Los Howards

Fecha: 26 de setiembre de 2019.

Lugar: Casa Howard

Nicolle

Desperté al otro día o eso decía el papelito que había en la mesita de luz el cual informaba la fecha: 26 de setiembre ya llegamos a la casa permanente, come y toca la puerta.

Observé mi alrededor, era otra habitación distinta, pero del mismo color blanco, eso solo me daba a entender una cosa: estoy demasiado lejos de casa. La verdad que de lo que menos pensaba morir era de hambre por lo que comí los sándwiches calientes que estaban en el plato y que no estaban nada mal.

Cuando termine los cuatro triángulos me levanté para ir a la puerta a tocar, pero había un armario de tamaño mediano... por un momento mi tonta cabecita imaginó que encontraría un arma, pero por supuesto no iban a ser tan torpes de dejar una. Cuando abrí había ropa de mujer, la mayor parte de ropa eran vestidos blancos, por lo que agarre uno y me cambié.

Como si mi consiente me estuviese rezongando, me hizo recordar en la tarde la cual mi padre me había obligado a poner un mini cuchillo debajo de todos mis zapatos, junto a la suela. Fui apresurada a mis botas negras altas y ahí estaba, era plateado y del largo de un escarbadientes, pero era filoso, además mi única defensa, -eres un genio papi-.

Me lo escondí entre mi escote con cuidado de que no me lastimara y toque tres veces las únicas puertas. Luego de un par de minutos entraron dos hombres, no ataque en ese momento... Al contrario, hice lo que me pidieron.

El primero habló, -Abogada, siento que todavía no se pueda mover con libertad...

Pero enseguida le interrumpió el otro, -Aunque usted sacó la de nuestros amigos.- La mirada del primero reprochó al otro... eso no estaba planeado decir.

Me apresuré a sacar toda información, -¿Qué hice qué?

-Usted fue la responsable de que algunos de nuestros colegas no pudieran volver, pero nosotros no venimos a eso,- me explicó el primero todavía con la mirada en el otro, -te tendré que dormir para llevarte con el jefe.

-¿Y quién es su jefe?

-Ya lo sabrá...- y me puso la bolsa luego no supe nada más... Ya me estaba hartando esto de dormir cuando a ellos se les dé la gana.

***

Estaba sentada en una sala, no veía nada por la bolsa de tela que cubría mi cabeza. Me habían atrapado, estaba en un lugar desconocido y lejos, pero a pesar de eso me sentía segura y poderosa -tengo mi arma-... Yo estaba acá por una razón y no me arrepentía.

Escuche pasos con determinación acercándose y un aroma a desodorante de hombre me ahogo, -Vamos a hacer justicia abogada.- dijo una voz de masculina y ronca, -Tenemos bastantes temas pendientes...

No me podían ver mi cara, pero en ella había una sonrisa despreocupada, pero mi voz demostraba falsa desesperación -Oh por dios, no me mates. Solo soy una chica que hace justicia, por favor-. Pero cuando menos me lo esperaba, me saco la bolsa permitiéndome ver sus rostros y supe que ellos no esperaban que saliera porque podría identificarlos.

-Seamos profesional abogada, se lo ruego.- me dijo la voz fuerte que me había hablado anteriormente, pero sus palabras no tenían maldad si no que demostraban paciencia y madurez -cosas que buscaría en un hombre pero a el no lo considero ni ser humano-. Tuve que levantar mi cabeza bastante para poder ver su rostro, tenia gran altura y llevaba un traje azul oscuro que le quedaba ajustado en las partes que resaltaban de el; como su espalda, sus hombros, su pecho, sus piernas, su formado cul... -Abogada...- Me llamó. Sin darme cuenta mi cabeza se había inclinado para poder verlo de atrás y me sonrojé.

Me acomodé en mi asiento mientras veía que él se iba a sentar del otro lado de la mesa larga y cuadrada, su cabello era de castaño claro y llevaba una barba prolija, su cara estaba bien proporcionada y su mandíbula era tallada por los dioses del Olimpo. Tosí en busca de mi voz segura y determinada -Quisiera agua, ¿señor...?

Me miro a los ojos y pude ver ese azul grisáceo intenso que me intentaba descifrar, -Howard, Jason Howard...

¿Cuántos Howards había?

-Aja, ¿por qué estoy aquí Howard?- dije entornando los ojos, él chasqueó los dedos y uno de sus dos guardias que estaban detrás le entrego un sobre. Yo no sentía miedo, al contrario me interesaban estas cosas porque debía intentar ser más lista que estas personas corruptas, me fascinaba. Un hombre que estaba detrás de mí trajo el sobre y lo abrió, pero antes di un vistazo a la enorme sala en donde estábamos.

En la pared a mi derecha había todo ventanales y se podía ver un paisaje verde con un laberinto de arbustos y todo lleno de colores de las flores, parecía que el terreno no tenía fin. Todo en la sala era de un blanco reluciente, desde la mesa hasta el piso y las paredes, arriba nuestro había unas luces antiguas de cristal enorme. Tenía que sacar todos los detalles, si la casa era de este hombre podía deducir que era rico y extremadamente exigente con la limpieza y el orden.

Mire fijo a Jason mientras que el otro hombre sacaba pequeñas imágenes y cuando pude ver el contenido eran fotos de hombres... pero, no eran solo hombres, eran los hombres que yo había encarcelado, ya que eran los culpables de los casos que tuve que defender y por supuesto había ganado, ningún caso lo perdía... hasta ayer. -Por su mirada, los conoce abogada.- me interrumpió mis pensamientos.

-Si, los metí a todos a pagar por los sucesos horribles que habían hecho, ¿algún problema Howard?

-Si, déjeme explicarle...- seguía con esa voz amable pero firme, -Todos esos son mis hombres, 26 en total, 26 hombres que un día me entero de que una abogada caprichosa y creída se había atrevido a encerrar...- se levantó y empezó a caminar hacia donde estaba, pero no demostré debilidad sino que sonreí para hacerle entender que me satisfacía hacerlo, -¿Sabes lo que estropeaste, Nicolle?

-¿Sabes a cuantas personas salvé, Jason?- y con eso se acercó y se sentó en la mesa delante de mí. Estaba a centímetros y me ganaba en tamaño, me sentía diminuta a su lado.

-Madura, Nicolle, madura.

-¿Cuándo lo vas a hacer tú? Todavía no sé lo que encabezas, pero no debe ser chico y mucho menos bueno.

-Madurar, Nicolle... es entender que los humanos son una m****a, una plaga que nunca se va a acabar.

Acerco su mano y no la pude detener porque estaba atada a la silla y me acomodó los mechones de mi pelo negro que estaban en mi rostro, su tacto fue suave y frío... Como no me queje de su toque se acercó a mí con su cara y nuestras miradas quedaron en la misma altura, la mía con desprecio y desafío, la de él con deseo e interés...

Sus ojos azules eran intensos y parecía que te desnudaba con ellos, acumule tanta saliva como pude y le escupí el rostro. Sus hombres se alteraron pero el los freno con un gesto de mano, agarro la bolsa y me la colocó en la cabeza.

Ya no podía ver nada pero sentí su enorme mano en mi cuello, no fuerte ni despacio, determinado. Se acerco y me susurro en el oído, su voz fue malditamente ronca y masculina, -fue un placer, abogada...

Lo sentí irse y otros hombres me agarraron, no se si lo volvería a ver y tampoco si saldría de esta, pero sabia una cosa y era que lo iba a destruir.

***

Me iba a volver una loca si seguía encerrada en esta habitación blanca, no tenía nada que hacer, nadie me visitó y comí acá. Ya era hora de la cena por lo que esperaba sentada a que me trajeran comida. Cuando se abrió la puerta un señor vestido de negro me informo, -La escoltaré hasta el comedor señorita Nicolle.

Me levanté y lo seguí con cara de confusión, estaba con un vestido blanco que tenía un ajuste en la cadera, pero luego era suelto y estaba descalza y sin medias, el piso estaba helado y brilloso. Cuando llegue a la sala donde había estado con Jason noté bastantes caras familiares. El señor que me escoltó me indico donde sentarme y lo hice. En total había cuatro asientos, en la cabecera con la silla más grande estaba Jason, en la otra Alec y yo me senté en uno de los costados. Observé a Alec con desprecio y me dedico una sonrisa ladeada, luego observé al otro Howard que parecía ser el líder y este estaba con el celular prestando cero atención.

-Bueno... Voy a hacer una pregunta y quiero una respuesta, ¿quiénes son los Howards?-, pregunte.

Alec fue el único que contesto, -Nosotros.

-Claro, un asesino y... A ti,- dije refiriéndome al más grande captando su atención- no te conozco, pero déjame adivinar... mmmmm ¿narcotraficante?

Me mostró una casi sonrisa, debía de ser difícil hacerlo sonreír y luego me contestó, -No me conoces y no tienes que-. Enseguida quise contestarle, pero una chica joven con vestido blanco venía galopeando y bailando hacia la mesa, su vibra transmitía tranquilidad y armonía.

Se sentó en la mesa, delante de mí y ahí es cuando me di cuenta de que la conocía, ella era la chica que había visto en el jurado.

Con su hermoso pelo rubio y sus hermosos ojos turquesa me observó y me dedicó una sonrisa sincera, era la chica que había aparecido como testigo en el ultimo momento. La misma que había mandado todo a la m****a, la amiga del fallecido, ¿pero qué hacía acá?

Mi boca estaba abierta y mis ojos entornados, lo único que me salió fue, -tú...

-Hola, Nicolle, ¿cómo amaneciste hoy?-, su voz era dulce.

Estaba totalmente desconcertada, los hombres me estaban mirando pacientemente esperando a mi reacción, pero había quedado en un estado el cual no podía hacer sinapsis. Lo único que pude notar lo dije, -¿Por qué visten a las chicas de blanco y a los hombres de negro?

Me limite a ver sus miradas, tanto Alec como Jason miraban a la rubia con admiración y... ¿tristeza? Estaban totalmente serios pero se notaba el amor que le tenían a ella.

¿Lo que sientes son celos?

No, para nada.

Mhm

Ella fue la única que respondió, -No lo sabemos, nuestros padres siempre lo hicieron.- Sus padres, son hermanos...

Me saqué la duda, -¿son hermanos?

-Si, yo soy Emma Howard la menor, Alec el del medio y Jason el mayor.

-¿No te llamabas Sofía?

-No, eso fue... un engaño-. Eso fue inesperado, era todo mentira... Entonces yo habría ganado el caso si ella no estaba ahí para ser de testigo.

Estaba furiosa por lo que mi tono subió, -¿Era todo para salvar a tu hermano? ¿Cómo quieres que te llame, Emma o farsante?

Alec me quemaba con la mirada y con voz firme habló, -Nicolle. Siéntate, no le hables con ese tono.

-¿O si no, qué?- si, lo admito... me comporto como idiota cuando me enojo. Pero no era solo el hecho de ser engañada, sino que le tenía celos y detestaba admitirlo pero, ¡joder! Quería ese amor y protección de un hombre.

Con mi mirada desafiando al Howard mediano sin darme cuenta el mayor estaba detrás de mí y de un segundo para el otro me sujeto, -siéntate y no arruines la cena porque habrá consecuencias.

Luego de pensarlo, lo hice, pero no porque me lo dijo, porque no quería comer en ese cuarto blanco. Mi mirada en toda la cena estaba en Emma, con desprecio y odio... ella solo intentaba no verme, por lo que mantuvo la mirada baja en todo momento.

En un momento de la cena se animó a hablarme, -Nicolle...- la asesiné con la mirada y ella tragó saliva antes de seguir -¿tu padre es Charles Murray?

Seguramente se informaron sobre mí y mi familia, de otra forma no hubiesen conocido el nombre de mi padre... -Si- fue lo único que dije, luego me dedico una sonrisa perfecta de satisfacción y yo solo proseguí a con mi mirada en ella al clavar el cuchillo con fuerza al pedazo de carne que tenía en el plato.

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