Lieber Freund
Lieber Freund
Por: JD Abrego
Prefacio

 

—Cartas— puntualizó la docente—. De eso trata el proyecto, de escribir cartas.

—¿Quiere decir en papel? ¿Cómo en la antigüedad?

—¿La antigüedad? Vaya… no, no como en “la antigüedad”, Susana. Será a través del correo electrónico…

—Ya nadie usa eso… —interrumpió un muchacho de la última fila del salón.

—Eso no es cierto, muchas compañías aún… olvídenlo… solo sigan mis indicaciones y nadie tendrá porque obtener una mala calificación ¿De acuerdo?

Una especie de murmullo de aprobación se dejó escuchar en el aula. La profesora Martínez tomó el desanimado asentimiento como un “triunfo” ante la apatía escolar y prosiguió con su explicación:

—El proyecto consiste en enviar una serie de correos electrónicos a un amigo en el extranjero. Un amigo hipotético, claro está.

El silencio sepulcral que siguió a su declaración provocó en ella una oleada de crecientes dudas. Por un lado, quizá había logrado capturar la atención de sus alumnos por primera vez; por el otro, posiblemente solo había conseguido confundirlos con la palabra “hipotético” …

—Hipotético quiere decir “supuesto, irreal, falso” …

La clase asintió con lentitud y desinterés. Todo había vuelto a la “normalidad”.

—Ese “amigo falso” recibirá de su parte al menos 10 “mails”, y en él deberán detallar aspectos característicos de nuestra localidad, la historia y/o geografía del país, así como también la clase de relación que tienen con sus respectivas familias. A su vez, será imprescindible que pregunten cosas respecto a las costumbres y tradiciones de su “amigo”. Entre más completos sean sus correos, mejor calificación obtendrán. La primera tarea deberá entregarse mañana. Quiero el nombre —inventado, obviamente— del destinatario, así como su edad, ocupación y ubicación geográfica. Es todo, pueden retirarse.

El salón de clase se vació casi de inmediato tras la indicación final. La profesora Martínez suspiró y se dejó caer sobre la vieja silla ubicada tras su escritorio. Cerró los ojos y se imaginó a sí misma disfrutando de unas merecidas vacaciones en Puerto Vallarta. Inmersa en su propio mundo y ensoñaciones, no se dio cuenta de que su alumna más destacada seguía en el salón. La joven Sacnicté permanecía sentada en su pupitre, presa de una enorme e inexplicable emoción.

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