos diferentes. Controlar sus deseos en el sótano fue difícil, pero no preguntar sobre lo que Luke había visto al espiar su mente, resultó mucho peor.Se preguntaba cuándo podría tener r